Prosa poética, versos-protesta por el fallo de La Haya que cercenó ricas cantidades de agua a los raizales de San Andrés y un poema de despedida a una amiga, aportes literarios de Abel José Rivera García.
PROSA POÉTICA
Fingiré que te he olvidado
Por Abel José Rivera García
No sé qué quiere de mi esta noche. La luna llena asoma a mi ventana y el cruel recuerdo de un pasado —lo que quedo de una pasión lejana— acude presto a mí, desenfrenado; asaltando la prisión de mis olvidos, liberando mis penas y dolores por los tantos desamores ya vividos. ¿Por qué se empeña la luna en recordarme a esa ingrata que olvidarla quiero? ¿Por qué si de mí ya está olvidada y de aquel amor no quedó nada, a pesar de que por ella casi muero?
Esa luna gualda y refulgente, frente a mis ojos pasa lentamente; y en la insana ilusión de mi delirio, sobre ella veo su rostro dibujado. ¿Qué significa para mí que pase ahora, ese extraño desvarío de mi consciencia?
Ha ratos pasaron los huracanes de mi pasión, y las riadas de las fuentes del placer arrastraron los vestigios de mi amor. Sin ella, me quedé sin la esperanza, me quedé sin mis canciones y poesías. Sin pensar en un mañana junto a ella. Ya no tengo miedo de estar solo; sé muy bien que hay un alba cada día, que no habrá lugar a los rencores, que podré recomenzar un nuevo amor.
Con el tiempo, aprendí a vivir sin ti, Mariú. Yo construí mi escudo con mi fe para defender mi vida contra ti, y hoy espero que no vuelvas más aquí. Te juro que desde hoy no sabré quien fuiste tú ni tampoco me interesa lo que serás y harás de tu vida.
No me creas, cariño mío, mi Mariú, siento que lo dicho no es así. Fingiré ante todos y ante ti, mis alegrías y mis sonrisas, pues jamás yo te he podido olvidar.
Sermón a un pueblo que perdió su mar
(Al primer fallo de La Haya)
¡Oh! desastre nacional
por un laudo de la Corte!
¡Malhaya sea su fallo!
Se ha perdido territorio
por el gobierno central
que vive de espalda al mar,
ellos dicen que no es nada,
que ese fallo es nugatorio
que nada se ha de perder,
si no es más que un abalorio.
¡Horror, Dios mío!
diplomáticos que mienten
porque son de cara dura:
que lo perdido no es cosa
de una gran envergadura
que al igual que con su moza,
ellos proceden con celo.
¡Qué desconsuelo!
Estupor y frustración en la población raizal
ni siquiera consultaron
cuál era su parecer
a sabiendas de que la pesca
no podrán más ejercer
San Andrés y Providencia no soportan este mal.
En virtud del dicho fallo
cercenaron ricas aguas
compungidos los isleños
y muy tristes se preguntan:
¿Si acaso no es mejor,
para evitar mal peor,
que se hubiesen anexado
como tierra de Managua?
aunque con tan pobre madre
han de morirse de hambre.
Hoy nos llaman a una guerra
de sufrimientos y males
¿Acaso saben que es la guerra
contra su mismo hermano?
¿Qué es malvada decisión
de estos gobiernos enanos?
Pues, ninguno ve causales,
mucho menos los rivales.
No existe un Plan Nacional
coherente con el turismo,
que, con pesca y conservación,
este orientado hacia el mar;
y el del presidente Santos,
ayer cadete de altamar,
sin un proyecto marino
es un puro formulismo.
¡Buen viaje, Anita Bazán!
Anita, amiga mía, ¡buen viento y buena mar!
Que tengas un buen viaje a ese hermoso país austral,
restablece los puentes caídos de tu alma herida,
restaña tu aura ensombrecida por el desdén
y la indecisión de una virtual ilusión y, ante todo,
regocíjate con nuevas amistades del mundo juglar.
Anita, amiga mía, anda sin miedos por tierras ignotas,
de nuevas visiones, gustos y sabores;
déjate acariciar por la corriente de Humboldt en Valdivia,
pasea, salta y baila en un paquebote,
y que la brisa marina acaricie tu faz
con la ternura infinita de las manos de Dios.
Anita, amiga mía, que el paseo por el malecón refuerce tu espíritu,
mira las golondrinas y los vencejos volando sin ritmo
sobre las playas de Viña del Mar,
y el corro de niños jugando en arenas,
ajenos de penas y miserias del mundo;
deleita tu gusto con frutos marinos y buenos manjares.
Anita, amiga mía, escucha los ecos de los indios Mapuches
rumiando sus penas y tristes recuerdos
de un pasado de gloria y valor,
cegados con saña del conquistador.
Anita, amiga mía, recorre en Santiago las calles
que dieron registro a la historia,
del presidente Allende, leal y valiente,
paradigma luminoso de libertad, compromiso y honor;
contempla en los muros su impronta de lucha y coraje,
tras la democracia arrancada en flor,
por la iniquidad autoritaria de bestias en armas,
que desgarra el alma de un pueblo bravío
que busca el progreso con mucha esperanza.
Anita, amiga mía, buen viaje! ¡Felices vacaciones!