En modo libro

En modo libro

Desde Soledad-Atlántico, Fernando Castañeda García rescata la poesía inédita de Gabriel Escorcia Gravini en un ensayo revelador que entrelaza historia, arte, lírica y pasión literaria: El amor y la muerte.

Imagen de portada: una ilustración por Inteligencia Artificial, correspondiendo a una solicitud del director de El Muelle Caribe. Así recrea IA un ‘Alma Lírica‘.

Con Gabriel Escorcia Gravini, más allá del tiempo, el ensayo se viste de arte y se mete en el laberinto del poetautor de ‘La gran miseria humana’

Portada de El amor y la muerte en el laberinto del poeta y contraportada con la fotografía empotrada del autor.

Por José Orellano

Estamos en modo libro. Y no solo en Corferias y en Bogotá, sino en todo el país: FILBo.

En medio de las expectativas que este tradicional evento despierta en los estamentos académicos —y en el público en general—, y aunque no esté en la FILBo, El amor y la muerte en el laberinto del poeta es un título que, desde Soledad-Atlántico, entra también en modo libro.

De la autoría del soledeñísimo Fernando Castañeda García, se trata de un ensayo sobre una obra inédita de su conterráneo, el poeta Gabriel Escorcia Gravini: Alma lírica.

El amor y la muerte en el laberinto del poeta está ad portas de su publicación y son tres los escenarios en los que se presentará, aunque ya comenzó su preventa. “Muy pronto lo tendrán en su biblioteca”, dice Castañeda García. “Para mayor información, comuníquense con los números móvil 3008587019 y 3003989052”.

Fernando Castañeda García y José Orellano, en uno de sus tantos encuentros en el terruño de ambos: Soledad.

El hotel ‘Campanario del Río’, en Soledad; el auditorio de la Universidad Autónoma del Caribe de Barranquilla y la Biblioteca Departamental Meira Delmar del Atlántico acogerán a quienes decidan acompañar al autor en tales encuentros con su obra: tres conversaciones en torno al libro, editado por Editorial Casa Vargas.

Curtido en las lides periodísticas —en sus diversos géneros—, Fernando Castañeda García ha estado vinculado a la revista ‘Barranquilla Gráfica‘ y a los periódicos ‘El Nacional‘ y ‘Diario del Caribe‘, ya extintos. Ha sido editor del portal de noticias ‘Contraste.com‘, colaborador de www.elmuellecaribe.co, director y editor de la revista ‘El Transeúnte‘. Además, ha realizado programas en la radio y publicado tres textos ilustrados sobre la historia de Soledad, su terruño, donde nació el 10 de junio de 1955: ‘Nuestra historia ilustrada‘ y ‘Soledad: Trazos e historia‘, este último en dos ediciones.

Maestro en Artes Plásticas por la Escuela de Bellas Artes–Universidad del Atlántico, el autor del nuevo libro se desempeñó como docente en el área del arte en el colegio Andrés Rodríguez Balceiro, de Sahagún-Córdoba, en el Centro Auxiliar de Servicios Docentes C.A.S.D. Ambrosio Plaza, de Sabanalarga-Atlántico, en el colegio Biffi La Salle, de Barranquilla, y en la Universidad del Atlántico, en el programa de Educación Artística para docentes de la Educación Básica.

No solo cronista y docente, sino también poeta, escritor, actor y pintor —más allá de “músico, poeta y loco”—, su obra pictórica ha colgado en exposiciones individuales y colectivas tanto en su pueblo y el Atlántico, como en los planos regional, nacional e internacional.

Collage: Castañeda García en el evento anual ‘Entre tumbas‘, que tiene por escenario el ‘Cementerio viejo‘ de Soledad —bautizado ‘Gabriel Escorcia Gravini‘—; después, Federico Santodomingo como partícipe y, seguidamente, Castañeda García con ‘Tito‘, célebre personaje soledeño; con el diplomático Germán Grisales o ‘El pintor de la Morisqueta’ y Alberto Escobar o Nithuscecilius; con José Orellano y con el también periodista Pedro Lara Castiblanco. Amigos de siempre.

Un inquieto sin tatequieto alguno por lo artístico y cultural —extraordinario palmarés en tales áreas—, Castañeda García elaboró el proyecto mediante el cual se creó el Instituto Municipal de Cultura de Soledad, hoy Secretaría Municipal de Cultura. Ha sido fundador de la Casa de la Cultura de Soledad, socio fundador y primer presidente de la Asociación Departamental de Casas de Cultura del Atlántico, actor del grupo ‘Teatro Bellas Artes‘ y actor y director de teatro en Sahagún (Córdoba).

Él ha invitado a un par de colegas suyos —el poeta Federico Santodomingo y el cronista José Orellano, visitantes de ‘El patio de los vientos creativos’, donde se come mango acompañado de tinto y se habla de todo— a que escriban prólogo y epílogo de El amor y la muerte en el laberinto del poeta.

Comencemos con el prólogo:

«El poeta Escorcia Gravini, se defiende más allá del tiempo.

Constituye un verdadero privilegio, hoy que los únicos que hablan de publicaciones inéditas son los concursos literarios, amañados, incluso para pagar a los ganadores, que me haya correspondido escribir una pequeña nota sobre textos inéditos del poeta, Gabriel Escorcia Gravini, precedidos por el prólogo —‘El amor y la muerte en el laberinto del poeta’ del maestro en Artes plásticas Fernando Castañeda.

Federico Santodomingo.

Desde que aparecieron los periódicos con sus suplementos literarios acabaron con el ensayo y nos impusieron los artículos que a la luz de hoy se duda de sus lecturas por la aparición de modernos medios más democráticos que acabaron con la odiosa elitización de quienes dirigían estás páginas. Solo en las revistas universitarias indexadas se publican ensayos de una densidad tal que sólo los académicos los pueden leer como los iniciados de algunas organizaciones religiosas.

Alma Lírica, recupera para los lectores gozosos e históricos, poemas románticos e inéditos del poeta, Gabriel Escorcia Gravini. Fernando Castañeda, artista plástico, en un texto previo, traza una ruta histórica del bardo, construcción acertada en el análisis literario de su poesía. Son poemas revolucionarios, si miramos que el bardo mismo, contando con la anuencia de su familia, se rebela a su desgraciada circunstancia de una maldita enfermedad considerada como tal por la iglesia por lo tanto incurable para la medicina de la época.

Alza su voz en el amor para conquistar el corazón de las damas, nada fáciles, ante los embates de un nocturnal poeta de palabra metafórica, alzándose como Cupido, maltrecho, pero con la insistencia para conquistar a la amada.

Fernando Castañeda García en uno de sus quehaceres artísticos: la pintura. Y el tema, ‘El butifarrero‘, expendedor de ese pasaboca que hace inolvidable a ‘La mona‘, la extinta madre del pintor soledeño, Eufrosina García.

Me recuerda el poema —El ladrón de miel— de Teócrito, cuando Venus le recuerda riendo: “El llanto deja, /porque tú eres pequeño cuál la abeja, / y es mil veces más ruda/ la herida que haces con tu flecha aguda”.

Sinceramente vale la pena leer estos poemas que conocerán su edición con la visión de Castañeda de este gran poeta de la soledad de Soledad, quien, con este poema bello, incita a seguirlo: “Quizá la pluma del poeta / y el pincel inspirado, / no puedan con luz secreta/ copiar el ocaso erguido/ de hermoso color violeta”.

Y si no pues, este otro verso: “La crítica aquí de este vasito/ amargas gotas de veneno prueban”.

Confirmado así que a pesar de las dificultades personales y víctimas de ese centralismo excluyente, en lo literario, el vate soledeño “Se defiende más allá del tiempo”.

Federico Santodomingo».

Y sigamos con el epílogo:

«En este mundo de ‘miserias humanas’

En un mundo plagado de ‘miserias humanas’, una y otra vez repetidas, mi cómplice de la palabra, pintor Fernando Castañeda García, ha tomado como pinceles infinidad de locuciones del español —¡algo más de 10.500!— y, a punta de ellas, ha pintado cuadros de historia, tras haber recreado, durante semanas, meses y hasta años, su espíritu investigativo.

Fernando ha desempolvado añejas comparticiones de recuerdos con representantes de generaciones anteriores y —más allá de aquellas artificiosas poses de pseudo historiador de pacotilla asumidas por más de un morador del mundo— comienza a caminar rumbo a investirse como genuino historiador del y sobre el terruño que nos parió.

Cuadro terminado: butifarras.

Gracias a este ensayo he aprendido vivencias del autor de ‘La gran miseria humana’, nuestro conterráneo muchísimo más allá de lo que la tradición, en boca de papá y mamá, del extinto don Rafael Orozco y del mismo Fernando —en nuestros encuentros de colegas— me transmitieron como historia y como leyenda de inmenso valor no sólo para mí querida cuna sino para el universo literario.

Deposito este ensayo, pues, en la ‘celda cristiana’ de mis saberes’ —reconozco que me he ‘robado’ varias expresiones contenidas en el trabajo que comento—, donde por siempre debe reposar el nombre de Gabriel Escorcia Gravini, sólo su nombre, porque, necesariamente rescatada a partir de este momento, su obra literaria, como las aves de los poetas, ha de ser libre por siempre y ha de volar el mundo impulsada por las alas que le otorga la condición de haber sido creada por una figura de las letras, muy representativa e importante en su momento existencial: Gabriel Escorcia Gravini.

José Orellano Niebles-periodista».