Del poeta Abel José Rivera García —quien el sábado 30 presenta en FILBo su libro ‘Poemas al alba’—, tres tonadas, dos de ellas repletas de ironía y, la otra: puro amor-pasión, por el reconcilie.
Pez clarín cienaguero
Contra toda la notoria crispación
que por causas de la política
hoy embarga a la nación,
con mucho arte y gracia artística
sale este pez, ufano y colorido,
del fino trazo onírico y festivo
que esta vez plasma el pintor,
mirando en natural perspectiva,
desde el cristalino fondo del mar.
Pez damisela o chopita lamera,
de esas que perviven y medran
sobre los fondos de arena
circunvalando las aguas
de la local y cálida marina.
Creerán que es una bella flor
que ha nacido en altamar,
entre anémonas y esponjas,
entre almejas, algas y corales.
Viéndola bien, diremos que parece
una colorida joya con aletas
que deslumbra en el banco arrecifal.
Este íctico ejemplar de la fauna tropical,
nada raudo y elegante en el piélago caribe,
con voluptuosos contoneos y cadenciosos salticos;
bien parece que ejecuta una danza del caimán.
Es el Clarín Cienaguero que valeroso les grita:
“¡Por Dios, restauren la arquitectura,
que es la histórica heredad!”
“¡No verán otra con tan bella hechura!”
“Les pido, les ruego, ¡respeten a mi ciudad!”
(Inspirado en la obra pictórica de mi amigo Víctor Hugo Vidal, pintor y poeta cienaguero).
Para los malos políticos del Magdalena
¿De qué te admiras, fariseo? ¿Qué te sorprende,
cuando te muestran el quinto circulo de tu infierno?
Si no es chisme ni invención, que hoy todo está contaminado.
Si las aguas de tus mares y tus ríos has dejado corromper.
Si el verde de tus sierras en un desierto lo has cambiado.
Si humedales has secado con ganados y un cercado.
Si tus ojos has cegado para no ver la cruel pobreza,
de aquel lar que otrora fuera, la imagen misma del Edén.
Si por doquiera las calles hieden, cual la flor de la guinda,
o pulpa del jamanare, o las hojas acres del cortijo.
Si tú, inmerso en tu inexpugnable burbuja de perfumes,
viandas y placeres, nuestra realidad no ves.
¿Te escandalizas porque digan que, en las aguas del mar,
ya no hay ostras perleras, sino caracoles carboneros,
que en las ciénagas ya no hay nada que pescar,
o que los verdes periquitos ya no vuelan bullangueros
por los parques y los cerros de tu entorno natural?
¿Te escandalizas con la flota de miserias que lleva el río?
¿Qué te señalen lo malo que tú has hecho y también has permitido?
¿Acaso quieres tapar el cielo para que no veamos estrellas?
Y te agrupas con villanos que piensan siempre como tú.
Y cuando trasciende al mundo una verdad bien escondida,
afanoso buscas prensa, abogados y periodistas mercenarios
que te ayuden a ventear, esa azufrosa nube en que la ciudad,
o el pueblo, tristemente están envueltos, señalados, mancillados.
¿A quién tratas de engañar? Afronta esa triste realidad.
Solo el poder y el dinero llaman tu egoísta atención.
Solo te importan los votos de los ricos y los pobres más ignaros.
Por ello, dejas que invadan las calles, playones y las rondas
para que acaben de una vez, aquello que no es tuyo.
¡Vete pronto que nos ahogamos en medio del lodazal,
en la mierda, en las basuras o en la misma alcantarilla!
¡Vete pronto, satanás, no te queremos más!
Caminemos juntos otra vez
Ya es historia cuando dije ¡amémonos!
y solo el brillo de tus ojos respondió.
Bella y sublime se me hizo la ocasión
y con besos resellamos nuestra unión.
¡Hace tanto que no caminamos juntos!
que el verde pasto por donde pisas
paréceme fulgente alfombra de oro.
Hoy, más que nunca, te rememoro;
y al verte a mi lado renace esa pasión
que ha sido mi locura y mi aflicción.
Aun en tu pelo está el aroma del mar
y en tu aliento el suave arrullo del viento.
Por siempre serás mía en mi mente
pues, este amor en mi seguirá adentro
como el sol tropical, vivo y ardiente.
Y es tanta mi alegría y mi complacencia
que hoy te pido, antes que envejezca
y el frio otoñal me acoja con su abrigo,
que te quedes todo el tiempo conmigo
felices viviendo la vida que nos resta
muy abrazados sin esperar respuesta.