A votar con sabiduría
Por José Orellano
El Muelle Caribe se enorgullece al afirmar que, desde su independencia absoluta, ha sido imparcial en su actuación frente a la elección presidencial.
Y también se llena de orgullo por su posición editorial ante los puntos de vista de los participantes en este magazín —nuestros compañeros y amigos los columnistas—, casi todos petristas. A ninguno de ellos se ha censurado por su abierta militancia ni por sus convocatorias, por intermedio de sus columnas, a que se votara o se vote por el candidato de la preferencia de ellos. Ni más faltaba.
Y así las cosas, a esta hora del partido nadie podrá tildar a El Muelle Caribe de petrista o de rodolfista. Neutral, sí, al ciento por ciento.
Y ahora, recreemos historia: el 7 de abril de 1979, el director de este magazín hubo de escoger para el cabezote del diario La Libertad —al cual fundaba en condición de jefe de redacción— una frase del entonces presidente Julio Cesar Turbay Ayala en su discurso inaugural que marcaba el derrotero de aquel periódico, y hoy retrotrae el espíritu de aquellas palabras presidenciales para ratificar el libre albedrío de quienes escriben en El Muelle Caribe: aquí no hay retenes ni aduanillas para las ideas.
Desde la dirección de El Muelle Caribe no nos hemos inclinado hacia ninguna de las opciones expuestas en las tres jornadas electorales que ha reclamado el periodo presidencial por venir —2022-2026—, en medio de unos comicios para la vergüenza histórica: consulta, el 13 de marzo, montonera; primera vuelta, el 29 de mayo, semifinalistas, y vuelta final, el próximo domingo 19 de junio, finalistas.
Hoy creemos que hasta para optar por la esperanza reina la confusión entre varios millones de colombianos, como consecuencia de la fea estela que deja una campaña presidencial cimentada en el “todo vale” y la guerra sucia, una sarta de mentiras y la camándula de promesas inviables. Material de sobra para que pronto abunden ensayos, cuentos y novelas. Habrá para echar apasionante y muy bien condimentada carreta literaria, gracias a la truculencia desbordada en los recursos de las estrategias puestas a rodar —por el uno y por el otro lado, y por el otro y por aquel—, puestas a rodar, decíamos, en un para no creer. Algo muy cierto sí es que por ahí —en eso del “todo vale” y la guerra sucia—, a algo más de 72 horas para la elección, ya sí hay ganadores absolutos, sobrados.
Para preguntarse: ¿Si así han sido en campaña, cómo será la vaina cuando se asienten en el poder y las posaderas presidenciales se achanten en el solio de Bolívar? Y, por Dios, no le busquen alusión alguna a las convicciones de alguno de los candidatos.
Totalmente neutrales, nos disponemos a asistir este domingo 19 al puesto de votación que nos corresponde: el Centro Cultural Julio Mario Santo Domingo, para cumplir, una vez más, con nuestro derecho y nuestro deber de elegir y —cosa que jamás creeremos— ser elegidos. Iremos a votar en familia, sin que, esta vez, ninguno de los tres integrantes haya dicho por quién se sufragará. Democracia familiar y respeto, en esta ocasión, por el secreto del voto. No hemos podido ponernos de acuerdo sobre lo sustancial: ¿A cuál de las dos opciones perdonar y acoger con nuestro sufragio o si nos inclinamos por el voto en blanco, aun a sabiendas de que solo surge como una opción valedera para sentirnos, alma adentro, que rechazamos el “todo vale” y la guerra sucia?
En todo caso, informemos: de acuerdo con la última de Guarumo, antes de la semana de veda a las encuestas —los días que avanzan desde el domingo 12—, Rodolfo Hernández llega a la segunda vuelta con un 48,2 por ciento de intención de voto a su favor, mientras que Gustavo Petro marca 46,5 y el voto en blanco un 5,3 por ciento.
Una medición de la consultora GAD3 para el Tracking Presidencial de RCN indicó el sábado 11 que Rodolfo Hernández tenía un 47,9% en la intención de voto, mientras que Gustavo Petro gozaba de un 47,1%. El histórico —los diez días que GAD3 operó para conocer la opinión de los colombianos— es decir: sumando porcentajes y promediando, Rodolfo Hernández gana con una apretada diferencia, de 3,1: 47, 3% contra 44,2% de Gustavo Petro.
La suerte está echada
Y en medio de ese mar de confusiones, en cuya inconmensurabilidad el verde de la esperanza ha asumido la tonalidad negra de la oscuridad y la tristeza y, además, con un voto en blanco sin ningún poder decisorio jurídico, Liga y Petro —Pacto Histórico y Liga de Gobernadores Anticorrupción—, son las opciones decantadas para que 37 millones 991 mil 335 colombianos se dispongan a elegir su próximo presidente.
Nosotros trataremos de votar aplicando un poquito de sabiduría, resistiéndonos a acoger eso de que “estamos lavándonos las manos” a la hora de depositar el sufragio por algunas de las opciones. La verdad es que no deseamos que el ejercicio democrático y libre que vamos a asumir resulte siendo una deposición.
Y a no deponer su voto, invitamos a los colombianos. Vamos colombianos: A votar con sabiduría.