El semanario El Muelle Caribe fue sepultado y de sus restos surgió MIBLOG… Y a este llega, como adscrito, don Siervo Mora Monroy con un bello texto que transporta al vaivén arrullador de las olas.
COMO ADSCRITO
El mar
Por Siervo Mora Monroy
Sentado en las escalinatas de un viejo rodadero, me puse a contemplarte, maravilloso mar. Y me dejé arrastrar por el oleaje de tus placeres, lanzado a la aventura de correr los peligros que encierran tus encantos. Mi alma vagabunda comenzó a navegar en barcarolas de ensoñación.
Alcé mis ojos para ver en lontananza tu inmensidad llevada al infinito. Entonces el asombro cubrió con su manto la diminuta pequeñez y la trivialidad de mis alcances.
¡Hermoso mar! Me enamoré de tus colores cuando los corales conjugados con los rayos del sol transparentan el azul, desde el celeste hasta el turquí, los verdes en todos los matices, al igual que los destellos de las esmeraldas, el dorado y el plateado al cubrir tu superficie en resplandecientes lentejuelas, y el blanco que navega en la espuma de la cresta de tus olas hasta morir en las diminutas arenas de la paya.
Tu energía poderosa la transporta el oleaje, antes de estrellarse contra los acantilados, con profundos rugidos al igual que leones enfurecidos antes de atacar.
¡Grandioso mar! Se estremece mi alma al contemplarte cuando estás sereno. Pero al rivalizar con las temperaturas solares, las fases de la luna y las corrientes de los vientos, se alborota el ímpetu de tus poderes hidráulicos a modo de mareas, tormentas, huracanes, tempestades y hasta arrasadores tsunamis.
¡Precioso mar! Confío en ti e imploro tu permiso para meterme en el vaivén arrullador de tus olas, sin pensar en el riesgo de las corrientes y contracorrientes, las aguamalas y las fieras marinas. Cual nativo de la antigua Grecia, me acojo al amparo del Poseidón que reina en los océanos.
Es un deleite ver escuadrones de aves marinas, que a manera de revista aérea sobrevuelan el horizonte de las aguas. Otras despliegan sus acrobacias en el aire o se divierten jugando a arrebatar el pez que alguna lleva en su pico. Otras descansan en algún desgastado espolón entregadas al acicalamiento de sus plumas. Y hasta los peces en manada saltan regocijados mostrando un fugaz brillo plateado en abanico.
¡Qué estupenda distracción ver las embarcaciones! Su diversidad en colores, dimensiones, velocidades y propósitos. Por verlas pasar… se me pasa el tiempo sin darme cuenta y sin pensar que absolutamente todo es pasajero.
¡Extenso mar! En tu regazo se encuentra una esperanza para sobrevivir con las profundas praderas de algas marinas y la fauna infinita que vive sumergida en tus aguas.
Siempre el ser humano ha querido navegar. Siempre ha querido atravesar los mares desafiando el peligro. Nadamos en el mar de la existencia queriendo llegar a la otra orilla… allá donde comienza el mare mágnum de lo desconocido.
SIERVO MORA MONROY