Una botella de vinagre casero consolida lazos de amistad y expresa sincero aprecio en La Guajira. Y al mejor futbolista del mundo, Luis Díaz, le obsequiaron una, llevada hasta Barrancas. Guillermo Romero Salamanca lo cuenta.
«!Qué detallazo!, primo»
Eso gritó Luis Díaz al recibir una botella de vinagre casero
Por Guillermo Romero Salamanca
El futbolista Luis Díaz descansa por estos días en Barrancas, su tierra natal, y el periodista Álvaro Alcides Álvarez —el ‘Triple A’— fue a visitarlo a su casa, donde estaba reunido con su familia.
El papá del periodista quería conocer al ídolo personalmente y le llevó, desde San Juan del Cesar-La Guajira, un obsequio, apreciado por la cultura peninsular y que sólo se les brinda a los amigos: vinagre casero.
El jugador, tan pronto vio a los visistantes, los saludó y, emocionado, le dijo al padre del comunicador: “Un abrazo, primo”
Y se confundieron en un prolongado apretón que se da entre un ídolo y un seguidor.
—“El mejor jugador del mundo, Lucho. Qué placer tenerte en mis brazos”.
«Gracias por ese apoyo incondicional que siempre me da, mi hermano, qué grande».
En ese momento el periodista le entregó el regalo.
«¡Qué detallazo!, primo», le contestó emocionado el jugador.
En La Guajira, a platos como el salpicón de chucho, arroz de camarón, iguana guisada con coco y el famoso friche —una fritura a base de chivo— no les puede faltar el vinagre.
Dice Sandra Díaz, experta en comida costeña, que el vinagre contiene cebolla morada, ají dulce, rama de cebollín, ajos picados o machacados, pimienta de olor, comino, sal, color, panela, finas hierbas y agua.
Al vinagre, desde luego, en cada región, municipio o familia, le dan sus toques personales, en cantidades y en pique.
Para el investigador Diógenes Armando Pino Ávila, oriundo de San Miguel de las Palmas de Tamalameque —donde alguna vez apareció ‘La llorona loca’ y que contó el maestro José Benito Barros— en todas las casas hay una botella de vinagre.
«Como una reina en su trono, en las sencillas y modestas mesas de comedor de los pueblos del Caribe colombiano, sin importar credo, raza, condición humana y económica de las familias, siempre había en el centro de dichas mesas una botella de vinagre casero, vinagre criollo le decían también. Su contenido estaba formado básicamente por agua, sal y panela, cebollas picadas en cuadritos, ajo previamente machacado, un poco de pimienta negra molida, ajíes picantes o dulces según el gusto, los demás ingredientes varían de acuerdo con el gusto y las costumbres», precisa.
Cuenta que es una tradición centenaria y que se ha conservador el ritual: “Al sentarse a manteles, después de bendecir los alimentos, la familia esperaba que uno de los mayores, como si fuera un ceremonial, destapara la botella del vinagre y escanciaba en su comida un poco de ello, a partir de ahí, de acuerdo con el gusto de los comensales, utilizaban dicho aderezo, principalmente en el sancocho o caldo. En otras casas, la botella la mantenían en la cocina y cuando preparaban los alimentos, había un momento de la preparación en que se le agregaba el vinagre a los alimentos de acuerdo con el gusto de quien cocinaba”.
De todas formas, Luis Díaz no para de dar sorpresas con su forma de ser y de dar a conocer en el mundo aspectos de su cultura guajira. En hora buena.
Imagen destacada del Instagram de Álvaro Alcides Álvarez: muestra al papá de este, cuando obsequiaba con una garrafa de vinagre casero a Luis Díaz, en Barrancas, La Guajira.