Una crónica de Inocencio Dela Cruz para hablarnos someramente de la cumbia y aterrizarnos finalmente en el 38º festival nacional de esta expresión folclórica, vernácula, en El Banco-Magdalena, ‘La ciudad imperio de la cumbia’.
DEL 13 AL 16 DE OCTUBRE/2022
El Banco vuelve y se engalana: listo
su 38º Festival Nacional de la Cumbia
Por Inocencio Dela Cruz
Para gozar la sensación de darle libertad al cuerpo y al alma, solo basta ejecutar, bailar o escuchar cumbia.

Dejar que las caderas, los hombros, la cabeza y los pies se muevan, mientras, en el ritual autóctono, se hace la ronda y se encienden las velas al compás de un sonido unificado, mezcla de notas que brotan de la caña’e millo, las gaitas, la tambora, el tambor alegre, el llamadó, el guache y las maracas: cummmbia.
Y al tiempo que todo se vuelve cumbia en nuestros corazones —y de pronto recordando que diversos estudios dicen que su cuna es África, porque kumbé, bantú, es danza originaria de Guinea Ecuatorial—, necesariamente se tiene que evocar al maestro banqueño José Benito Barros Palomino y ubicar esta expresión mágica como una manifestación folclórica venida del alma del país pocabuyano: parejas que danzan, con elegancia, cadencia y coquetería al compás de canciones que se acompañan con un instrumental musical autóctono y que son como poesías inspiradas en vivencias de cada compositor.
El país de Pocabuy —todos esos pueblos aborígenes de la depresión Momposina— y para el cual el maestro Barros Palomino describía la cumbia como un ritual fúnebre nativo caracterizado por el baile y la música interpretada, entre otros instrumentos, con la flauta’e millo. Para él, la cumbia es indígena dado que “los elementos del baile, por ejemplo, son los mismos que se usaban para rendir homenaje a los caciques, danza delicada y respetuosa en sentido circular contrario al de las manecillas del reloj”.

Cumbia, mágico producto folclórico surgido del intenso mestizaje entre aborígenes o indígenas, africanos y europeos: nativos, esclavos y colonizadores, auténtica tradición vernácula colombiana, viajera incansable en piragua por el mundo —embajadora musical de Colombia—, con José Benito Barros Palomino, Sonia Osorio, Efraín Mejía Donado, Mario Gareña y pare de contar.
Convocatoria desde el más allá
Y es José Benito Barros Palomino quien, ahora desde el más allá, convoca a que, entre el 13 y el 16 de octubre próximos, seamos protagonistas —actores y espectadores— de la dinámica festiva que, en El Banco-Viejo Puerto, ha de tomarse un escenario flotante sobre el río Magdalena, el atrio de la catedral Nuestra señora de la Candelaria, la plaza del Sena y el barrio ‘El Banquito’, lugares para el desarrollo del Festival Nacional de la Cumbia en ese tradicional municipio del Magdalena.
En este 2022, a orillas del río de la Patria, vuelve a la presencialidad el certamen que lleva por nombre el de José Barros Palomino y que había de ser declarado Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Nación mediante la Ley 1701 de 2013.
Un evento que, desde su trigésima octava edición, puede ser visto como mágico y que, de acuerdo con la fundación José Barros —entidad sin ánimo de lucro, de carácter privado, responsable de la organización y desarrollo del festival—, “se ha convertido en el espacio propicio para fomentar el amor hacia nuestra cultura anfibia ancestral”.

La fundación, como es de suponer, tiene sede en El Banco, ‘Ciudad imperio de la cumbia’, y está exhortando a los colombianos y los habitantes del mundo, a que, entre el 13 y el 16 de octubre vengan, no solo a descubrir o redescubrir la identidad nacional y la belleza de ‘El viejo puerto’, sino a disfrutar de un espacio lleno de felicidad, en el cual los asistentes —sin distingo de edad, sexo, raza o credo— “quedan sin respiración y se emocionan hasta el llanto, unidos todos en un solo sentimiento inspirado en la música, la danza y las puestas en escena hechas en honor a su majestad la cumbia”.
Más allá de ser la expresión viva de la cultura inmaterial, el festival se constituye en el motor económico más importante de la localidad. “Como ‘industria creativa’, representa en gran medida, un dinamizador de la economía local y regional”, dice Veruschka Barros, hija del extinto compositor de ‘La piragua’ y presidenta de la fundación y, por lo tanto, del festival.

Canción inédita y parejas bailadoras
Dos concursos del Festival Nacional de la Cumbia se yerguen como el eje fundamental del evento, por cuanto son los que promueven la participación masiva de los amantes del folclor y guardianes de este patrimonio cultural e inmaterial colombiano: el de la ‘Canción inédita’ y el de ‘Parejas bailadoras’.
Y a tono con el pensamiento de Barros Palomino —y al fin de cuentas para aparear los dos concursos en esta nota—, admítase sin objeciones que la que ha proyectado El Banco desde hace cuarenta años es la cumbia pocabuyana, la danza mística sobre la cual se basa el concurso de baile manifestado con elegancia, cadencia y coquetería, mientras gira, en algún momento de cada edición, en torno a las canciones inéditas, que son poesías inspiradas en las vivencias del universo mágico de cada compositor participante.
Y como para seguirle aportando magia al asunto, en el punto exacto en el que el río Cesar se besa con el río Magdalena se desarrollan los dos concursos. Allí se ubica la plaza del Sena, allí se levanta la tarima principal del muelle fluvial, sobre la cual se toca y se baila cumbia.
Cumbia en noche blanca
Pero hay una pieza importante del festival que congrega a exponentes de la belleza juvenil femenina: el imperialato nacional de la cumbia, que tiene su primera interacción con el festival durante la noche inaugural. La cual tiene lugar en el atrio de la catedral Nuestra señora de la Candelaria y, como fiesta de apertura, reúne elegancia y belleza y a los amigos de la tradición, los recuerdos y la memoria. Se denomina ‘Cumbia en noche blanca’.

“Durante este encuentro, las candidatas a Emperatriz nacional de la cumbia ponen a prueba sus talentos y su cultura. Los asistentes lucen vestidos blancos en honor a la paz y la armonía que se respira durante cada versión del festival”, se lee en el brochure de la trigésima octava edición del certamen.
El Imperialato es otra de las ideas del maestro Barros, quien alguna vez dijo que al ser El Banco ‘La ciudad imperio de la cumbia’, su festival debía tener, cada vez, una emperatriz. Y en efecto, las ha tenido.
Además de belleza femenina, concentra arte, cultura y tradición, representados en jóvenes procedentes de diferentes regiones del país que llevan hasta El Banco muestras representativas del folclor de su territorio para un estallido cultural diversificado, gracias al cual hacen multifacético otro acto del festival: el ‘Gran desfile pocabuyano’, mediante el cual demuestran que su belleza tiene propósitos y misiones importantes: una, coadyuvar a la fundación José Barros en la salvaguardia de ese patrimonio y, dos, convertirse en la imagen promocional del mismo.
Gran Desfile pocabuyano
Allí, en medio de dos caudales fluviales en eterna entrega: el río Magdalena y el río Cauca, durante los días del festival ha de fluir otro: un rio de danzas, ritmos y colores, el multitudinario desfile que muestra a las compañías y grupos de comparsas locales, nacionales y extranjeros participantes. Y al cual se suman las candidatas al imperialato y sus comitivas.
Más de un centenar de comparsas confluyen en tal parada folclórica, “excusa perfecta para llenar la vida de alegría y felicidad, por ello los asistentes a este ‘Gran desfile pocabuyano’ no se ahorran elogios para describir esta experiencia grata del alma”, anota el brochure.
Cumbión en El Banquito
Como puede apreciarse, son diversos los espacios de encuentro que ofrece el Festival dentro de la programación oficial. Uno de ellos es el ‘Cumbión tradicional’, en la esquina de la calle 2 con carrera 11 del barrio ‘El Banquito’.
En él se disfruta de una rueda de cumbia al son del millo, las gaitas, la tambora, el tambor alegre, el llamadó, el guache y las maracas. Pero, además, se presentan bailes tradicionales del rio grande de la Magdalena y el Caribe colombiano, con amenización de destacados intérpretes de la música tradicional.
Y al cierre… Feria artesanal y exposiciones
No hay duda de que los espíritus andantes por ferias y festivales siempre desean guardar un recuerdo del sitio en que anduvieron.
Por ello, la organización del festival invita a sus visitantes durante los mediados de octubre a untarse un poco de su arte y cultura tradicionales. “No dejen de asistir a la muestra artesanal y a la exposición de fotografías o pinturas, que, a lo mejor, allí se encontrarán con elementos elaborados por nuestros artesanos, alfareros, tejedores o pintores de sueños”.
Elementos dignos de ser considerados como valiosos suvenires.

Conversatorio-Taller
Otro espacio para copar es el del conversatorio-taller sobre la cumbia pocabuyana y todos sus elementos aportantes para su engrandecimiento.
Congrega a gestores culturales, artistas, investigadores, antropólogos, coreógrafos, danzantes, cantantes, músicos, pintores y demás amantes del arte, pero en especial de la cumbia, con el propósito de intercambiar ideas y experiencias, de enseñar y difundir conocimientos y de aprender historia y cultura con cierto nivel académico pero cercano a todo público.
Un espacio de amigos del arte con sabor acumbia pocabuyana
Conciertos
Y entre el 13 y el 16 de octubre venideros, el escenario flotante del Festival Nacional de La Cumbia —al pie del imponente muelle fluvial de El Banco, se cargará y recargará de conciertos con hondo sabor a cumbia.
Allí habrá funciones musicales, como en ediciones anteriores la ofrecieron ganadores del Gramy Latino a música folclórica como ‘Totó, la momposina’ y ‘Los gaiteros de San Jacinto’… Los ganadores en Viña del Mar, ‘María mulata’ y ‘Herencia de Timbiquí’… Y otros grandes exponentes de la cumbia como Petrona Martínez y Pedro ‘Ramayá’ Beltrán, ente muchos cientos de artistas que se han hecho presentes provenientes de todos los rincones del mundo.
La fundación José Barros
La fundación José Barros tiene más de 35 años de experiencia en la gestión cultural, cuenta con amplio reconocimiento y respaldo estatal y se considera como la más importante empresa cultural de la región en que se asienta. Y, como es de suponer —se reitera— se encarga de realizar, cada año, el festival nacional de la cumbia. Fue constituida con el objetivo de salvaguardar la identidad nacional representada en la cumbia —manifestación cultural insigne— y además tiene como misión preservar la memoria del maestro José Barros y su legado cultural.