Ensoñaciones desde el terruño, clamores de paz con Petro presidente y admisión del otoño como estación cronológica que no se arredra frente al amor… Las aportaciones literarias de Abel José Rivera García para esta actualización.
Ensoñaciones
Por Abel Rivera García
Desesperado por el intenso e insoportable calor de una mañana de abril en mi terruño, camino raudo y me dirijo a la plazuela de la Iglesia Mayor de El Banco, anhelando el sosiego de la apenas fresca brisa del Perijá, saturada de humedad a su paso por la ciénaga de Palomeque y a través del rio Magdalena. Con la mente entorpecida por la canícula, y sin duda en un febril e hipnótico estado, hállome recostado sobra el espaldar de la banca, con la camisa medio abierta y los brazos en cruz.
En tal sopor me encuentro, y como en un mágico ensueño, percibo las primeras caricias de las suaves ráfagas de viento, que acercan a mis oídos el melodioso canto de las gráciles ninfas pocabuyanas en medio del río, que danzan en sus aguas al ritmo de la cumbia “La Piragua”, del maestro compositor José Benito Barros; quizás motivadas para llamar la atención y enamorar al robusto mulato que boga un champán con destino a la población ribereña de Talaigua Vieja, con un cargamento de míticas quimeras, luces y colores de arcoíris, e iridiscentes colibríes, que sin cesar emergen a bocanadas del fondo de la barca. Solo el tañer de las campanas de la iglesia, llamando a la misa de la tarde, logró disipar mi bella ensoñación.
Ábrete flor de la paz
Ahora que ha triunfado Petro
sobre un lago de lágrimas,
en medio del tremedal,
ante Dios mi ruego impetro
que deje ya de sangrar
nuestra Colombia querida
¡por culpa de esos malditos!
Clamando la paz a gritos
la hermosa flor de humedal
oronda emerge del lodazal
¡Vaya que hecho inaudito!
Solo quiero imaginar
cómo les ha de quedar
la cara de los corruptos
que en su mente solo creen
que la patria es un negocio.
para su voraz consorcio.
No dejemos marchitar,
hoy la deseada paz:
es un árbol de alegrías,
con mil pájaros trinando,
que tras esa dulce miel
¡Van colombianos clamando!
Otoño de mi vida
El otoño de la vida en mi rostro ya se marca,
es momento de inquirir por mi existencia;
y no es más, que le tema yo a la parca,
ni menos, que estar bien con mi conciencia.
Si hay amores, he de sentirme muy contento
de tener una ilusión, de soñar con mi amada,
de, en requiebros, quedarme sin aliento
y tal vez, alegre, cantar una tonada.
Aun me inquieta la cascada de tu risa femenil
que inicia el fuego, que mi pasión alienta
para que mi amor en tu candil se encienda.
Ven a mí, huidizo sosiego, y ya verás
que sacaré fuerzas del fondo de mi ser
y a partir de hoy, mis penas dejo atrás.
Porque sé que no se arredra un gran amor
ya tomo el riesgo de volverme a ilusionar.
¡Que me importa!, me llenaré de valor.