Un relato corto dedicado a ‘Elians, la bailadora’, y dos poemas: uno, amor evocativo: ‘Tu recuerdo baio la lluvia’; el otro, de tono ambiental: ‘Cactus tenerifano’… Son las aportaciones literaria de Abel José Rivera García.
RELATO CORTO
‘Elians, la bailadora’
Textos: Abel José Rivera García
Eran las siete de la noche de ese caluroso y húmedo 29 de julio en la caribeña ciudad de Santa Marta. En medio de la fiesta patronal, suena a lo lejos el pin dan pin dan de una ancestral danza bantú que ejecuta un grupo folclórico del barrio Pescaito, en medio de la plaza contigua a la iglesia parroquial. Como palomas atraídas por un agitado reclamo, una gran multitud de vecinos concurre al sitio, empujados por la atracción que ejercen los sonidos de percusión de la tambora, el tambor hembra y el llamador en su genética afrodescendiente.
Se estremece el plató al sonido de los cueros, cuando sale al ruedo la danzante chiquilla mulata, conocida en el gremio del folclor como ‘Elians, La bailadora’, con sus manitas de abanico, adornada con una diadema de festones amarillos para fijar su negra cabellera rizada. Viene acompañada por los virtuosos tamboreros de Matei y un corro de sus fanes y parientes entusiastas, que la rodean para verla bailar como solista la danza “El baile del avestruz”. Inicia el baile con un paso adelante, dos atrás, un contoneo grácil y cadencioso, y recorre cada espacio del círculo de espectadores, haciendo gala de su impresionante donaire, gallardía y sutil desparpajo. Con la mirada desafiante y graciosa, altiva pose y coquetería natural, hace alardes de su sangre y raíces africanas, mientras se yergue y agacha acompasada, como una mariposita que revolotea de flor en flor.
Baila sin macula el compás de la tambora, cuando mueve su pollera en un torbellino delirante y rítmico, retando altanera el son del tambor. Se diría que sus piececitos levitan sobre el pardo piso de la plaza. Cesa el tambor y una salva de aplausos despiden su maravillosa actuación. ¡Viva Elians, La Bailadora!
Imagen destacada: foto original tomada de https://www.hoydiariodelmagdalena.com.co/
Tu recuerdo bajo la lluvia
Tarde de cielo gris y bajo.
La lluvia cae llena de melancolía,
triste te evoco en lejanía
y forzado mi ánimo amortajo.
Añoro tus besos, tu arrullo y tu andar;
quisiera volar para ir a encontrarte
en el soleado camino de un encuentro de amor
y llenarte de rosas, nardos y pompones;
con mis labios toquetear sin prisa
tu largo cabello de ardientes pasiones;
ahora que un trueno mostró tu resplandor.
Pero me supera la congoja: que me rasga el alma,
que me ata de manos, que me amarra los pies,
¡que no te veo!, ¡que no te tengo!
Oh! ¡Amada mía, que crispación!
Cactus tenerifano
Cacto esbelto que te yergues
descollando entre la flora
sobre la suave colina
bajo la luz mortecina
en el cenit o la aurora.
Como una tea encendida,
o cual lejano farol,
bajo un dorado arrebol
tu silueta se divisa.
Cubre tus pies la falda negra
de la sombra a contraluz,
percha de aves canoras
que casi nadie valora.
Candelabro que hoy me inspira
en mi alma soñadora,
con mi mente peregrina
de algún versito autora.