Dos reseñas para este módulo: sobre ‘El inmigrante’, un relato inédito de Luis Felipe Vásquez Aldana, y sobre ‘DocuBacanería’, crónica de Alex Salebe para retrotraer recuerdos de 25 años atrás y muchos más: letras Caribe.
DEL CARIBE MÁGICO PA’LMUNDO
1.- ‘El inmigrante’, a libro de concurso de relatos
El relato inédito “El inmigrante” de Luis Felipe Vásquez Aldana ha sido seleccionado para ser incluido en la publicación del libro del II Concurso de Relatos Ángel Sanz Briz, organizado por el Ayuntamiento de Zaragoza, España 2022.
Este es un Concurso internacional de relatos cuya finalidad es dar a conocer la insigne figura del diplomático Ángel Sanz-Briz, quien finalmente trabajó por la salvación de más de 5000 judíos húngaros de una muerte segura.
Vásquez Aldana una vez más con su texto, quedó incluido en la nutrida selección de los mejores autores, en una antología que hace homenaje al diplomático y cuyos restos reposan en el cementerio de Torrero, descansa en una plaza rodeado de piedras, metáfora de cada una de las personas que hoy viven gracias a su valentía, porque como reza el proverbio hebreo en su tumba: “el que salva una vida es como si salvara un universo entero”.
Sobre Luis Felipe Vásquez, ‘El Universal’ de Cartagena, dice en palabras de Óscar Palacio Esquivel, que se trata de “un escritor colombiano que, a día de hoy, cuenta con una notable carrera en este arte. Su gran talento e intrigante estilo han hecho a sus obras merecedoras de múltiples reconocimientos, siendo el más reciente la inclusión de su relato inédito ‘El inmigrante’ en la publicación del libro del II Concurso de Relatos Ángel Sanz Briz, organizado por el Ayuntamiento de Zaragoza en España desde el 2022“.
2.- DocuBacanería, 25 años y muchos más
El próximo 24 de marzo de 2023 se cumplen 25 años del estreno del documental ‘La Bacanería, un estilo de vida’, en el canal nacional cultural Señal Colombia; son las bodas de plata de un matrimonio, o mejor, de una conexión infinita con los telespectadores y la sociedad, harta de conflictos, que desde entonces se atrevió a reconocer abiertamente la bacanería como un ejercicio de paz en el barrio barrio y en el barrio universo, capaz de llamar la atención con un grito desesperado por la convivencia, donde es suficiente identificarnos todos como personas racionales con interacciones basadas en la colaboración y la coordinación, semejante al acontecimiento biológico presente desde siempre que nos ha permitido convertirnos y evolucionar como seres humanos.
En la bacanería hay acción y emociones. Son bacanas la cooperación en el trabajo, la preferencia por el diálogo, el respeto por la vida humana y el ecosistema, como no es bacana la celebración sin control o la indiferencia o el desprecio mezquino por el dolor ajeno. Son apenas algunos de los asuntos tratados en este documental que tuve el honor de investigar y producir bajo la dirección del extinto cineasta e intelectual Hugo González y la asesoría científica y participación como testimonio y personaje de otro amigo entrañable, el médico psiquiatra Haroldo Martínez. La iniciativa fue seleccionada por el ministerio de Cultura dentro de una convocatoria pública nacional para la producción de documentales donde calificaban, entre otros criterios, la universalidad de las propuestas presentadas.
«Folclor es lo que el pueblo sabe sin que nadie se lo haya enseñado», decía el cantautor y poeta argentino Atahualpa Yupanki, en quechua, ‘el que viene de lejanas tierras a contar’. Así, la bacanería ha estado siempre entre nosotros, de tal forma que el documental ni mucho menos la descubrió ni nunca tuvo esa pretensión, aunque su investigación y puesta en común en formato audiovisual sí que la visibilizó incentivando estudios culturales y científicos que finalizaron en nuevas aportaciones culturales y artísticas como, por ejemplo, la novela ‘Historia clínica de la bacanería’ escrita por el propio Dr. Martínez que busca editorial para ver luz.
El documental, grabado en zonas urbanas de Barranquilla y centro histórico y litoral de Santa Marta, no tendría sentido sin el trabajo y cariño de todo el equipo técnico y creativo y de los bacanes y bacanas participantes delante y detrás de cámara. A los que están y a los que nos han dejado y sus familias en todo este tiempo impasible y alocado a la vez, les mando un fuerte abrazo y un expresivo saludo.
No alcanzamos a dimensionar la trascendencia de su divulgación hasta que empezamos a recibir opiniones de personas vinculadas a distintos sectores más o menos cercanos a la cultura. Llovieron invitaciones a presentar el documental en espacios académicos y festivales dentro y fuera de Colombia.
Ese mismo año del estreno (1998), el documental viajó a Ciudad de México, al Encuentro Latinoamericano de Antropología e Historia celebrado en la Universidad Autónoma de México como ponencia oficial de la Universidad Nacional de Colombia, estuvo además en los festivales internacionales de Cine de La Habana y de San Juan, Puerto Rico, y también en la ciudad de Cali en los Premios Nacionales de Artes Universidad del Valle.
“Es la nota más fresca y original de todas las presentadas. Hay una constante de violencia que abruma y escandaliza. Es el único (documental) distinto y que nos emocionó porque aporta una alternativa de tolerancia y alegría”, palabras de Víctor Gaviria, jurado de los Premios de la Universidad del Valle, reconocido director de cine colombiano que en el 98 también estrenó ‘La vendedora de rosas’, selección oficial en Cannes.
En antípodas con el contenido de la bacanería, pero sin dejar de ser una cruda realidad, su película traslada a la gran pantalla la historia tormentosa de violencia, drogas y prostitución que sacude a niños y niñas de la calle en Medellín. Para esta referencia tan precisa de Gaviria tiro de mis archivos de prensa clasificados que mi viejo, fan de la bacanería, me recopilaba con tanto esmero y amor.
La propuesta docutelevisiva de la bacanería es en el fondo una propuesta de paz y así se entiende que ahondando en la investigación, sin huir de la complejidad y realizando mesas de debate sobre la temática para escuchar diversidad de opiniones, Hugo González y Haroldo Martínez, viajaran en nombre de la bacanería, en el año 2000, a San Vicente del Caguán, con una propuesta amplia y documentada para incluir la Cultura como agente esencial en la agenda de los diálogos de paz que entonces mantenían en la Amazonía colombiana el Gobierno nacional y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC – EP).
Las relaciones bacanas son una oportunidad para reafirmar la vida y disfrutarla en su verdadera dimensión, rechazando cualquier manifestación de violencia, incluida los horrores de la guerra. En Youtube hay un resumen de 10 minutos del documental que en su totalidad tiene 70 minutos. “El odio termina estupidizando”, dijo en Uruguay el octogenario bacán Pepe Mujica cuando se retiró de la política activa. Mi voto es para que la bacanería sea milenaria.