Merecido homenaje le ha brindado la Universidad Autónoma del Caribe al periodista y docente costeño Hernando Gómez Oñoro, primer jefe de redacción del director José Orellano, quien recrea nota recordatoria.
HERNANDO GÓMEZ OÑORO:
«Solo Orellano, como Gossain»
Por José Orellano
Hernando Gómez Oñoro fue mi primer jefe de redacción.
En Diario del Caribe, situado —en aquellos comienzos del decenio de los 70— en la prolongación del Paseo Bolívar a partir de la carrera 38, hacía abajo, al lado del motel ‘Riomar’.
Junto con los redactores Rafael Salcedo Castañeda, Fabio Poveda Márquez, Benedicto Molinares, Margarita Galindo Steffens, Jairo Avendaño, Aquiles Berdugo Escalante, Ricardo Rocha, Carlos Castillo Monterroza y Joao Herrera, los reporteros gráficos José ‘Copete’ Acuña, Samuel Páez y Alfredo Robles, y el encargado de los archivos y comentarista de cine Pablo Patiño, junto con ellos, Gómez Oñoro, desde la jefatura de redacción, solía dar cordial acogida a quien, en condición de visitante-aprendiz de periodismo, llegaba a Diario del Caribe como un empleado más, casi todos los días, incluidos algunos domingos.
El editor (director) era Álvaro Cepeda Samudio y el subdirector, Julio Roca Baena… De todos ellos aprendía mucho y tal aprendizaje lo hacía con más dedicación después de haber abandonado los estudios de Comunicación Social en la Universidad Autónoma del Caribe. No sobra decir que bajo la orientación de Abel Ávila y Camilo Monroy Romero —sociólogo y abogado periodista, respectivamente— había hecho parte del grupo de alumnos desertores de la Autónoma que fundó la Universidad de Barranquilla, de fugaz existencia: menos de un año.
Cepeda Samudio había de morir en 1972 —el 12 de octubre— y la dirección la asumiría Francisco Posada de la Peña. Tres meses después, en enero de 1973, fui admitido en la planta de redacción, sección deportes, en reemplazo de Joao Herrera, quien había decidido irse, en condición de abogado, hacia la cosa pública.
Durante mis prácticas, ‘Nando’ —como le decíamos… La cotidiana interrelación mandó para el diablo el usteo— siempre había estado pendiente de mis textos, casi todos sobre aconteceres soledeños en lo deportivo o en lo general. “Creo que vas bien”, solía decirme. “Un día de estos serás de planta”, me animaba.
Ya bajo sus órdenes laborales directas, y aunque yo era de deportes, ‘Nando’ me envió a Bogotá, para un Día del Trabajo, a cubrir la inauguración del coliseo El Campín, la cual fue animada con la actuación del cantante español Camilo Sesto que comenzaba a posicionarse en el mundo de la farándula. Como reportero gráfico me acompañó Samuel Páez.
También me envió al Amazonas, a una excursión por invitación de una empresa que se llamaba Turiamazonas. Y que muchos relacionaban, por el Turi —que era de turismo—, con Arturo ‘Turi’ Fernández Renowitzky, quien fungía como director de El Heraldo, en ausencia del titular Juan B. Fernández Renowitzky, quien era embajador en Chile.
Un día mi jefe de redacción me llamó a su oficina y me dijo: “Solo José Orellano para firmar tus textos”.
—¿Y por qué tú firmas Gómez Oñoro?
“Porque Gómez Oñoro es como una palabra compuesta, al igual que García-Márquez o Poveda-Márquez. Yo te sugiero que firmes como firma Gossain, Juan Gossain sin el Abdala… Así que, puedes tomarlo como una orden, José Orellano, sin el Niebles… ¡José Orellano!”.
Y no me desagradó —así sigo firmando—, aunque mis cuatro hermanas comenzaron a cuestionarme cuando ya no vieron más el Niebles de mamá en letras de molde.
De ‘Nando’, como le decíamos, fui amigo frecuente —fui, porque hace rato largo no nos frecuentamos— durante muchos años, tras haber ingresado, 15 días después de mi salida de Diario del Caribe, a El Heraldo, recibido por Arturo Fernández Renowitzky, por mediación del reportero gráfico Álvaro Ojeda. ‘Nando’ fue uno de los primeros en llamarme por teléfono, alegre, para congratularse y desearme éxitos en el periódico competencia. Gracias a esa amistad, tuve alguna relación con su hijo Mauricio, en especial cuando este tenía vínculos con Telecaribe.
Al recordar la euforia de mi primer jefe de redacción cuando me llamó telefónicamente a El Heraldo, evoco también aquella risita suya en tono menor, medio chillona, pero espontánea, como un pitico, que podía llegar a molestar a quien no tratara a fondo a Hernando Gómez Oñoro, a quien no lo conociera bien.
Hoy me lleno de inmensa alegría al saber sobre el homenaje que le fue tributado a ‘Nando’, el viernes 23, por la Universidad Autónoma de Caribe, iniciativa del rector Mauricio Molinares y el decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas Jaime De la Hoz Simanca, quien, amablemente, me ha enviado las fotos de la ceremonia. Se exaltaron sus 60 años de trayectoria en el periodismo, actividad a la cual ‘Nando’, con el paso de los años, le ha sumado la docencia.
60 años de periodismo de Hernando Gómez Oñoro, quien, avanzando en edad, no tuvo reparos para estudiar Derecho y ser hoy, también, abogado.
Recibe mi sincero abrazo, ‘Nando’, de parte de Orellano, solo Orellano, sin el Niebles.