Apoyado en amplios pasajes de ‘El príncipe’ de Maquiavelo, el docente Elkin Palma Barahona desarrolla una visión de la clase politiquera colombiana… «Nada de lo que recrea Maquiavelo en su obra escapa a nuestra realidad».
POLÍTICA COLOMBIANA
Los príncipes criollos
Por Elkin Palma Barahona-Director CEID-EDUMAG

Definitivamente, hay que ir a la facultad, no importa si es de economía, antropología o derecho, pero el ancho de la racionalidad te lo da la confrontación de ideas, la crítica, el análisis de otras posiciones cuando verdaderamente estudias. Esto es lo que sucede con tantos candidatos que, porque hicieron una maestría en la U. de los Andes sustentada con tesis clonadas, ya se creen sapientes, maestros de la política.
Podríamos decir en nombre de la democracia que todos tenemos derecho de aspirar, pero que no insulten al demo, que no asuman posturas intelectualoides, para que no avergüencen a sus seguidores, pero sobre todo a sus maestros de la escuela primaria.
Que echen una ojeada a la política de Aristóteles, hoy es muy fácil, no tienes que leerte las 412 páginas del texto, busca los resúmenes en Google. Prepárate cuando anuncien que enfrentarás un debate. Esta realidad no se entiende ni se explica por la realidad misma, hay que buscar en la esencia del ser humano, en los presupuestos históricos, sociológicos y filosóficos, para que te puedas hacer entender de tus seguidores y contradictores.
Cuando Aristóteles sentenció que los seres humanos somos políticos por esencia, quiso decir por naturaleza. Significa que no les puedes pedir a los profes que hagan política, porque hacer política equivale para Aristóteles hacer el bien, tanto que, en la misma evolución del término, se definió por los mismos griegos —incluyendo Platón, de donde se derivan los enunciados aristotélicos— que la política es el arte de servir. Para los griegos el mejor político es el que comulga con los más altos valores, el que más proyecta servicio a la comunidad. Este concepto, puede ser considerado como romántico por los políticos actuales, pero es el verdadero concepto de política, que permeo el funcionamiento de los estados que aspiraron a ser democráticos.

Desde el año 322 a.C., cuando fallece el estagirita, hasta el 3 de mayo de 1469, con el nacimiento de Nicolás de Maquiavelo, la política se comportó como debería ser, se equiparó al servicio, no al beneficio de quien la ejerce, trasegó por todos los sistemas de gobiernos en 18 siglos, hasta que un ventarrón llamado renacimiento revivió todos los elementos que engrandecieron la civilización antigua, menos la política, que en cambio la puso a los pies de un mundo corrompido y utilitarista que pareciera que hubiese tenido su origen en nuestro país.
Es esta Colombia donde encontramos expertos en ‘El príncipe’ sin haberlo leído, sin saber quién es Maquiavelo, sin haber tenido una tenue noción de su concepto de política, hoy exponen su Pd en el arte de gobernar, porque así se concibe la política desde la perspectiva renacentista. Pasa de ser el arte de servir de los griegos al arte de gobernar de Maquiavelo en el renacimiento. No es Nicolás el autor de la putrefacción de la política, el solo explica por qué se gesta tal fetidez, que impregna el escenario politiquero de occidente, y con muchas planas bien hechas en nuestra Colombia.
En el capítulo II del mismo texto Nicolas sentencia: “Los más fáciles de conservar, de todos los principados, son siempre los principados hereditarios.
Esto, porque las gentes están ya acostumbradas a que las gobierne un príncipe, y además de una familia concreta; por lo que verán en él, no solo al príncipe, sino a toda una institución de tradiciones, ligadas a este.1
No alcanzaríamos a desglosar todo el capitulado maquiavélico en este solo artículo, pero sí podemos despejar algunas ecuaciones que encontramos en nuestro vulnerado y politiquero sistema. Pero lo que con seguridad se puede anticipar, es que su sentencia: Finis iustificat significat —“El fin justifica los medios”—, frase con múltiples alas, que vuela muy lejos de los postulados éticos, si es exageradamente aplicada en todos los ámbitos de la vida política nuestra. Sería racionalmente pertinente que fuera el slogan de todos los políticos de los últimos cuatros lustros.
Pero, pueden dilucidarse otras dos ideas a favor del reyezuelo que hereda un principado, y es que existen ya personas poderosas, cuyo poder deviene de la institución dinástica que representa el príncipe, y que no consentirían un cambio de régimen, que trae siempre algún desastre consigo.2
Y que este príncipe hereditario, tiene más oportunidades de que el pueblo lo ame tanto, porque la gente suele amar lo que ya le es propio, o porque lo ha enmermelado con algún subsidio. Total, es la expresión de la moraleja del “gallo pelao”3
Nuestro autor en el capítulo XIV nos cita varios ejemplos de cómo un gobernante, por no saber cuidar lo que posee, pierde todo, como en el caso de los hijos de Sforcia, y de cómo al saber sobre ejércitos y el arte de la guerra, se han alzado grandes gobernantes como Alejandro Magno o César.
Luego en el capítulo XV se nos plantean dos ideas centrales, por las cuales sería recordado Maquiavelo posteriormente: primero, la dicotomía entre lo que debe ser y lo que es, y quizá el primer escrito que lo adopta como un planteamiento esencial para el gobierno.
- Lo que es no siempre es lo que debería ser, este es el axioma más aplicado en la politiquería local, y no hay necesidad de repetirlo ni necesidad de leer el capítulo XV.
- El buen príncipe sabe mostrarse como le conviene. De aquí que sea llamado nuestro autor como el fundador de la ciencia política moderna, pues este mismo planteamiento fundamenta la realpolitik.
La desmitificación del príncipe-filósofo que desde el mundo griego había sido el eje de un gobernante ideal, se convierte en el renacimiento en un príncipe-estratega, vilmente astuto. Así, por ejemplo, Maquiavelo no recomienda al gobernante hacerse de cuanta virtud exista, sino de cuanta virtud o defecto le ayude a mantenerse con sus dominios, y a poder dominar otros.

Por ejemplo, si le es menesteroso parecer cruel o avaro para lograr que los enemigos le huyan, o no se cuente en extorsionarlo, el príncipe debería parecerlo, pues eso le representa mantenerse con sus posesiones.4
Jajajajaja Miren lo que sentencia en el capítulo XVI: “De esta manera, si un príncipe quisiera ser tenido por generoso, corre muchos problemas, porque, si es muy generoso se agotan sus arcas, y con ello sus ejércitos, pues no hay hombres que sirvan sin que se les dé nada, y pone en riesgo todo lo que lo hace un príncipe, sus súbditos y su principado.
- Mostrarse generoso no aporta nada al príncipe. Mostrarse tacaño en cambio, no le aporta, pero no le trae problemas tampoco.
Además, a quienes beneficia, poco se lo agradecerán, pues siendo el pueblo olvida fácilmente y siendo un noble, tiene también intereses que preservar.
Y si quisiera mostrarse solo un poco generoso, nadie lo notará, y en cambio se lo reprocharán, porque la gente juzga con la medida de lo completo, y esperan una generosidad imposible5.
En cambio, si al príncipe lo tacharan de tacaño, nada pierde, pues así, a los que nos les quite nada —que son generalmente los más poderosos—, lo tendrán por bueno, y hasta por generoso, y a los que no les dé todo lo que pidan, raramente lo tendrán como enemigo.
Este capítulo es quizá uno de los más emblemáticos de toda la obra de Maquiavelo, y no faltan razones, ya que describe excelentemente los argumentos que lo llevan a concluir que vale más ser temido que ser amado por sus súbditos.
Esta conclusión se desarrolla por tres factores: primero, que, siendo tanto el ser amado como el ser temido, algo valioso y a lo que se le puede sacar provecho, es difícil que alguien sea al mismo tiempo, y por las mismas personas, tanto amado como temido.
Así que un gobernante debe entender esto, para no esperar, sino a decidirse por una, y permitir que la otra sea ocasional.
… porque es preciso confesar que más pronto olvidan los hombres la muerte de sus parientes que la pérdida de su patrimonio.
Segundo, porque a lo que se llama ser temido, no es en realidad otra cosa que la severidad del gobernante, por lo que el que espera que no se le tema, carece de todo temple, y por tanto no tiene ni el más mínimo atributo con el gobernar.
*No se puede al mismo tiempo ser amado y temido
*Se teme siempre a un buen gobierno
*No se puede hacer que alguien ame, pero sí que tema
Sobre esto vale la pena acotar que Maquiavelo habla de las penas, y de cómo la sanción ejemplar es parte de lo que el gobernante debe hacer, y de cómo debe hacerla. No debe tocar el patrimonio de las personas, sino su vida, y no tocar tampoco a sus mujeres.
Si el gobernante hace esto, se le tendrá por justo, aunque se le tema.
Y por último porque nadie puede hacer que le amen y contar con ello, así que quien espera que un pueblo lo ame, anda a ciegas y no puede valerse de ello para nada; en cambio sí se puede contar con ser temido, y con las consecuencias de ello, por lo que un príncipe sabio debe valerse de lo que puede usar, y de lo que realmente tiene.
Nada de lo que este vademécum de política moderna es, escapa a nuestra realidad, tenemos que entender porque, a estos pro príncipes de nuestro contexto no les importa meterse en la misma podredumbre con tal de recibir el favor electorero de sus temidos.
La política del miedo, la del temor, la de la guerra, la de la mermelada, pero también la de los de siempre, la de los clanes, la de las componendas, pero también la de las jugaditas, tienen su explicación en el príncipe de Maquiavelo. Uuufff… ¡Ya no te molestes en leerlo!

1 Son las castas políticas tradicionales
2 Volver a Colombia como Venezuela es la amenaza
3 https://nuestrasmiradassobresantiago.wordpress.com/2020/08/21/historias-del-dia-la-historia-de-stalin-y- la-gallina-pelada/
4 En Colombia el príncipe no aparenta ser temido.
5 Agro ingreso seguro es un excelente ejemplo
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