‘Canto del mar’ es título de uno de los libros del galeno samario Alfonso Noguera Aarón y en el cual se incluye el poema ‘Alcatraz’, escrito en enero de 1966.

¡Alcatraz!

Del libro:
‘Canto del mar’
Autor:
Alfonso Noguera Aarón
Creación:
Enero de 1996
Desde una enorme piedra de granito,
en el arrebol vesperal del arrecife
divisaba el plácido vuelo entretenido,
de una bandada de alcatraces del Caribe;
al cielo se remontaban aleteando,
en espirales que en lontananza se perdían,
y de súbito, hacia mi vista acudían,
alegres, confidentes, revoloteando;
clavados, piruetas, danzante vuelo,
con elocuente lenguaje me arrobaban,
alegría, tristeza, sentía en mis adentros,
mientras uno a la piedra se acercaba.
Desde el alma sin contenerme pregunté:
¿Cuánta alegría al volar se experimenta?
dime… ¿Qué sientes con el mundo a tu merced?
para ti no hay países, documentos ni fronteras,
y el oleaje rebramante, tumultuoso ni te toca;
infiero que no hay tedio ni pesares en tu vida,
pues buceas, vuelas, nadas y caminas,
y al zambullirte, el manjar vivo lo derrochas;
por amores no pregunto, yo envidio tu donaire
y vergüenza siento de sentarme aquí en tu reino,
donde no hay lujurias, envidias ni maldades,
y perdón te pido, en nombre de mis hermanos,
soberbios, necios, llenos de vanidades,
que al decirlo, ¡Oh!, manso, buen amigo,
el llanto en mis adentros ya no aguanto,
y por respuesta, dame si es preciso,
un solemne, merecido y digno picotazo.
¡Quédate ahí, ¡Oh, venturoso, buen amigo!
¡También esa piedra es tu morada!,
sonrió el alcatraz en su lenguaje
y con su mirada hacia el abismo,
contempló conmigo aquel edénico paraje;
con sus ojos perlados de expresiva calma,
angelical, dulce, ingenuo, entonces me dijo:
¡También tus hermanos tienen alas en el alma!
¡Ellos tienen llanto y risa de niño!
mas… ingénita fuerza al hombre tienta,
y no hay modo de escaparse del dilema,
para ver, si libre, decide por su cuenta,
el bien que eleve tu humana condición,
y volar consigues ya libre de cadenas
a las alturas más sublimes, de toda la Creación;
por tanto, te lo digo, ¡Oh, poeta, amigo, hermano!
que el humilde aleteo que hoy tú me observas,
no es más que un simple salto, en comparación,
al raudo, infinito vuelo del ser humano,
liberado al fin de la codicia y la soberbia…
¡Su más negra y absurda perdición!

Crédito: imágenes de https://www.shutterstock.com/