Columna vital

Columna vital

El director de MIBLOG sacude el relicario de recuerdos y rescata una interesante historia: la de la columna ‘Al Oído’ que se publicó en El Heraldo de Barranquilla, entre 1974 y 1977… Apasionante, la verdad.

HISTORIA REAL

Vida y entierro de ‘Al Oído…’: una
historia que usted debe conocer

Por José Orellano

‘Al Oído…’ también tuvo su paso por Caracol radio en Barranquilla.

‘Al Oído…’ es una historia… ¡Toda una historia!

Nació de las entrañas periodísticas de Beatriz Manjarrez —‘La cuca’, como la llamábamos cariñosamente, y no es un decir— y tal espacio se fue asentando, con el paso de las semanas, en las páginas de El Heraldo de Barranquilla. Yo era el coordinador de Redacción.

Y ocupaba tal cargo, porque había sido el único miembro del heterogéneo equipo de redactores de aquel entonces, 1974, que se atrevió a recibirle el pago de 100 pesos por noche al director Juan B. Fernández Renowitzky para que alguien supliera las funciones de Rodolfo Rodríguez Calderón —quien había salido de la empresa— y, de paso, se acabara, de una vez por todas, con la rotación en la responsabilidad del cierre, diario, de edición.

Yo respetaba la experticia de Beatriz en el ejercicio de la profesión —en esto me aventajaba por un par de lustros— y su columna ‘Al Oído…’ bajaba a talleres llevada por ella misma… Desde las funciones que me fueron encomendadas, valoraba la antigüedad de la autora y yo no tenía por qué meter mano en ese espacio para el periodismo del entretenimiento o la farándula…

Un día cualquiera fui llamado a la dirección y sin que mediara explicación alguna, el doctor Fernández me ordenó que, a partir de ese momento, asumiera el manejo de la información del espectáculo y, por ende, la columna, usufructuando el mismo nombre: ‘Al Oído…’.

Beatriz Manjarrez.

Al principio, tuve que soportarme la consabida molestia de mi colega —y algunos comentarios malintencionados desde la calle—, pero a nada le paré bolas, no había sido arbitrariedad mía, y eché a rodar mi espacio, el cual, poco a poco, día a día, se robustecía y ganaba extraordinaria aceptación en el medio barranquillero y en el caribeño también…

Era una columna abierta a la farándula, al arte, a la cultura, al deporte, a la actividad estudiantil, incluida la universitaria; al modelaje juvenil, a reinas de barrios y a sobernas de belleza, a cápsulas informativas de índole social, al servicio social y hasta humanitario, espacio abierto para los voluntariados —rojo, gris, verde—, para el Carnaval, para los festivales locales y regionales y para una que otra carta que no iban dirigida a ‘Lectores escriben’…

En la calle, directores de medios radiales, colegas, mucha gente del común no me llamaban por mi nombre ni mi apellido, sino por el título de la columna: “‘Al Oído…’”, me gritaban. “Nos vemos en…”, me decían. Y allá nos veíamos…

Por ‘Al Oído…’ —en registros periodísticos— pasaron escritores, poetas, pintores, periodistas, cantantes, acordeoneros, músicos, arquitectos, ingenieros, niñas y niños, funcionarios públicos, abogados y pare de contar… Salían allí, porque querían salir allí…

Una vez, desde ‘Al Oído’, cuestioné una barrida-rectoral de profesores en la facultad de Comunicación Social de la Universidad Autónoma de Caribe, excelentes profesores —había sido discípulo de ellos en mi paso por ese centro académico superior— y eso no solo motivó la furia del entonces rector Mario Ceballos, quien, sin argumentos para refutarme, le pedía mi cabeza al director, asunto que no se dio, sino que motivó a una frase contundente del cronista y escritor Heriberto Fiorillo: “La universidad da el diploma, la práctica, la tarjeta”. Palabras más, palabras menos.

Para un 24 de diciembre me armé el programa “24 del 24”… Por intermedio de la columna —y por sorteo entre un inmenso número de aspirantes— logré reunir 24 niños que hubieran nacido el 24 de diciembre… Se les ofreció una gran fiesta, desde la media mañana hasta las 4:00 de la tarde, en los salones del entonces hotel Royal Lébolo… Cualquier cantidad de empresas tanto comerciales como de transporte, se vincularon al evento, así como un par de heladerías y alguna juguetería… Modelos, reinas de belleza y del Carnaval, payasos, colectivos para la diversión infantil… Los niños desayunaron, se jartaron de dulces, almorzaron platos especiales, bebieron el refresco que quisieron, tomaron helado, recibieron llamativos regalos de Navidad y pasearon en bus por calles de Barranquilla… Todo un éxito, tanto, que el programa se hizo irrepetible…

Gracias a la ‘Válvula de Hakim’, donación vitalicia lograda por ‘Al Oído…’,
Joanna, quien había nacido con hidrocefalia, vivió 18 años.

En lo humanitario, gracias a la columna ‘Al Oído…’ se pudo sostener con vida, durante 18 años, a Joanna, quien había nacido con hidrocefalia normotensiva… Recién nacida Joanna, sus familiares se acercaron a mí en busca de ayuda y, días después, tras un diálogo directo y personal con el neurocirujano barranquillero Salomón Hakim Dow —quien residía en Bogotá—, ‘Al Oído…’ logró facilitarle a la pequeña la dotación vitalicia de la válvula para el tratamiento de ese mal, aparato que fue inventado por Hakim Dow, descubridor del síndrome de tal hidrocefalia… Para la mamá de Joanna también se reunieron importantes recursos económicos, gracias a una espontánea colecta entre seguidores de ‘Al Oído…’

En varios programas que incitaran al movimiento masivo de gente se involucró ‘Al Oído…’ Junto con Radio Olímpica y la revista bogotana Hit —de la cual yo era corresponsal en Barranquilla—, organizamos un concurso regional de picós, con escenario en ‘El bulevar de la 8’, carrera rumbera de la capital del Atlántico… No estábamos preparados para lo que se nos vino encima: se congregaron allí escaparates musicales no solo de todos los sitios picoteros de Barranquilla, sino también de Ciénaga, Santa Marta, Cartagena y hasta Turbaco, si no me falla la memoria… Y la asistencia de público semejaba una coronación de reina de Carnaval en el Paseo Bolívar… Nos vimos abocados a suspender el concurso y la reacción de público degeneró en vandalaje… Se robaron sillas y mesas de estaderos y hasta medias agua completas de algunos establecimientos fueron sacadas del piso y llevadas en andas… Nos metimos en tremendo lío con algunos propietarios afectados y hubo que tranzar y asumir responsabilidades para que las cosas no pasaran a mayores… El cronista Germán Manga, quien era el director de Hit, no podía creer lo que se había vivido aquella noche en Barranquilla, su tierra natal dejada atrás por él varios años atrás…

‘Al Oído…’ era una columna vital para quienes la buscaban… Y los que más la buscaban para salir allí eran los vallenatos exitosos del momento…

Ximena, epicentro de un super exitoso concurso de EP-‘Al Oído…’

Pero el más contundente concurso hecho por ‘Al Oído…’ tuvo espacio en pretemporada de Carnaval: la rifa de 1000 camisetas Edgardo Pereira, EP-‘Al Oído…’ entre quienes enviaran una carta a la columna, en la cual debían comentar cualquier cosa sobre la cantante barranquillera Ximena, acompañada de una foto de la artista, en esos momentos encaramada en la fama y full amiga de quien esto escribe… Llegaron cinco mil cartas con cinco mil cosas escritas en torno a Ximena… Zambullido en esa montaña de papel, fui retratado por Gustavo Torres, un pana… Para entregar las mil camisetas se decidió que se haría en el orden en que los centenares de corresponsales fueran llegando, uno a uno, a la oficina del autor de ‘Al Oído’, misma de la coordinación de Redacción de El Heraldo… Se desbordó el asunto, se acabaron las mil y tuve que pedirle a Edgardo Pereira el favor de que aportara 300 camisetas más para distribuirlas entre fieles seguidores de la columna que no habían llegado a tiempo durante la repartición de la cantidad programada… ¿Cuál éxito? ¡Super éxito!… Un éxito de tan inmensurable alcance que, finalmente, terminó convirtiéndose en guillotina, cuchilla para mi propia garganta… Pocas semanas después fui llamado a dirección y sin que mediara explicación alguna, el mismísimo doctor Fernández me pidió que suspendiera la columna… Obviamente me dispuse a encontrar la justificación para la decisión direccional… Y hallé al pajarito… Por este supe que alguien que hablaba al oído del director con más influencia que yo y mi ‘Al Oído…’  —un alguien que para entonces no pertenecía a la planta del periódico— se había reunido con el doctor Fernández y le había dicho que la dirección no podía seguir permitiendo que un periodiquito, ‘Al Oído…’, creciera dentro del gran periódico: El Heraldo… Meses después me retiré, por vez primera, del diario barranquillero…

Esa es la historia… No fueron más de cuatro años de ‘Al Oído’, por José Orellano, en la calle 33 entre carreras 40 y 41 de Barranquilla, calle Real, entre La Paz y Progreso…

Sí, vida y entierro de ‘Al Oído…’ en El Heraldo, un estilo periodístico que ahora quiere reverdecer en la web… ‘Al Oído…’-Tip’sTop, por El Monje.