La tercera y última entrega del ensayo sobre feminismo de Alondra Micaela Bahamondes y Ayelen Elizabeth Cristofanett, estudiantes del Profesorado de Educación Superior en Lengua y Literatura: La literatura y la figura de la mujer.
La literatura y la figura de la mujer
Quería escribir, sobre todo, sobre la vida que tenemos
y las vidas que hubiéramos podido tener […]– Virginia Woolf.
Final
En el presente apartado se pretende realizar un análisis sobre la evolución de la figura de la mujer en la literatura, cómo pasaron de ser mujeres sin voz propia a tener fuertes líneas en los diálogos de importantes obras. Para ello, analizaremos La Tempestad de William Shakespeare (2019) y la reescritura latinoamericana de dicha obra, La Tempestad de Silvina Pachelo (2016).
En primer lugar, La Tempestad de William Shakespeare es una obra cuya historia se basa en un duque prestigioso de Milán, de nombre Próspero, que es expulsado y traicionado por su hermano y se ve obligado a naufragar hasta que se encuentra con una isla. Al llegar, y con el poder de sus libros y conocimientos, se adueña de todo lo que encuentra. Podríamos afirmar que inicia una especie de “colonización”, se deshace de la “bruja” Sycorax, dueña de la isla, esclaviza al hijo de la misma, Calibán, mantiene encerrada a su propia hija Miranda, entre otras situaciones que se pueden observar. La historia sigue cuando el hermano de Próspero, Antonio, viaja en un buque y pasa cerca de la isla; al enterarse, Próspero, manda a Ariel (espíritu que liberó de Sycorax) a que desate una tempestad para vengarse de su hermano.
Si bien es menester mencionar la sinopsis de la obra, no nos vamos a centrar en ella totalmente, sino en dos personajes claves: Sycorax y Miranda. Desde el comienzo se advierte cómo Próspero tiene una visión negativa sobre la imagen de Sycorax, la llama “sucia bruja” que posee la envidia, “bruja condenada” que emprendía hechicerías y maldades horribles, aquella mujer que confinó a Ariel por no ser un espíritu fuerte para sus órdenes terrenales y odiosas. Es interesante observar cómo en la obra de Shakespeare, Sycorax, no tiene voz propia, la historia de ella es contada a través de Próspero y su hijo Calibán. Obviamente que el primero la defenestra como mujer y bruja y el segundo la enaltece por ser una gran madre y dueña de la isla. Podemos intentar justificar que Sycorax no tiene ni una línea de diálogo en esta versión de la obra porque, según Próspero, años después de ser desterrada de la isla, murió. No obstante, si quisiéramos añadirle un poco de protagonismo, se podría haber hecho algún diálogo que remita a viejos recuerdos en los cuales, dicho personaje, hubiese participado más vivamente.
En relación con lo expuesto y contrariamente, el personaje de Miranda sí tiene más intervenciones con sus pensamientos, pero lo que llama la atención es que los mismos son vagos y sus líneas son escuetas. El acto I, escena II comienza con la intervención de Miranda, ella observa que la nave en la que viajaba su tío Antonio es destrozada por la tempestad que produjo su padre y sufre por aquellas criaturas que navegaban en ella. En todo el diálogo que tiene con su padre, el mismo trata de convencerla de que no hubo ningún daño.
Cabe destacar que Miranda se entera en esta escena la historia de Próspero y su hermano, puesto que su padre siempre le decía que aún no podía saberla, que aún no era el momento. Próspero trata en todo momento de convencerla de que sus actos están bien y los justifica con la traición que el hermano tuvo para con ellos. Ella se deja convencer con el endulce que tienen las palabras de su padre y lo más indignante, si se puede mencionar así, es que con sus hechizos la duerme para que no pregunte más, la calla. Otra situación que podríamos destacar que refleja el poder del hombre sobre la mujer, en este caso de Próspero sobre Miranda, es que él decide sobre el cuerpo de su hija; la considera como un objeto que puede ser adquirido, si Fernando, el enamorado de Miranda, hace lo que Próspero le ordena, al final se queda con su hija. En el acto IV escena I, Próspero se dirige a Fernando con las siguientes líneas:
Entonces, como dote mía y tu adquisición
dignamente obtenida recibe a mi hija. Pero
si le rompes el nudo virginal antes de
que puedan celebrarse todas las ceremonias
sagradas con el rito santísimo completo,
ningún dulce rocío va a dejar caer el cielo
para hacer que este acuerdo crezca […]
(Shakespeare, 2019 :139-140)
En esta cita no solo observamos cómo Próspero considera a Miranda como una posesión de él, como un objeto al que debe cuidar, sino que también le prohíbe estar íntimamente con su amado hasta determinado tiempo. Esto último era común en la época por las tradiciones o creencias, la mujer debía llegar virgen hasta el matrimonio, pero lo impactante está en cómo un padre puede considerar así a su hija, como algo que puede dar si la persona interesada cumple con las órdenes y como si fuese parte de un contrato, es decir, como un objeto negociable. Como Miranda no tiene líneas en las cuales disienta con su padre, podríamos afirmar que está bajo el control del mismo y que en ningún momento lo cuestiona, por más que dentro de ella pueda coincidir o no con su padre. Por ende, en esta primera versión de La Tempestad vemos cómo las mujeres de la obra no tienen protagonismo ni decisión propia. No hablan por ellas mismas, sus historias son contadas por personajes masculinos y en el caso de Miranda, pareciera ser una niña que vive bajo la sombra de su padre quien decide la vida que debe llevar, alejada de todos y todo. Son mujeres sumisas que no pudieron contra un orden patriarcal.
En segundo lugar, esta historia cambia un poco con la reescritura de La Tempestad de Silvina Pachelo. La autora nos ofrece una reescritura y nos devuelve una escritura tempestuosa en clave feminista, ese es el corazón relevante de su escritura. Podemos afirmar que es feminista porque hay una vuelta retórica, ideológica que es que los sujetos femeninos son sujetos emancipados. La figura de Sycorax es retomada por Próspero como en la obra original, pero en esta reescritura, en el acto II, esta “bruja” tiene una parte especial en la cual cuenta su propia historia, lo que le pasó ya no es narrado por figuras masculinas:
Soy la que ve y escucha aún en ausencia. Soy el alma de esta isla, la madre tierra. La entraña en este calvario silencioso. La primera bruja, la irracional. Sufrí las peores aberraciones: persecución, hostigamiento. Y así me corrieron a latigazos de mi tierra. Todos los hombres como Próspero usurparon nuestra isla. Y fueron los que pensaron en mi muerte y en la de mis compañeras, que fueron quemadas vivas. Acá me sentía libre, podría volar, correr, ser parte del fuego y del agua. Acá concebí a mi hijo Calibán, que Próspero castiga por ser hijo de bruja. Ellos aprendieron de nosotros. Sólo tenemos un saber originario, el cual esos hombres nos quitaron. Mi legado es mi hijo, quien sufrirá las peores consecuencias. A nosotras, las brujas, nos mataron, nos violaron y nos arrojaron al mar.
(Pachelo, 2016: 33)
En esa increíble intervención de Sycorax observamos cómo Pachelo le dio un giro feminista a esta gran obra. El darle voz a uno de los personajes femeninos principales, que en la obra original sólo es mencionado, es un acto feminista. Es mostrar que Sycorax no tiene miedo de contar su historia, ya no es sumisa del poder de Próspero y no puede ser callada nunca más, es la voz de todas las que tuvieron un triste final. Este mismo giro feminista podemos encontrarlo cuando en el mismo acto, Miranda le afirma a su padre que se acuerda perfectamente de su pasado y de todas las atrocidades que vivieron. Pero, a diferencia de la obra original, lo cuestiona, confirma que tiene dudas y que le asombra cómo Próspero puso a sus órdenes a todas las criaturas de la isla. Este es un largo pasaje en el cual, este personaje, deja de estar bajo el ala de su padre y se emancipa al reprocharle que ella no se siente honrada por la catástrofe que su padre cometió en nombre de ella, el cuestionarlo ya podríamos considerarlo como el camino hacia la emancipación. En este sentido, Miranda afirma: “Pero siempre me ocultaste la verdad. Hasta puse en duda nuestro parentesco […] Siento que la isla me revela la verdad, un saber diferente al que me enseñas cada día” (Pachelo, 2016: 36-37). Otro pasaje que muestra la imagen de mujer empoderada es cuando Miranda quiere llevar los leños de Fernando porque quiere y porque puede. Sin embargo, faltaría que Miranda se emancipe un poco más de su padre ya que este último fue quien, a través de un hechizo, decidió el futuro de su hija e hizo que Fernando se enamore de ella.
En conclusión, todas estas intervenciones nos demuestran cómo ha cambiado la imagen de la mujer en la literatura a lo largo de los años. Empezamos con un canon literario, como lo es la obra de Shakespeare, en el que la mujer era sumisa del poder patriarcal, no tenía voz propia, su historia era contada a través de personajes masculinos, eran vistas como brujas sin sentimientos (que debían ser desterradas o quemadas) o como niñas indefensas que necesitaban que alguien las protegiera. Eran muchachas consideradas como un contrato, como si alguien fuese dueño de sus cuerpos y pudieran imponer órdenes y/o condiciones sobre ellas. Hoy, en el siglo XXI, vemos cómo las reescrituras feministas cambian esta visión de la mujer. Lxs autorxs nos ofrecen una visión, una figura de la mujer emancipada que cada día se enfrenta más a la sociedad patriarcal, que muchas veces la considera como una bruja, y que ya no se calla, que cuestiona hasta los actos más pequeños realizados por el hombre, sin aceptarlos, sin bajar la mirada y asentir como una sumisa; una mujer que hace lo que quiere y que escribe su propia vida.
Conclusión
Como síntesis de todo lo expuesto en los anteriores apartados, estamos en condiciones de afirmar que el feminismo ha pasado por diversos estadíos a lo largo de los años. Desde modificaciones literarias a ser parte de la política constitucional de un país, las mujeres latinoamericanas (y del mundo) plantaron bandera y no darán el brazo a torcer si se trata de la validación de sus derechos. Gracias a sus reclamos, se ha dado visibilidad y finalidad a la idea de mujer construida desde el patriarcado y el machismo y ello provoca la emancipación, la liberación y la autonomía de esas mujeres. Las mismas son dueñas de sus decisiones, de su cuerpo, de sus libertades y sobre todo de su cultura.
En relación con el párrafo anterior, la mujer latinoamericana se encuentra arraigada a su tierra y prevalece siempre la sororidad entre las mismas. Desde la literatura, las luchas, el arte, la política y el matriarcado, se le coloca un alto a las construcciones y pretensiones machistas. La mujer se deja de concebir como un estereotipo, como un ser gestante o como ser sexualizado para la satisfacción masculina, y se procede a autovalidarse, al empoderamiento, al ya no más, al No es No. No más opresión, no más desigualdad, no más machismo.
En relación con lo expuesto, las mujeres han dejado de ser aquellos ángeles que cuidaban de su hogar o aquellas brujas que debían ser quemadas en una hoguera y pasaron a ser las mujeres empoderadas que conocemos en el siglo XXI, aquellas que cuentan su historia, que día a día luchan para salir de la sociedad patriarcal que todavía las maneja como títeres para su interés machista. Estamos en presencia de una de las revoluciones más importantes del mundo, una revolución que viene desde hace años y que recién ahora tomó color y que arrasa con todo. Nos quedamos con esta evolución de la figura de la mujer, cuya línea temporal podría ser: ÁNGELES/ BRUJAS/ MUJER EMPODERADA. Mujeres que se concebían puras, pasaron a quemar al patriarcado para por fin, empoderarse y romper las cadenas de una sociedad machista.
Bahamondes Ancamil, Alondra Micaela.
Cristofanetti, Ayelén Elizabeth.
Estudiantes del Profesorado de Educación Superior en Lengua y Literatura, en la Universidad Nacional de General Sarmiento. Los Polvorines, Buenos Aires, Argentina. Noviembre del 2021.
Ensayo en contexto de la materia Problemas Culturales Latinoamericanos, dictada por el escritor, profesor y filósofo italiano Rocco Carbone.