Educrisis en espiral

Educrisis en espiral

Hay crisis educativa en Latinoamérica y se ha comprobado que la efectividad del aprendizaje remoto —por causa del Covid 19—, ha sido bastante baja y heterogénea durante la pandemia. El tema de Jorge Agudelo Moreno.

Crisis educativa en Latinoamérica

Por Jorge Agudelo Moreno

De acuerdo con un informe publicado el pasado 25 de abril por la doctora Cecilia Martínez Gómez, consultora de comunicaciones del Banco Mundial, Latinoamérica vive la crisis educativa más grave de los últimos 100 años, y señala que hace falta una acción más decidida, pues el aprendizaje de toda una generación de estudiantes está en riesgo tras casi dos años de ausencia por causa de la pandemia del Covid…

¿Qué cambiaría en la forma en que actualmente se enseña a los estudiantes? Esta fue una pregunta que se le formuló a un maestro de primaria y que, tras no pensarlo dos veces, lanzó una respuesta contundente, pero a la vez respetuosa, tanto para sus alumnos como para sus colegas de Latinoamérica: “Nos tenemos que preguntar realmente si nuestras prácticas educativas les están siendo útiles a nuestros estudiantes, y si estamos educando para la sociedad en la cual cada uno de ellos será protagonista activo”, contestó Darío Greni, docente de la Escuela Rural N° 88 en Uruguay y quien fuera finalista del Global Teacher Prize de la Fundación Varkey.

Ya en 2019, antes de la pandemia, se vivía una profunda crisis de aprendizaje: el 53 por ciento de los niños que terminaban la escuela primaria en América Latina y el Caribe, no podían leer ni entender un texto simple. Hoy, luego del cierre de las escuelas por el equivalente a casi dos años académicos, se estima que ese porcentaje ha aumentado el 64 por ciento en toda la región. Estos datos confirman una realidad en las escuelas latinoamericanas: la mayor parte de los niños sí van a clases, pero los problemas de calidad son tales que efectivamente no tienen las competencias fundamentales, según afirma Jaime Saavedra, director global de educación para el Banco Mundial. Y agrega que, si bien la lectura no es la única competencia importante, si los niños no logran alcanzar las competencias básicas, y tener una educación integral, es muy difícil alcanzar otras metas educativas.

Las aulas de América Latina y el Caribe se cerraron al comienzo de la pandemia en un contexto complejo. La región ha tenido el segundo cierre más prolongado del mundo. Aunque a lo largo y ancho se hicieron esfuerzos loables de aprendizaje remoto, dadas las bajas tasas de conectividad en América Latina, la importancia de la relación alumno-docente, y la diversidad de contextos, se ha comprobado que la efectividad del aprendizaje remoto, tanto en la región como en el resto del mundo, ha sido bastante baja y heterogénea durante la pandemia, según Jaime Saavedra.

Imagen de https://www.culturiz.ar/

Es preocupante que las menores tasas educativas lleven a una mayor delincuencia y violencia. Pero la mayor catástrofe, sin duda, es la desigualdad, especialmente en una región como América Latina que, según algunos indicadores, es la más desigual del mundo. La pandemia aumentó las desigualdades educativas drásticamente. Si los alumnos simplemente vuelven a unas escuelas que no están adaptadas a sus necesidades pospandemia, las brechas seguirán aumentando. Es este contexto desalentador que lleva a Jaime Saavedra a afirmar, sin recelo, que América Latina y el Caribe está atravesando por la peor crisis educativa de los últimos 100 años.

Una de las primeras cosas que tenemos que cambiar es asegurarnos de que todos los estudiantes reciban una educación de calidad, equitativa e integral.  No hay duda en la importancia del aprendizaje emocional, sobre todo, tras la pandemia. Ello nos indica que la calidad de la educación no solo se debe centrar en un buen plan de estudios, sino en la formación de los maestros en la integración de prácticas culturalmente relevantes y en aprendizajes emocionales. El tema de tratar las emociones debe llegar ahora más que nunca a nuestras escuelas, colegios y universidades, y es algo fundamental para trabajar con los niños, pero también con los docentes. Porque está claro que, para lograr el éxito, o para que nos vaya “bien en la vida”, no solo es importante tener conocimientos académicos, técnicos y disciplinarios, sino también desarrollar habilidades para controlar, manejar y gestionar bien nuestras emociones, en los diferentes momentos, contextos, desafíos y etapas de nuestra vida, para alcanzar el bienestar e incluso la felicidad.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la violencia es un problema de salud pública, por lo que la manera más inteligente de hacerle frente es a través de un enfoque preventivo, lo que conlleva a realizar un trabajo desde el inicio de la formación del ser humano, esto implica, desde primera infancia y durante todo el proceso educativo, donde la educación emocional es la receta capaz de dar una respuesta apropiada a un coctel de emociones como son la rabia, el enfado, la cólera, la indignación, y que inevitablemente hoy día estalla en la violencia en todos sus tipos. Además, la situación actual de pospandemia hace aún más visible la necesidad de avanzar en Latinoamérica en la educación emocional, teniendo en cuenta cómo los índices de suicidio en los jóvenes aumentan, al igual que la violencia de género, la intrafamiliar, el bullyng, el ciberbullyng y el feminicidio. Queda abierto el debate para mirar la necesidad de implementar en toda Latinoamérica una educación integral, donde no solo eduquemos a los actores del sistema en el aprendizaje cognitivo, sino en el manejo de las emociones, para dar así un salto cualitativo en nuestra educación… Seguiremos tratando este tema, al regresar de mi asistencia al Curso Internacional sobre Educación Emocional y Bienestar, que empieza desde este jueves 12 de Mayo en Medellín, continúa el 21 de Mayo en Barranquilla y finaliza el 28 de Mayo en Cartagena… Y el 29, a votar por el cambio.