Nocaut

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Miguel Maldonado Martínez analiza la primera vuelta de la elección presidencial y comenta que el debate no es entre uribismo y petrismo, sino que han primado el castigo al establecimiento y el deseo de cambio.

ANALISIS: ELECCIÓN PRESIDENCIAL

K.O. a la derecha y a Uribe

Por Miguel Maldonado Martínez

La objetividad para realizar un análisis de la elección presidencial en Colombia debe ir acompañada de la sensatez y la cordura. En unos comicios hay ganadores y vencidos. Y esta vez, ganó el deseo de cambio y perdieron los partidos y políticos tradicionales. Los clanes corruptos de cada departamento se vieron vencidos por la fuerza de la opinión.

La primera vuelta presidencial en Colombia dejó un protagonista claro, una izquierda con una votación sin precedentes y varios derrotados. El debate político ya no es entre el uribismo y el petrismo, y el castigo al establecimiento y el deseo de cambio son evidentes. La continuidad en el poder que pretendía el Centro Democrático y el estilo cizañero de su máximo líder el expresidente Uribe, que hoy en día es más expresidente que nunca, fueron noqueados. Más del 75 ciento de los colombianos votó en contra de lo que él representa, le asestaron K. O. El ascenso de Rodolfo Hernández lleva a que un político atípico y antisistema, apoyado ahora por la derecha, se enfrente en segunda vuelta a la izquierda, reunida bajo la figura de Gustavo Petro. Las conclusiones que nos deja la elección de ayer domingo 29 de mayo son las siguientes

1. La gente se cansó, quiere un cambio

Muchos apuntaban al escenario más previsible, un enfrentamiento entre el establecimiento político, dominado desde hace años por el uribismo —los seguidores de Álvaro Uribe y los dinosaurios jefes de los partidos como Gaviria, Pastrana, Omar Yépez, German Vargas Lleras, David Barguil, Dilia Francisca Toro y las mafias locales de cada departamento—, y la izquierda en cabeza de Gustavo Petro. Lo que predominó fueron las opciones alternativas.

Ese deseo de cambio se ajusta al panorama continental. No es un caso menor que en las últimas 13 elecciones presidenciales en Latinoamérica (2019-2022), en 12 países perdió el candidato que estaba en el poder: un deseo inaplazable de cambio se tomó los países latinos, la única excepción fue Nicaragua, donde Ortega metió preso a todos los candidatos y dejó solo el de él, o sea: una farsa electoral completa, ¡un sainete!

Colombia se pronunció contundentemente, a pesar de que ahora salgan tirios y troyanos a decir que más del 50 por ciento está en contra de Petro. Es un hecho real e inocultable: el gran derrotado es el sistema y el sistema es Uribe y sus aliados. Los colombianos quieren un cambio y optaron por las dos personas que, de acuerdo con las edades de los votantes, consideran que es un cambio. Los más jóvenes votaron por Gustavo Petro, y esos jóvenes están reclamando un cambio radical, fuerte. Hay un enojo enorme en la población y los electores votaron a dos opciones de cambio. La gente encontró dos cosas nuevas: una, en la izquierda, que no ha gobernado a Colombia nunca, y dos, en un candidato outsider que llega de abajo a la política colombiana con mucho discurso populista. Petro, un candidato de izquierda y alternativo, y Hernández, un antipolítico, construyeron sobre el desencanto de los electores ante los políticos de siempre.

Petro arriba, Rodolfo segundo… A definir supremacía en segunda vuelta.

2. El ingeniero, el palo de la jornada

Las encuestas bien elaboradas mostraban la tendencia en alza del ingeniero Rodolfo Hernández, quien, con un discurso sencillo no muy profundo en propuestas concretas, caló en los electores, sobre todo en los más adultos. No fue el candidato más votado, pero sí el protagonista. Con 5,9 millones de votos, 28 por ciento de la votación, el candidato independiente Rodolfo Hernández, de 77 años, acaparó todas las miradas, en tanto el triunfo de Gustavo Petro en primera vuelta lo habían anticipado todas las encuestas. La llegada de Hernández a segunda vuelta fue contundente y no pasó mucho tiempo —de hecho, fue una cuestión de horas— para que el candidato de la derecha y de los partidos tradicionales, Fico Gutiérrez, anunciara que apoya al llamado «Ingeniero» de cara a la elección definitiva el 19 de junio. Hoy los colombianos tienen dos alternativas en esta contienda electoral, que se aproxima: está a 19 días, exactamente. “Al saber que nuestra posición es determinante para el futuro de Colombia hemos tomado una decisión que la queremos comunicar al país”, dijo Gutiérrez antes de anunciar su respaldo a Hernández.

Rodolfo Hernández celebró rápidamente su paso al balotaje el domingo: “Hoy ganó la nación del trabajo. Hoy ganó la nación de la honestidad. Hoy ganó el país que no quiere seguir, ni un solo día más, con los mismos y las mismas que nos han llevado a la situación dolorosa en que hoy estamos”, dijo Hernández en su discurso tras pasar a segunda vuelta, un discurso que no hizo ante una gran audiencia sino en su totalidad por internet, desde la cocina de su finca.

Hernández se presenta como el candidato anticorrupción —a pesar de las investigaciones en su contra por el mismo delito—, antisistema, antipolítico e irreverente. La fórmula que lo llevó a la Alcaldía de Bucaramanga le sirvió en el ámbito nacional.

Rodolfo Hernández tiene mucho espacio para crecer porque no era tan conocido a nivel nacional hasta ahora. La gente que no está de acuerdo con Gustavo Petro sabe que con Rodolfo puede ganarle al líder la Colombia Humana, al candidato del Pacto Histórico. A último momento, en las últimas semanas, otro candidato populista y por eso Colombia va a una segunda vuelta entre dos modelos de populismo o entre dos propuestas populistas: una de izquierda, y otra —diría hasta cierto punto— de derecha, aunque realmente es muy difícil ubicar a este personaje, Rodolfo Hernández, como una suerte de Trump colombiano.

3. Petro, en 2018, 4.859.069 votos… En 2022, 8.527.768 o sea:  3.668.699 más

No había una encuesta en Colombia hecha por firmas autorizadas que no diera el mismo resultado: Petro no ganaría la primera vuelta. Se daba por descontado, que Gustavo Petro iba a llegar a segunda vuelta. Sin embargo, muchos contemplaban un triunfo en primera vuelta. El resultado confirmó que Petro es el líder en la votación. Desde su triunfo notorio en las consultas interpartidistas —y el desempeño destacado de su entonces rival Francia Márquez, quien lo acompaña como candidata a vicepresidenta—, Petro perfilaba lo que ahora es un hecho: es la primera vez que un candidato de izquierda consigue una votación tan alta y la primera vez que un candidato de izquierda lidera en primera vuelta.

Petro sacó 8.5 millones de votos, el 40 por ciento de la votación. En las pasadas elecciones presidenciales, en 2018, Petro obtuvo el segundo lugar por detrás de Iván Duque, quien desde entonces ha sido el presidente de Colombia. Petro obtuvo 4.855.069 votos en primera vuelta (25,8 por ciento), y 8.040.449 en segunda (41,77 por ciento), según datos del Consejo Nacional Electoral.

Gustavo Petro aumentó alrededor de 500.000 votos, en primera vuelta, con respecto a la segunda vuelta de 2018: una cifra significativa.

Nunca antes un candidato de izquierda había liderado la primera vuelta: Petro fue segundo en 2018, Clara López fue cuarta en 2014, el mismo Petro fue cuarto en 2010 y Carlos Gaviria fue segundo en la primera y única vuelta en 2006.

La pregunta que nos hacemos los analistas es si Petro puede seguir creciendo en votantes o perdería en segunda vuelta. ¿Llegó a su techo electoral o recibirá los votos del centro?

4. No más Uribe, el fracaso de Fico

Federico “Fico” Gutiérrez llegó a primera vuelta con las banderas de los partidos tradicionales y de derecha: el Partido Liberal, el Partido Conservador, el Partido de la U, el Partido Cambio Radical, el partido cristiano MIRA y, sin hacerlo completamente explícito, el partido de Gobierno, el Centro Democrático, liderado por elexpresidente Álvaro Uribe Vélez. Era toda la clase política apoyando a Fico, pero no llegó. Pesó mucho la vinculación de Fico con el Gobierno del presidente Duque, quien lo ha hecho muy mal.

Fico no pudo quitarse la máscara de ser el candidato de Uribe, y la gente lo sabía y lo sabe. Aunque en varias entrevistas y debates Gutiérrez repitió que no era el candidato de Uribe y que no representaba el continuismo de Duque —refiriéndose, por ejemplo, a que en la elección para la alcaldía de Medellín derrotó al candidato del uribismo en 2015—, el respaldo del establecimiento y de los políticos uribistas —empezando por el precandidato del Centro Democrático Óscar Iván Zuluaga— lo ubicaron como el candidato de los votantes tradicionalmente uribistas.

Lo sorprendente de esta elección es que se han descompuesto los modelos tradicionales de lectura ideológica
y programática en Colombia.

Además, al decir frontalmente que representaba todo lo que no es Gustavo Petro, Fico Gutiérrez se consolidó en un extremo de la polarización en Colombia. Toda la campaña giró en torno a un blanco y negro: Fico se mostraba como la opción anti-Petro. Pero eso no caló en los electores como se esperaba y se puso de manifiesto desde el ascenso en las últimas semanas de Rodolfo Hernández, quien no entró en esa retórica.  Si Fico Gutiérrez no logró llegar a la segunda vuelta es precisamente porque fue identificado como un candidato uribista. Y en las urnas, Colombia dijo claramente «¡No más Uribe!».

Con un Uribe ausente de la campaña por cuenta de las investigaciones en su contra y un Gobierno de Iván Duque bastante impopular, Federico Gutiérrez al parecer heredó mucha de la imagen negativa que el Centro Democrático tiene en el país a pesar de que no era su candidato oficial: tras un Gobierno con mucha desfavorabilidad, que enfrentó grandes protestas sociales, la clase política, que en los últimos 20 años gravitó alrededor del uribismo, quedó señalada como la que había que derrotar.

Lo sorprendente de esta elección es que se han descompuesto los modelos tradicionales de lectura ideológica y programática en Colombia. El uribismo, que dominó el panorama político —con el paréntesis Santos— ha sido, en este momento, el causante de que fallara la aspiración de Fico Gutiérrez en la medida en que nadie quería tener al presidente Duque ni al expresidente Uribe como los referentes de esta campaña.

5. Fajardo y su tibieza lo hicieron pasar pena a él y al centro

Las encuestas acertaron en mostrar la caída vertiginosa de Sergio Fajardo, pero el resultado fue peor. El candidato de la coalición Centro Esperanza, quien en 2021 destacaba en los sondeos, quedó muy comprometido tras las consultas interpartidistas, en las que, a pesar de ganar en su alianza, obtuvo menos votos que la segunda aspirante de la consulta del Pacto Histórico, Francia Márquez.

Y en primera vuelta el centro decreció significativamente con respecto a la consulta de la coalición. Pasó de 2.1 millones el 13 de marzo en la consulta a unos 888.000 votos de Fajardo en primera vuelta. Eso quiere decir que Fajardo no recibió el apoyo de quienes votaron en esa consulta, cuando obtuvo 723.000 votos.

La campaña de la Centro Esperanza estuvo marcada por el caos: semanas de incertidumbre y disputas para conformar la coalición, los ataques entre sus miembros, la renuncia de Ingrid Betancourt a la coalición, la baja votación en las consultas y el derrumbe de Fajardo en las encuestas.

En 2018 Fajardo se quedó por fuera de la segunda vuelta, siendo tercero con 4.6 millones de votos. Ahora, cuatro años después, perdió el 80 por dciento de sus votos. Hace cuatro años Fajardo fue criticado por no participar en el debate de segunda vuelta y votar en blanco. Esta vez está por verse si apoyará a alguno de los candidatos, si dejará a sus votantes personales libres para escoger. Y también está por verse cuál será el futuro de la coalición de centro.