Bellos versos

Bellos versos

Con prólogo del poeta Jorge Valencia Jaramillo, el libro de «bellos-versos» ‘Las tribus del aire’ del escritor barranquillero Jairo Mejía Cuello, vuela entre firmas hacia un ‘universo onírico’. Filbo-abril 25.

Imagen de portada: sobre una fotografía tomada de www.freepik se empotra la portada del libro ‘Las tribus del aire’ tratando de recrear la escena hasta la cual la poeta Carolina Bustos Beltrán eleva la obra del escritor barranquillero.

NUEVO LIBRO DE JAIRO MEJÍA CUELLO

‘Las tribus del aire’ o
«un universo onírico»

Este jueves 25 de abril, en Filbo, firma de autógrafos en interacción personal del autor con el público: amigos, seguidores, admiradores… Allí estaremos.

Jairo Mejía Cuello y su afición: leer y exhortar a la lectura.

Gracias a una invitación del abogado y escritor barranquillero Jairo Mejía Cuello, El Muelle Caribe se asomará este jueves 25 a la Feria del Libro de Bogotá.

Asistiremos entonces a una tertulia abierta que protagonizarán colegas, amigos y admiradores de Jairo, así como espontáneos asistentes al acto de firma de ejemplares del libro de poemas ‘Las tribus del aire’ de la autoría de Mejía Cuello.

En la contraportada de esta obra, la poeta Carolina Bustos Beltrán sostiene que la poesía de Jairo Mejía Cuello “nos acerca a un universo onírico, en el que los fantasmas deambulan por los versos insinuando murmullos envueltos de añoranzas”.

El poeta Jorge Valencia Jaramillo —escritor, economista, periodista y político, entre otros— escribe el prólogo y allí dice que «el poeta Jairo Mejía Cuello resulta ser un gran productor de metáforas, las va elaborando y urdiendo como aquellas mujeres, ya casi mitológicas, que arman los collares de perlas en países lejanos».

Fernando Denis.

«Porque además de productor de metáforas, Jairo se sale de la realidad con gran facilidad con tal de armar sus versos, pues él se siente como un fantasma, igual a todos aquellos que deambulan junto a él», agrega Valencia Jaramillo.

El epílogo de ‘Las tribus del aire’ corre por cuenta del escritor Fernando Denis, quien, sobre el autor de la obra, dice que “estos poemas son una variante de su conjugada vida de narrador” y precisa que la vida de Mejía Cuello, ‘reacio habitante del Caribe’, es “una especie de geografía cuyos puntos cardinales son cuatro poemas escritos con sangre”.

Complemento

A las 3:00 de la tarde de este 25 de abril de 2024, entre los estands 630 y 634, nivel 1 del pabellón 3, en Corferias, escenario para Filbo, se cumplirá el acto, el cual es organizado por Sképsi, el sello editorial de la obra de Mejía Cuello.

Carolina Bustos Beltrán.

En el complemento de su pensamiento para la contraportada de ‘Las tribus del aire’, la poeta Carolina Bustos Beltrán escribe que “la evocación poética incurre en una nostalgia necesaria que resurge entre el sueño y la vigilia. El poeta busca la luz para resistir a los escombros de sus propias sombras. Sin dejar en vano la belleza ante la sorpresa de la llovizna, el viento, el mar o la tierra. Elementos palabras que acompañan la revelación del instante, en el que el amor o la muerte transitan a través de evocaciones de tiempos lejanos. Estados o lugares idílicos que desaparecen, adonde el poeta insiste en regresar. El poema se vuelve épico, se construye en la sonoridad de sus rimas, para vencer la realidad ante la perdida. Como bien lo evoca Jairo Mejía Cuello “el amor huele cuando muere”.

El prólogo por Jorge Valencia Jaramillo

Jorge Valencia Jaramillo.

«Hacer un prólogo para un libro de poemas es un reto inmenso y casi siempre incomprendido. Es claro para un buen lector de poesía que los poemas no se explican, se sienten, le llegan a uno pues, de lo contario, el poeta no supo o no le fue posible, llegarte con sus versos o, por alguna razón, tú, amable lector, no los entendiste, aunque el poeta piensa, obviamente, que él escribió esos versos para que estuvieran al alcance de cualquier lector.

La poesía, como género literario, bien se sabe, busca expresar a través de las palabras los sentimientos, las emociones que el poeta siente en torno al amor, la belleza, la vida o la muerte o la lo que él le quiera cantar.

Durante siglos la poesía se escribió con métrica, con rima, lo que la daba un ritmo especial y ayudaba a la memoria para cuando el hombre enamorado necesitaba recitar esos versos a aquella mujer que lo atraía y que, con frecuencia, también enloquecía. La Ilíada, el ejemplo clásico, con los amores imposibles y las guerras y los muertos, todo por amor. Y después la historia infinita de los sonetos, algunos verdaderamente sublimes, versos aquellos que quedaron para la inmortalidad.

Y vino Walt Whitman y decidió recorrer su país y la alabar su naturaleza y sus “hojas de hierba” y cantarse a sí mismo y ya no quiso más ni la métrica ni las rimas y dijo que él era libre, y con este grito de independencia afirmemos que nació la poesía sin una forma o control aparente, nacieron los versos que, de una manera un tanto alegre, hemos llamado el verso libre.

Jairo Mejía Cuello resulta ser un gran productor de metáforas.

Y allí es libre porque el poeta tiene entonces toda la libertad de ordenar los versos a su gusto. Pero aquello no quiere decir, ni mucho menos, que tú acumulas o juntas las palabas, una tras otra, a toda prisa, y vas llenando esas hojas en blanco sin ton ni son y después, tranquilamente, afirmas que eso es poesía. Eso no es poesía, por Dios. Es algo, que, sin más, puedes o debes echar a la basura. Tal vez parece triste, esto aquí anoto, pero así no es la poesía. Ella implica un trabajo cuidadoso, de mucha paciencia, buscando darle un sentido diferente, intentando que las palabras tengan un significado por encima, más allá de una expresión puramente literal. Y claro, este trabajo de sencillo no tiene verdaderamente nada. Por eso, entonces, sabemos que la poesía es un arte mediante el cual se intenta explorar y expresar lo más hondo de nuestros propios sentimientos y a veces se logra, y a veces no.

Por todas las consideraciones anteriores los poemas de Jairo Mejía Cuello merecen unos comentarios especiales. Empecemos por el título de su obra: “Las Tribus en el aire”. De inmediato tú piensas en cómo es aquello de una tribu que va por los aires desafiando las propias leyes de la gravedad, pero no, él nos aclara que él pertenece es a aquellas tribus que sólo existen por los sueños, allá en su prolífica imaginación.

Y es que el poeta Jairo Mejía Cuello resulta ser un gran productor de metáforas, las va elaborando y urdiendo como aquellas mujeres, ya casi mitológicas, que arman los collares de perlas en países lejanos.

Porque además de productor de metáforas Jairo se sale de la realidad con gran facilidad con tal de armar sus versos, pues él se siente como un fantasma, igual a todos aquellos que deambulan junto a él. Y quienes son esos fantasmas, ¿los amores perdidos? Pues no, son fantasmas completamente misteriosos que uno no sabe cómo interpretar, porque en todos sus versos están sus amores que poco tienen de fantasmas pues su poesía es completa y totalmente romántica y por eso su “tristeza vive en lágrima vertida” y “la alegría en la mágica sonrisa”.

Nada identifica más al amor que el corazón y para él es “un gladiador de mil batallas”- Mil batallas, sí, eso afirma, y en ellas siempre lo han herido, pero, también, siempre ha salido victorioso. Y yo paso a preguntarme cómo lo ha logrado y paso a preguntarme, también, si es que tiene un corazón de acero pues yo no conocía nadie, hasta ahora, al leer sus versos, en que un hombre pudiera salir siempre victorioso en sus batallas de amor. Debo confesar que, en mi caso, al menos, he perdido todas las batallas de amor. Por eso siempre recuerdo a Napoleón cuando afirmó que la única manera de ganar una batalla de amor era huyendo. Yo, al menos, aprendí esa lección y la práctico cuidadosamente, pero ya vimos que Jairo, sorpresivamente, las ha ganado todas. Nació con todos los astros a su favor.

Sképsi invita a la firma de autógrafos del libro ‘Las tribus del aire’, que tendrá lugar, este jueves 25 de abril, en Filbo.

Pero no obstante su gran éxito en el amor, de pronto se despide de la vida y le da la bienvenida a la muerte, y yo me quedo mirándolo pues lo veo vital, decidido, con su sangre corriendo a borbotones dispuesto siempre a enfrentar la próxima aventura amorosa. Entonces, al fin qué, sí al amor y sí, también, a la muerte, aunque él, curiosamente para mí, afirma que en el momento de su muerte él va a empezar a vivir, y, entonces, me pregunto cómo es ese milagro, vivo para el amor, pero muerto al mismo tiempo, y entonces doy un salto y repaso la física cuántica, y recuerdo a mi amigo Schrodinger que me dijo un día que sí, que eso era posible. Pero, yo hasta hoy, no sabía que Jairo era estudioso de esa misteriosa física.

Bien, para mi sorpresa, otra más, en esta época del verso libre, el poeta se aferra a la rima con una gran pasión, una y otra vez, de manera muy afortunada y logra pues, unos bellos versos. Por eso yo recomiendo, convencido completamente, este libro de las tribus en el aire, los llevará, por lo tanto, de sorpresa en sorpresa, hasta una hermosa sorpresa final.

Jorge Valencia Jaramillo».