‘Abrazo presidencial’

‘Abrazo presidencial’

‘El abrazo presidencial’, como ha bautizado José Orellano la virosis gripal que afecta a un inmenso número de colombianos, impidió la presencia de MIBLOG en la plaza de Bolívar. Hay crónica, escrita ocho días después.

ARRANCÓ LA NUEVA COLOMBIA

‘Abrazo presidencial’ contra la
posesión del presidente Petro

«Comienza nuestra segunda oportunidad sobre la tierra»… El rey Felipe VI tuvo que doblar la cerviz… En agónico ‘raspao de olla’, una ‘ducal’ ridiculez por la espada ceremonial de Bolívar… Crónica, en subjetividad relativa, sobre la asunción al poder de un Gustavo Petro izquierdista y estadista. 

Por José Orellano

Ya juramentado por el presidente del Congreso Roy Barrera y con la banda presidencial cruzada impuesta por la hija del asesinado
Carlos Pizarro, María José, Gustavo Francisco Petro Urrego se constituía en el primer presidente de izquierda en la historia
de Colombia, ahora, una Nueva Colombia anhelante de paz.

No soy petrista,
no voté por Petro…
¡Yo soy periodista!

Y desde esta condición —tras haber sufragado de acuerdo con el exclusivo mandato de mi conciencia—, sin ataduras ideológicas ni presiones superiores, desde la libre opinión y la subjetividad relativa, he de expresar que, con su posesión en la Plaza de Bolívar, enmarcada por una multitudinaria asistencia de colombianos, el presidente Gustavo Francisco Petro Urrego —Caribe, como este Muelle— pareciera generar esperanza y optimismo al asumir el mandato popular de gobernar ‘La nueva Colombia’…

La nueva Colombia, título exclusivo, muy original, del sepulto semanario El Muelle Caribe para encabezar la nota que registró el triunfo del Petro el 29 de mayo pasado. Una nueva Colombia que tiene cuna en el descontento social colombiano expresado en largas y cruentas jornadas en mayo 2021.

Tenía programada mi asistencia profesional a tal acto de trascendencia histórica durante la conmemoración 203 de la Batalla de Boyacá, pero ‘El abrazo presidencial’ me lo impidió. La virosis gripal que anda —bautizada ‘El abrazo presidencial’ por el suscrito— y que lo saca a uno de la normalidad cotidiana por algo más de una semana, no solo me abrazó, sino que mandó al traste mi posibilidad de ver, en vivo y en directo, al rey de España doblar primero la cerviz y demostrar después que el irrespeto, la incultura y la descortesía también campean por los lados del palacio real de Madrid y el palacio de la Sarzuela. No escapan a las majestades, ni afloran solo en mortales de a pie como nosotros.

‘El abrazo presidencial’ también me cercenó la oportunidad de vivir allí en inmediaciones de los escenarios de los acontecimientos esos veinte minutos de alta tensión surgida por la ridícula postura de Iván Duque de negar, antes de su salida como jefe de Estado, la salida de la espada de Bolívar del palacio de Nariño —en un intento por tratar de evitar que resplandeciera en la posesión de Petro— y por la primera orden del primer presidente de izquierda en Colombia:

Apercollado por el ‘El abrazo presidencial’, el cronista no pudo desplazarse hasta la
plaza de Bolívar, como era su anhelo periodístico.

«Como presidente de la República le ordeno a Casa Militar que traigan la espada de Bolívar a la Plaza de Bolívar». Y tuvieron que llevarla.

Ridiculez presidencial —cuando lo negó, Duque aun era el presidente, el peor de los últimos cuatrienios, pero presidente al fin y al cabo, un presidente saliente que en ningún momento cesó de raspar la olla—, ridiculez ducal con todo eso de pólizas, seguridad, y qué se yo para sabotear la simbología de la espada en la posesión de Petro… Ridiculez, sí, porque era querer imponer vanidad y prepotencia, mismas que habían de ser rumiadas por él mismo, porque era de esperarse que el nuevo mandatario, apenas jurara, lo desautorizaría, como desautorizado quedó quien desde septiembre próximo ha de ser “miembro distinguido” de The Wilson Center y quien, según trino del CEO de tal instituto de investigación política Mark Andrew Green, el enfoque global lo “enfatizará (en) la importancia de defender la democracia, el cambio climático y la migración en América”.

Ridiculez ducal, horas después de que se hubiera saciado, con cierta fruición, poniendo una y otra y otra condecoración al presidente electo —imágenes para la popularidad y la exigua aprobación de sus gobernados— como gesto de cordialidad de su investidura con quien había de reemplazarlo. Y que puso, de paso, en peligro el cargo del custodio, que fácilmente pudo haber incurrido en insubordinación si se resistía a cumplir la contraorden presidencial, la orden de su nuevo presidente: espada al frente del Capitolio Nacional.

A la distancia, por TV, me tocó ‘cubrir’ la ascensión del exguerrillero Petro Urrego al solio de Bolívar y receptar —primera acepción y acertadísima— la dimensión de estadista que, de un momento a otro, transcurridos 69 días desde su triunfo: 29 de mayo-7 de agosto, había asumido el nuevo presidente de los colombianos, enterrando de paso ese caudillismo que había venido cultivando y proponiendo desde siempre, incluso desde cuando pudo usufructuar a su antojo los balcones del palacio Liévano, sede de la alcaldía del distrito capital Bogotá.

Deshojando, una a una, un arrume de cuartillas en manos, Petro Urrego pronunció —en 56 minutos— su discurso con tiempos, gesticulación y expresión corporal precisos, se refirió a lo fundamental, reiteró sus compromisos, esbozó las líneas rojas del cambio, reiteró que, en efecto, asumía la presidencia de una ‘Nueva Colombia’ y desmintió a los ‘expertos’ que anticipaban que Petro Urrego iba a improvisar y le recomendaban que no fuera a decir cosas de las cuales después tuviera que arrepentirse. En su discurso, no se desgastó él ni gastó su tiempo en pullas o indirectas ni recurrió al retrovisor, más se empecinaba en tratar de convencernos, al ciento por ciento, de que durante los cuatro años de su mandato no habrá revanchismos, de que Colombia llegará a ser el “país de lo posible”, una “potencia de la vida” en el cual “la paz total” ha de alcanzarse.

Solo para la transmisión de mando… Lo efímero para los simbólico.

No faltó quien, vía WhatsApp, me escribiera luego que “ese discurso vale… Entonación lineal y aburrida”.

Aunque no voté por Petro, yo hube de sentirme uno de los cien mil invitados —sin tarjeta, como todos los demás— porque él, en su discurso de victoria, se había promocionado como presidente de quienes sufragaron y de quienes no lo hicimos por él, razón para que me hubiera dicho a mí mismo que «yo tengo que estar allí». Pero apercollao desde tres días antes por ‘El abrazo presidencial’, aplastado sobre mi reclinomatic de convaleciente, debí morder la amargura de no haber podido contagiarme, untarme, cuerpo a cuerpo, de ese fervor que nacía del corazón y se elevaba hasta las neuronas de más de cien mil almas que, por primera vez en la historia nacional —infinidad de veces maniquea—, rugían allí, en la plaza de Bolívar, en la posesión de un presidente colombiano, que había mandado para el carajo la alfombra roja.

A varios amigos y allegados les había comentado —modo jopón, jejeje— que asistiría a la posesión de Petro porque quería sentirme como ese puro pueblo que, simbólicamente, había de reemplazar al apretado puñado de aristócratas que, Capitolio adentro, disfrutaban, tradicionalmente, de la asunción presidencial y el festín que seguía, pero esta vez, este 2022, la ceremonia de posesión sirvió para poner en práctica la simbología: superado el escollo ducal, la espada de Bolívar brilló en medio del ceremonial, allí en los escalones del Capitolio Nacional, cuyas seis columnas del frontis habían sido vestidas con la diversidad de la flora colombiana… La hija del asesinado Carlos Pizarro, María José, poniéndole la banda presidencial a Gustavo Petro y ese “que la lucha por la paz no nos cueste la vida”… Sobre la solapa izquierda de la chaqueta del Jefe de Estado recién posesionado, la imposición, de manos del presidente del Congreso Roy Barrera, de un pin renovando la “paloma de la paz”… La tarde resplandeciente de sol, diferente a la de cuatro años atrás cuando, aquella vez, llegó a ser una tarde de sobredosis invernal… Y muy diferente a la tarde de aquel 7 de agosto de 20 años atrás cuando las salvas, con supuesto sello terrorista, se daban desde diversos sitios del centro de Bogotá sin haber llegado a tocar un solo adoquín de una plaza de Bolívar repleta de fuerza pública —no faltan quienes hayan pensado que tales bang-bang no fueron otra cosa sino un show de nuevo gobierno para darle espectacularidad a los registros informativos sobre la posesión—… Huy, aquella vez.

La vicepresidenta Francia Márquez y y la primera dama Verónica Alcocer —caminando al lado de su esposo Gustavo Petro— lucieron
atuendos que generaron memes y comentarios en todos los tonos. Pero las dos impusieron su propósito simbólico.

Simbología… 7 de agosto de 2022 y la vicepresidenta Francia Márquez luciendo un vestido de “colores chillones, inapropiados para el acto” según roma apreciación de ‘entendidos en la moda’: un atuendo, hasta los tobillos, azul y con vivos color naranja, su Pacífico —más un faldón interior y un arreglo blanco cruzando su pecho… la paz— , un vestido azul y con vivos color naranja, estampados africanos que ya son símbolo identificativo de la, hoy por hoy, humilde mujer más poderosa de Colombia, una negra originaria de los territorios pacíficos de los nadies y las nadias de este país… Refiriéndose a tal vestimenta, alguna dama me escribió: “Horrible, nos pareció a muchas”. 

Y la primera dama Verónica Alcocer, de enterizo blanco con muceta de cuello envolvente, caldo de cultivo para la ‘memelogía’, pero en extremo simbólica para los anhelos de paz…. Según el diseñador Virgilio Madinah ese enterizo transmitía “alegría espiritual, esperanza y la paz anhelada por todos los colombianos”. Esa alegría se haría manifiesta después, desbordante, durante el fandango que se armó en el palacio de Nariño para celebrar, a lo sabana cordobesa, a golpes de porro, el arribo de los nuevos inquilinos de la casa presidencial.

Simbología total, para cerrar el círculo con el logo oficial de la transmisión de mando —girando, de principio a fin durante la transmisión televisiva de la ceremonia por RTVC, canal institucional—: tres mariposas cada una del correspondiente color de las tres franjas de la bandera de Colombia, la amarilla un poquito más grande que la roja y la azul, diseño de Carlos Duque, quien dijo que tal obra había de simbolizar la biodiversidad, el “compromiso ambiental y la fragilidad de la vida”.

Asumo que esas tres mariposas nacieron para la transmisión de mando y murieron en ella. No ha de ser logo de gobierno porque, precisamente, la vida de las mariposas, aun las amarillas de Mauricio Babilonia en ‘Cien años de soledad’, puede considerarse como efímera. Algunas viven un mes, otras, las más pequeñas, no tanto, pero existen las que prolongan su existencia por nueve meses, en promedio: las ‘Capa de luto’, algunas heliconianos tropicales y las ‘Monarca’. Para darle formalidad plena y cumplimiento al gobierno de la Nueva Colombia no han de bastar nueve meses, ¡son 48! para que se asiente, y se sienta, el ‘vivir sabroso’.

Yo anhelaba retratar rostros y grabar testimonios de los asistentes a la plaza Bolívar, sus aplausos —manos humildes del obrero, de campesinas y barrenderas de calles— ante los pronunciamientos y los anuncios de ese ex subversivo que, tras haber dejado las armas y pasado por el legislativo y por la alcaldía del distrito capital, ahora se había convertido en estadista y dejaba entrever, mediante sus palabras de posesión, que —como definiera Winston Churchill a un hombre de Estado— definitivamente estaba pensando en las próximas generaciones de su país y no en las próximas elecciones, ni siquiera las regionales y locales de 2023: gobernaciones y alcaldías, asambleas y concejos y JAL’s. Pensaba en la vida y en la manera de lograr hacer las cosas para que los colombianos podamos “vivir sabroso”, y esto es simbología también. No literalidad de un decir popular rescatado para gobernar por la vicepresidenta Francia Márquez.

El rey de España Felipe VI dobla la cerviz para saludar, antes de su posesión, al presidente Petro. Imagen tomada de
https://www.lanacion.com.ar/

De verdad, cómo me hubiera gustado haber podido estar presente allí para ver al rey Felipe VI de España doblando la cerviz cuando desde el piso exterior del Capitolio tuvo que extenderle la mano al presidente Petro Urrego al momento en que este ingresaba a la plaza de Bolívar y, desde abajo, saludaba a los invitados especiales ubicados allá arriba. Me hubiera gustado ver directamente, sin paneos de cámara hacia otras acciones, el rostro de Felipe VI, husmearlo detenidamente, cuando, en modo irrespetuoso, no se puso de pie para saludar,  tan siquiera por falsa cortesía, la espada ceremonial de Bolívar, el genio de América que guio la emancipación de cinco naciones latinoamericanas, entre ellas Colombia, del yugo opresor del cual él, Felipe de Borbón y Grecia, ha de fungir hasta la Eternidad y más allá como heredero… Me hubiera gustado recrear, mirándolo fijo, lo que pudiera haber estado pensando en ese momento el rey…

Y, al final… Al final del discurso de Petro, más simbología: entierro de las líneas finales de la obra cumbre de Gabriel García Márquez, ‘Cien años de soledad’: « …estaba previsto que la ciudad de los espejos (o los espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra»…

Simbólicamente enterradas, porque, de acuerdo con Petro, «Hoy empieza nuestra segunda oportunidad sobre la tierra”, una segunda oportunidad para quienes “venimos de esos humildes, de esos abandonados, invisibles y negados que en 200 años de vida republicana no han tenido un Estado que los proteja”, en palabras de quien diera posesión a Petro: el presidente del Congreso Roy Barrera, médico, político, exconductor de taxis, ex varguista, ex uribista y ex santista, ahora petrista.

Hay juramento de por medio —Petro, ante Dios y el pueblo colombiano, ha quedado seriamente comprometido— y «si así no lo hiciereis —Petro—, que Dios y la Patria os lo demanden».

Y no había de faltar, entre quienes creían con certeza de que yo estaba en la plaza, quien me escribiera vía WhatsApp para preguntarme cómo transcurría mi cubrimiento y entablar un extenso chateo-diálogo-web, del cual se extrae lo siguiente:

ADSAODB: Holiiii ¿Y quién le escribe eso a Roy Barrera? Carajo porque está fascinante ese discurso… ¡Y cómo lee de bien!

José Orellano: ¿Fascinante?

ADSAODB: Qué lindo… Si así como lee —tan perfecto, desde mi punto de vista—, así gobernara… Ufff sería un gobierno perfecto. Porque… ¡para mantener el interés de tanta gente!

José Orellano: Barrera no gobierna, legisla.

ADSAODB: La misma burundanga es…

José Orellano: “Si así como lee, así gobernara… Ufff sería un gobierno perfecto”… Un posible título para mi crónica….

Y entonces le envié la foto que precisa por qué no estaba en la plaza de Bolívar….

ADSAODB: Ese hombre ¿qué títulos tiene? ¿Tú conociste a Roy?… ¿Será que Petro le escribió ese discurso? ¿Y a qué hora aprendió a leer? Porque la gente no lee bien… Hasta el tono de voz o de pronto la logística se presta…

José Orellano: Es médico… Es político…

Mi interlocutor es experto en escribir por celular con los dos pulgares… Yo respondo a paso de tortuga coja, en especial por las afectaciones que le dejó un evento isquémico a mis puyógrafos dedos índice…

La espada de Bolívar pasa y el rey Felipe VI ni se mosquea… Irrespeto, descortesía reales…

ADSAODB: Hace cirugías políticas, jejeje… Cortes económicos, jejeje… La gente está hipnotizada… Es muy bueno…

José Orellano: Y dicen que Petro hablará sin papeles ni telepronter….

ADSAODB: ¿Sí? No creo. Porque caería en la repetición de la repetidera… No creo que los haga, me imagino que sus asesores se lo dicen

José Orellano: Ese dizque es el reto…

ADSAODB: ¿Será?

José Orellano: Es el reto, dicen… Y aspiran a que no diga cosas de las cuales se arrepienta después…

Surgió un break y durante el mismo, el tira y jala por la espada de Bolívar y, seguidamente, la vuelta de mi interlocutor:   

ADSAODB: La espada súper poderosa

José Orellano: Primer gran acto presidencial: la orden y el logro de la permanencia de la espada durante la posesión… Certera estocada, en esta época moderna, al corazón de la ridiculez ducal parapetada tras la vanidad y la prepotencia de Duque.

ADSAODB: La espada es a Petro cómo el martillo es a Thor… Petro está leyendo…

José Orellano: Mejor…

ADSAODB: Rompió el esquema de jerarquías… Nombró al pueblo primero

José Orellano: La Nueva Colombia….

ADSAODB: Antes que a la vicepresidenta, antes que a la iglesia… A vaina

José Orellano: Claaaro…

ADSAODB: El jopo o mechón de pelo le está jugándole una mala partida a Petro… Me gustó más como leyó Roy…

José Orellano: ¿Qué querías? ¿que se echará EGO? No todos son histriónicos…

ADSAODB: ¿Ese libreto será de él? Me aburre siempre… Habla lo mismo siempre… No hay nada nuevo…

José Orellano: Y se le quebró la voz al hablar del significado de la espada…

ADSAODB: Fue lo único bueno… Ahora, que diga algo efectivo…

Las seis columnas frontales del Capitolio, vestidas de flora colombiana. Imagen cortesía de Fecedigra.

José Orellano: Puro antipetrismo de tu parte… Está actuando como un estadista…

ADSAODB: Así es… No joñe, mira el libreto 🤓, parece un cuadernillo…

José Orellano: No puede discursear a lo guerrillero, porque eso quedó atrás…

ADSAODB: Por lo menos no ha repetido

José Orellano: Hoy se proyecta como un hombre de paz…

ADSAODB: Se ve relajado hoy, sin canas… Pocas canas…

José Orellano: Dentro de cuatro años será otro el color de la poca espesura sobre su cabeza…

ADSAODB: Jajajaja…

José Orellano: Jopo de frase…

ADSAODB: Maaas…

José Orellano: Va para cierre de mi crónica…

ADSAODB: En adelante, que Roy lea y que Petro gobierne…

José Orellano: Puro antipetrismo… Este es un discurso presidencial… Sin caudillismo…

ADSAODB: Yo sé… Todo te lo estoy diciendo como sarcasmo… Y mira: Vuelve y juega el mechón…

José Orellano: Eso no es sarcasmo… ¡Es verdad!

ADSAODB: Alguien que está aquí conmigo ve lo del mechón y dice lo mismo que tú: necesita EGO…

José Orellano: Mira bien: los policías, altos oficiales de la Policía, asintiendo con la cabeza lo que dice Petro…

ADSAODB: No tomó ni una gota de agua…

José Orellano: Y tiene los ojos rojos… Llanto de varón…

ADSAODB: Ujum te veo muy conmovido… Llorandooooo… Primer presidente que veo que llora… Empezó con sentimiento, sincero…

José Orellano: Yo también mojé ojos… y no soy petrista…

Otro interlocutor:

EACAG: ¿Cien mil invitados?

José Orellano: Puede que suene populista, pero da sensación de verdadera ‘untación’ con el pp, el puro pueblo…

EACAG: A mí me preocupa el control de los medios para este evento, no sé… ¿Tú cómo lo ves?

José Orellano: Antes era 500, mismos que desde el 8 de agosto comenzaban a repartirse la marrana… Para los medios no va a haber problemas, es Petro… Lo bacano: la presentadora no tiene charreteras…

EACAG: Impresionante posesión

José Orellano: Si señor…

EACAG: Buen discurso el de Roy…

José Orellano: Excelente….

EACAG: Y Duque ‘se llevó’ la espada de souvenir…

José Orellano: La peor de las ridiculeces de tu caricatureado cerdito…

EACAG: Dizque Petro iba a improvisar…

La imagen destacada, esta y otras tomas son una cortesía del diseñador gráfico Fernando Céliz, Fecedigra. Recogen el entusiasmo de los asistentes a
la plaza de Bolívar para no perderse de la posesión presidencial de Gustavo Petro, su esperanza.

José Orellano: Calumnia de los enemigos… Está leyendo… Mejor…

EACAG: Así demora menos el discurso… Buen discurso…

José Orellano: Discurso de estadista…

Un break… Momento para la medicación contra ‘El abrazo presidencial’… Vuelve el interlocutor…

EACAG: Cierre del discurso… Símbolo del poder negro… Mano en alto, puño cerrado…

José Orellano: Y simbólicamente, entierro de las líneas finales de la obra cumbre de Gabriel García Márquez, ‘Cien años de soledad’: « …estaba previsto que la ciudad de los espejos (o los espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra»…

Simbólicamente enterradas, porque, de acuerdo con Petro, «Hoy empieza nuestra segunda oportunidad sobre la tierra”, una segunda oportunidad para quienes “venimos de esos humildes, de esos abandonados, invisibles y negados que en 200 años de vida republicana no han tenido un Estado que los proteja”, en palabras de quien diera posesión a Petro: el presidente del Congreso Roy Barrera, médico, político, exconductor de taxis, ex varguista, ex uribista y ex santista, ahora petrista.

Hay juramento de por medio —Petro, ante Dios y el pueblo colombiano, ha quedado seriamente comprometido— y «si así no lo hiciereis —Petro—, que Dios y la Patria os lo demanden».