El director de MIBLOG toma de Facebook una nota que publicó el pasado 31 de julio, la precisa ante algún olvido y la ilustra con recorte y portada de las primeras ediciones de El Muelle.
PRODUCCIÓN ACTIVADA(II)
Cuán imperdonable es, el olvido de nombres…
(VERSIÓN PRECISADA)
Por José Orellano
Todos lo saben y ahora lo reitero: El Muelle fue un parto en papel y tamaño carta de Edgardo Caballero Gutiérrez y quien esto cuenta y firma. Se dio en pleno Noveno Sirenato Departamental de la Cumbia en Puerto Colombia, año 2004.
Fue un rebusque, eso que ahora llaman reinvento: para aquellos tiempos, Edgardo y yo estábamos varados, sin chamba y, entonces, decidimos rebuscarnos y nos reinventamos con El Muelle. Y nos fue muy bien.…
Después, gracias a Jorge Medina, pasó a llamarse El Muelle Caribe: durante una reunión informal —con el autor de esta nota y Luz Amparo Silva—, Jorge había de aportar ese complemento, que acogimos complacidos.
Con la publicidad en manos de Luz Amparo, nos fue bien, insisto. Tan excelentemente, que desprecié un trabajo en Bogotá con un sueldo aceptable, porque El Muelle Caribe nos generaba mucho más ingreso en aquellos meses de 2004-2005. Hicimos diez ediciones.
Fuera de mis textos —y algunos de Fernando Castañeda García—, en aquellas ediciones aparecieron también escritos de la adolescente Laura Carolina Orellano Silva, 14, y de la niña de seis años Claudia Marcela Orellano Silva, quien había de escribir poemas para la abuela María Elena Lizarazo. Claudia Marcela era, a su tierna edad, la encargada del control de calidad: no dejaba pasar las páginas con impresiones defectuosas. Y lo mismo hacía con afiches, folletos y periódicos políticos que, reinventados, elaborábamos en aquellos tiempos para políticos de Fonseca, La Guajira.
En 2006 dejó de circular El Muelle Caribe en papel, puesto que me vine a vivir a Bogotá y a trabajar en el Congreso de la República como jefe de Prensa de la UTL del representante guajiro a la Cámara Bladimiro Nicolás Cuello Daza, primero, y de Jimmy Sierra, después.
El 9 de febrero de 2015 —un año después de haber salido del Congreso—, empujado y motivado por José Bolaño Cienfuegos, decidí hacer reaparecer El Muelle Caribe, pero ahora en la web. De eso hace 336 actualizaciones.
Como semanario, El Muelle Caribe ha fenecido —y eso duele, como duele ser el sepulturero de un hijo: esto no ha de resultar agradable ni placentero— y, entonces, cabe precisar nombres de frecuentes participantes directos en la actualización semanal al través de los 7 años 5 meses del magazín en el ciber espacio: primero, el de los extintos Juan Carlos Rueda Gómez, José Joaquín Rincón Chaves, Arturo López Viña y Jairo Tapia Tietjen … Y, seguidamente, de Ricardo Villa Sánchez, Jaime Romero Escobar, William Gómez, Gloria Silva Lizarazo, Raúl Tadeo Brugés Fuentes, Luis Roberto ‘Pelón’ Herrera, Armando Colón Rojas, Carolina Ackerman, Alfonso Hamburger, Armando Pérez Araujo, Ramiro Díaz Romero, Henry Laguado, David Roll, Martha Lucía Ramírez, Elkin Palma Barahona, Jorge Alfonso Sierra Quintero, Ricardo Bicenty, Vilma Cepeda, Esteban Herrera Iranzo, Irama Rodríguez, Siervo Mora Monroy, David Campo Pineda, Lucía Zea Cortés, Raúl Dangond Lacouture, Guillermo Luis Nieto Molina, Oswaldo Manjarrés Fuentes, Fernando ‘El cronista soy yo’ Molina, Manuel Novoa y Chacón y José Alfredo Meza Casadiego.
De entre mis hijos(as) también hubo presencia escrita en el semanario elmuellecaribe.co —durante varios años fue com—, así:
Orellano Ripoll: José Francisco escribió un par de veces, pero no siguió.
Orellano Salas: No.
Orellano Vargas: Leonardo José anunció hace un par de meses su deseo de escribir en El Muelle Caribe, pero no cristalizó su propósito.
Orellano Silva: Laura Carolina mantuvo una columna esporádica y escribió desde Argentina, donde reside… Claudia Marcela también hizo sus incursiones escritas y elaboró crónicas de viaje, especialmente desde Italia. Al cierre del semanario, era asesora general, responsable del diseño de la portada y editora de los videos de El Impertinente.
A estas alturas de la nota, cabe destacar la publicación de crónicas y opiniones bajo la firma de tres seudónimos: Inocencio De la Cruz, El Monje y El Impertinente.
Personalmente, en terminología de las nuevas tecnologías, no puedo decir que yo desarrollé El Muelle Caribe. Lo hicieron dos profesionales del ramo, dos desarrolladores web: al comenzar, la primera presentación, el barranquillero David Rueda, hijo de Juanka Rueda Gómez, y, finalmente, el cartagenero David Barrios, el ideador del nuevo formato. El logotipo final —que será el mismo de El MuelleCaribe-MIBLOG— es del diseñador soledeño César Donado.
Pero mis agradecimientos eternos son —lo reitero— para Abel José Rivera García, Alonso Ramírez Campo, Eduardo García Martínez, Edgardo Caballero, Emiliano Pintos, Fernando Castañeda García, Fernando Mora Rodríguez, Guillermo Romero Salamanca, Jaime De Lavalle Carbonó, Jorge Agudelo Moreno, Martha Prada, Miguel Maldonado, Nury Ruiz Bárcenas, Óscar Serpa Reyes, Víctor Hugo Vidal Barrios y Fernando Barros Ángulo, por cuanto en torno a ellos giraba la generación de contenidos de las últimas actualizaciones de El Muelle Caribe. Y giraban también algunos encuentros, presenciales o virtuales, para botar corriente sobre el semanario y sus proyectos.
Imperdonable olvidar nombres, sí —y nadie quita que hoy no se me haya escapado alguno—, pero más imperdonable es endilgar méritos, sin conocimiento de causa, solo con la mala intención de querer joder, a quienes no los hayan cultivado en detrimento de quienes sí lo acreditan.
JOSÉ ORELLANO
Bogotá D. C., julio 31 de 2022
La imagen destacada de este módulo: recorte de una de las primeras ediciones de El Muelle, espacio de la adolescente, en aquel tiempo, Laura Carolina Orellano Silva.