En ‘La ruta de las bahías’-Mar Caribe, desde Bahía Honda-La Guajira, hasta Pozos Colorados-Magdalena, se forma una herradura natural: Taganga. A ella le canta el médico samario Alfonso Noguera Aarón.
EN LA RUTA DE LAS BAHÍAS…
¡Taganga…!
Del libro:
Canto del Mar
Autor:
Alfonso Noguera Aarón
Creación:
Julio de 2002
Ay, Taganga…
si vivir por siempre pudiera,
vigía yo fuera de tu cielo
y en mi errante lira marinera
adorarte quiero en mis anhelos;
Taganga…
eres altar de mis recuerdos
y en mi corazón te arrullo,
eres suspiro de olas,
de palmar indumento
que el marinero implora
en tu camino de vientos.
Taganga…
Tu mansa mirada
del corazón me arranca,
los versos más sublimes
que en pétalos de nácar,
te vengo yo a ofrendar;
y en tu senda de cardos
mi memoria desgranar,
hasta el día primero
que floté en tu mar.
Ay, Taganga…
en alas de mi ensueño
desde siempre te contemplo,
y mi espíritu se mece
dichoso en tu palmar…
es que te llevo bien adentro
y tu nombre yo lo aviento
cual jubiloso himno de mar;
y en mi alma ya pincelo
al embrujo del Caribe
profundo en tu bahía,
cobijado entre los cerros,
derroche azul intenso
dormido entre el tunal;
es que ingenua ya te veo
de los siglos guarnecida,
elevada hacia los cielos…
¡Conjurando al mundanal!
Reflexiones: Ay, Taganga, así como te he amado y te he venerado por tu belleza marinera y por la bondad y gracia ancestral de tus hijos, hoy también te imploro que me escuches por el bien supremo de tu historia y tú bienestar. Cuando no estoy entre los tuyos, que son lo mismo que mis sueños, siento que pierdo el tiempo y malgasto mis ojos en ver otras bellezas marineras que no aplacan mis ganas de vivir y de sufrir por causas nobles y dignas.
Verás, pues, que no tengo más poder que el que me otorgan las ganas de verte limpia y digna y así he creído decírtelo en mis modestos versos que le arranqué a mis insomnios para dártelos, pero hoy con grande grima te veo envuelta en bullicios callejeros y revuelta de basuras y detritos plásticos que empuercan las impolutas arenas de tus playas y la diáfana lumbre del mar que te da la vida y a la vez te adorna y te enaltece.
Taganga: Hay que recuperar tus ancestrales tradiciones, la blancura de tus playas bajo tus soles radiantes, la cristalina pureza de tus mares, la tranquila alegría de tus calles, el rumor de la brisa y de las olas en tus noches estrelladas.
Taganga, sólo te queda despertar de tus quebrantos y empezar desde hoy mismo la reconstrucción de ese pueblo que desde siempre anhelé tener por patria marinera:
“…es que ingenua ya te veo
de los siglos guarnecida,
elevada hacia los cielos…
¡Conjurando al mundanal!”.