«No se vende»

«No se vende»

Ante la decisión de la bancada conservadora de no hacerle oposición al gobierno de Gustavo Petro, Eliecer Villar Jiménez pide la palabra, evoca a un extinto patriarca conservador y fija posición desde la base azul.

OPINA UN CONSERVADOR MOLESTO

«La dignidad del hombre no se vende»

Por Eliécer Villar Jiménez

Soy conservador desde siempre y nací en la tierra que vio actuar políticamente al más puro quizá de los militantes del partido de la divisa azul: Distracción, ‘La estrella de La Guajira’, al sur de mi península, la morada de Nicolás Cuello Maestre, ‘El viejo Colá’, a quien me refiero.

Para ser correctos con el tiempo, manifiesto que me he identificado con las ideas conservadoras desde cuando tenía 16 años, cinco antes de ser ciudadano. Y ahora, más de medio siglo después, asesorado por expertos en estos temas y conocedores de la historia de la colectividad azul, me pronuncio desde mi pueblo, en mi condición de miembro de la base de mi partido, contra recientes acciones de la bancada conservadora en el Congreso

“La dignidad del hombre no se vende” es una frase que, por allá por los años 80, acuñó ‘El viejo Colá’, quien legaría a su hijo Bladimiro Nicolás Cuello Daza la interpretación y el cumplimiento de los principios, postulados, preceptos del Partido Conservador asentado en las doctrinas de José Eusebio Caro y Mariano Ospina Rodríguez, fundadores de la colectividad.

Recuerdo que Cuello Maestre se proclamaba “conservador doctrinario” y que con su máxima sobre el decoro fustigó, por medio de una columna de opinión, a quienes, militantes del partido azul en La Guajira, participaron, para esa época, en la práctica de la compraventa de votos en unos comicios regionales, inequívoca venta de conciencia.

Desde la distancia percibo ahora a Bladimiro Nicolás, exdiputado y excongresista conservador que reside en los Estados Unidos, mirando con los ojos y la conciencia de su padre el accionar de la colectividad frente al cambio de rumbo que está tomando la gobernanza en Colombia, tras el triunfo en las elecciones presidenciales del exguerrillero izquierdista Gustavo Petro.

José Eusebio Caro y Mariano Ospina Rodríguez, fundadores del Partido Conservador.

Tengo la certeza de que, como yo (que fui de las entrañas de ‘El viejo Colá’, crecí siguiendo su ideario político), Bladimiro Nicolás no verá con buenos ojos la decisión de la bancada conservadora de no declararse en oposición de gobierno y, en cambio, se inclina por respaldar congresualmente las iniciativas ‘petroiskas’ y anuncia que esperará hasta el 7 de septiembre, cuando vence el plazo, para confirmar si se declara independiente o partido de gobierno. Nunca en oposición.

Acomodándose bajo la férula del llamado ‘Gran acuerdo nacional’ convocado por Petro, casi toda la derecha colombiana (que siempre ha comulgado con la mayoría de los postulados conservadores de la sociedad en el mundo), a excepción del Centro Democrático y movimiento minoritarios, ha decidido, desde sus diversos partidos, irse con el nuevo gobierno, identificarse con el modo de pensar de quien los derrotó en las urnas.

De esa manera, los honorables congresistas de la derecha colombiana parecen admitir que, en efecto, han de someterse a un proceso de mea culpa ante todo lo que, desde la vera contraria, se le ha endilgado durante el transcurso de los años desde 1886, cuando arrancó la República con Núñez: según los contradictores de la derecha, esta lleva más de dos siglos gobernando oligárquicamente —“la ley del embudo, lo ancho pa’ellos lo angosto pa’uno”—, una minoría gubernamental que, de generación en generación, se ha erguido como cultivadora de la inequidad, cavadora de la brecha de la desigualdad social, determinadora del bienestar para las clases más favorecidas, así como de las afugias, la pobreza y la miseria absoluta para los de abajo y los nadie. Y, además, hasta causantes de la violencia cruenta que ha pintado de sangre extensos senderos de nuestra historia.

Me identifico plenamente con la posición asumida por el entonces presidente del Partido Conservador doctor Ómar Yepes Alzate al momento de la decisión tomada por la bancada, en especial cuando él tuvo que aceptar que la derecha había sido derrotada por la izquierda, pero al tiempo salía a precisar que eso no era óbice para que la derecha desapareciera o se sometiera, mucho menos su glorioso Partido Conservador. Pero la bancada azul, pues, no dio marcha atrás, Yepes Alzate hubo de sentirse manoseado y ofendido y renunció, mientras militantes del conservatismo eran incorporados al gobierno de ‘El cambio progresista’ que arranca el próximo 7 de agosto.

Frustración, molestia, decepción total, es lo que refleja el rostro del dimitente presidente del Partido Conservador Ómar Yepes Alzate, cuando asistía a la posesión de su sucesor
el congresista Carlos Andrés Trujillo.

Después (en una actitud que me confunde como practicante del credo conservador cargado de historia) el directorio nacional del partido, al aceptar la dimisión de Yepes Alzate, da vía libre a la elección como presidente de la colectividad del senador antioqueño Carlos Andrés Trujillo, quien no solo fue el primer conservador en dialogar con Petro “para conocer a fondo su agenda legislativa”, sino que ahora se tiende como el puente para que comience a transitar sobre él el acercamiento total al nuevo gobierno. Que en septiembre se sabrá.

Trujillo, ‘sangre nueva’ en la conducción del Partido. Y, entonces, se pudiera hablar de renovación. Tan ‘renovado’ comienza a marchar el PC, que el acuerdo por lo fundamental es de la izquierda. Un sacrilegio, una absoluta falta de respeto hacía los postulados conservadores, nuestra doctrina de derecha. ¡Por Dios!, se configura una afrenta al honor conservador.

Este que comenzamos a vivir en el siglo XXI, 128 años después de que Caro y Ospina hicieran público “el manifiesto que contenía el ideario fundamental del conservatismo” es el momento más oscuro en la historia de la colectividad. Los congresistas conservadores irrespetan a quienes los elegimos, por cuanto se están sumando a un proyecto contrario a lo que ha representado el Partido Conservador. Y pienso que igual se debe estar pensando desde las bases de los otros partidos.

Amanecerá y veremos, dijo el ciego. Y es que yo quiero ver cómo, desde cuándo y hasta cuándo la izquierda radical admita su hundimiento y se haga socia y compagine con el ideario de la derecha radical.

Dios guarde al conservatismo, a nosotros, a quienes nuestros enemigos nos han denominado, peyorativa e históricamente, “godos”.

Pero sí, somos godos de convicción. Y enarbolamos con orgullo el trapo azul de Caro y Ospina. Y parafraseando a Nicolás Cuello Maestre, ‘El viejo Colá’, hoy invitamos a que “no permitamos que la mística y la ética del partido se negocien con los peores buitres, en mercados en los cuales solo se complace la política del estómago”.

Para finalizar, manifiesto que, así como el doctor Ómar Yepes Alzate dimitió, yo estoy analizando la posibilidad de renunciar al Partido Conservador.

Distracción, La Guajira, julio de 2022