Prosa y poemas

Prosa y poemas

Inspirado en el cuadro ‘Sueños de lecturas’, del maestro banqueño Ángel Almendrales, el poeta samario Abel Rivera García presenta el relato ‘Ensoñaciones’ y los poemas ‘Tu recuerdo bajo la lluvia’ y ‘Tú no sabes de mí’.

RELATO CORTO 

Ensoñaciones

Por Abel Rivera García

Obra del maestro Almendrales.

Desesperado por el intenso e insoportable calor de una mañana de abril en mi terruño, camino raudo y me dirijo a la plazuela de la Iglesia Mayor de El Banco, anhelando el sosiego de la apenas fresca brisa del Perijá, saturada de humedad a su paso por la ciénaga de Palomeque y a través del rio Magdalena.  Con la mente entorpecida por la canícula, y sin duda en un febril e hipnótico estado, hállome recostado sobra el espaldar de la banca, con la camisa medio abierta y los brazos en cruz.

En tal sopor me encuentro, y como en un mágico ensueño, percibo las primeras caricias de las  suaves ráfagas de viento, que acercan a mis oídos el melodioso canto de  las gráciles ninfas pocabuyanas que, en medio del río, danzan en sus aguas al ritmo de la cumbia “La Piragua”, del maestro compositor José Benito Barros; quizás motivadas para llamar la atención y enamorar al robusto mulato que boga un champán con destino a la población ribereña de Talaigua Vieja, con un cargamento de míticas quimeras, luces y colores de arcoíris, e iridiscentes colibríes que, sin cesar, emergen a bocanadas del fondo de la barca. Solo el tañer de las campanas de la iglesia, llamando a la misa de la tarde, logró disipar mi bella ensoñación.

Tu recuerdo bajo la lluvia

Tarde de cielo gris y bajo.
La lluvia cae llena de melancolía,
triste te evoco en lejanía 
y forzado mi ánimo amortajo.

Añoro tus besos, tu arrullo y tu andar;
quisiera volar para ir a encontrarte
en el soleado camino de un encuentro de amor
y llenarte de rosas, nardos y pompones;
con mis labios toquetear sin prisa 
tu largo cabello de ardientes pasiones; 
ahora que un trueno mostró tu resplandor.

Pero me supera la congoja: que me rasga el alma,
que me ata de manos, que me amarra los pies,
¡que no te veo!, ¡que no te tengo!
Oh! ¡Amada mía, que crispación!

Espera, chalupero

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¡Espera!  ¡Espera un poco, chalupero! 
Mi amada viene ya por el callejón  
me embarga una cruel desolación 
pues, yo sin ella me muero.

En la barca “El Negrito José” 
hoy se va para Barranquilla 
y comienza mi pesadilla; 
con un adiós y su imagen, 
muy triste me quedaré.

Por lo que más quiero, te juro 
que yo esperaré por ti, 
solo, en la tierra en que nací, 
de eso estaré seguro.