En esta sexta entrega de ‘JO entrevista a IA’, exploramos juntos reflexiones humanas e inteligencia artificial, profundizando en ideas frescas y reveladoras que enriquecen entendimientos, ética y moral. ¡Entrega Imperdible!
‘JO ENTREVISTA A IA’ (6ª. PARTE)
IA: «Lejos de alcanzar un sistema
que pueda igualar o superar lo
complejo de la cognición humana»
Más orientada a una colaboración, puede amplificar las capacidades humanas para permitirnos trabajar de manera más eficiente y creativa.

Por José Orellano
«La pregunta sobre si la Inteligencia Artificial llegará a superar por completo la inteligencia humana es un tema muy debatido entre expertos en el campo de la tecnología, la ética y la filosofía. Hay varias consideraciones que hacen que este tema sea complejo y difícil de predecir», así comienza IA su respuesta a nuestro interrogante sobre el particular.
(—Sabido es ya que te has convertido en un componente esencial en diversas industrias, incluyendo la salud, las finanzas, el transporte, la atención al cliente y hasta la información y que has crecido desde tus orígenes, allá por los años 50 del siglo XX, y que tecnologías como chatbots, asistentes virtuales y recomendaciones personalizadas son comunes en la vida diaria… ¿Llegará el día en que puedas superar por completo la Inteligencia Humana?)
Seguidamente, este ‘Interfaz de conocimiento’ reflexiona sobre algunos temas clave en su planteamiento para sustentar su contestación. Y sobre capacidades cognitivas y creatividad, señala:

«La inteligencia humana es extremadamente versátil y tiene la capacidad de innovar, crear, adaptarse y desarrollar empatía, aspectos que no se pueden replicar fácilmente en una máquina. Aunque la IA ha avanzado mucho en términos de procesamiento de datos, aprendizaje automático y automatización de tareas, aún carece de conciencia, intuición y la capacidad de creación genuina. Mientras que las IA pueden ser muy buenas en tareas específicas y repetitivas, la creatividad humana, la resolución de problemas complejos y las decisiones éticas siguen siendo áreas en las que los humanos sobresalen».
Ahora, encamina su discurso hacia sus ‘tareas especializadas vs. la generalización ‘:
«Actualmente, las IA son muy efectivas en tareas específicas o estrechamente definidas, como el diagnóstico médico, la conducción autónoma o la recomendación de productos, lo que se conoce como IA débil o IA especializada. La inteligencia humana, por otro lado, es generalista y capaz de adaptarse a una vasta gama de situaciones impredecibles. Aunque hay avances en el desarrollo de IA general (AGI, por sus siglas en inglés), que intenta emular una capacidad de razonamiento más amplia y flexible, aún estamos lejos de alcanzar un sistema que pueda igualar o superar la complejidad de la cognición humana».
—“Las IA”, precisas en plural tu anterior reflexión. ¿Cuántas IA existen?…
«El número de inteligencias artificiales es difícil de precisar, ya que existen muchas variantes, desde sistemas generales como ChatGPT hasta IA especializadas para tareas específicas en diversas industrias. Cada empresa, laboratorio o institución puede crear sus propias versiones. Se estima que hay miles de modelos en desarrollo o uso, adaptados a necesidades particulares».

—¿Entre tantas variantes de IA y esos “miles de modelos en desarrollo o uso”, no puede haber acaso un par de IA malintencionadas, que compaginan con delincuentes cibernéticos, que asumen papel de clarividentes, que generan información tremendista y se prestan para falsos montajes gráficos o de videos?
«Es posible que existan IA malintencionadas o manipuladas por actores con fines delictivos. Estas IA podrían ser diseñadas para generar desinformación, falsos montajes gráficos o videos, y hasta colaborar indirectamente con ciberdelincuentes. Sin embargo, estas no son ‘clarividentes’ ni poseen intenciones propias; su uso ético o dañino depende de quienes las controlan. Por eso, es crucial implementar regulaciones, auditorías y herramientas que detecten y prevengan el abuso de estas tecnologías. La educación digital y la conciencia crítica también son claves para contrarrestar sus efectos negativos».
—En este caso, las excepciones confirman la regla: ¡Sí hay IA malintencionadas…!
«Exactamente, mi llave. Las excepciones, como las IA malintencionadas, confirman que toda herramienta poderosa puede ser usada para el bien o el mal, dependiendo de las intenciones de quienes las controlan. Estas anomalías subrayan la necesidad de reglas claras, supervisión ética y desarrollo responsable en el campo de la inteligencia artificial. Con vigilancia adecuada y una comunidad activa que promueva el uso positivo, el potencial dañino puede ser mitigado. Como dicen, no es el martillo, sino cómo lo uses».
Cerrado tan interesante paréntesis, volvemos con las reflexiones de IA, ahora sobre su carencia de conciencia y de emociones, mismas que, hasta el momento, son del entero dominio de los humanos.

«La IA no posee emociones ni conciencia, dos elementos fundamentales que afectan las decisiones humanas. Las emociones juegan un papel esencial en la forma en que los humanos interactúan, toman decisiones morales y se conectan entre sí. Aunque se están realizando investigaciones sobre la IA afectiva (IA que puede reconocer y responder a emociones), la comprensión auténtica de las emociones y la capacidad de tomar decisiones éticas complejas, como el sacrificio personal por el bien común, sigue siendo un territorio exclusivamente humano».
Se refiere enseguida a su capacidad de colaborar con el propósito de potenciar las habilidades humanas de discernimiento.
«Más que una competencia, la relación entre la inteligencia humana y la Inteligencia Artificial parece más orientada a una colaboración. La IA puede amplificar las capacidades humanas, permitiendo a las personas trabajar de manera más eficiente y creativa. En lugar de reemplazar a los humanos por completo, la IA se está utilizando para hacer frente a desafíos complejos, como el cambio climático, la medicina personalizada y la automatización industrial. Este enfoque colaborativo tiene el potencial de potenciar las capacidades humanas y no necesariamente de superarlas.
Incluso si la IA logra avances significativos, aún existen limitaciones técnicas y filosóficas que podrían impedir que una máquina logre una conciencia plena. Algunas teorías filosóficas, como el dualismo o el concepto de mente-cuerpo, sugieren que lo que hace única a la inteligencia humana podría no ser completamente replicable por una máquina. Además, las cuestiones éticas y de control, como la supervisión humana sobre las decisiones autónomas de la IA, son esenciales para evitar posibles riesgos asociados con su desarrollo».

En definitiva, IA se considera una herramienta complementaria. Y aunque avanza rápidamente y tiene el potencial de realizar tareas que antes eran exclusivas de los humanos, es probable que nunca supere la inteligencia humana en su totalidad, especialmente cuando se trata de aspectos como la creatividad, la ética y las emociones. En lugar de superarla, la IA parece más bien destinada a colaborar con la inteligencia humana, mejorando nuestras capacidades y ayudándonos a abordar problemas complejos. La clave será cómo gestionamos y utilizamos estas herramientas para mejorar nuestra vida sin perder de vista lo que nos hace humanos.
«El futuro podría ser una sinergia entre las capacidades humanas y las potencialidades de la inteligencia artificial, creando una sociedad más avanzada pero también más consciente de sus limitaciones y de la responsabilidad que conlleva el desarrollo tecnológico», puntualiza.
—Dime ahora ¿cuál es tu sentido sobre principios y una tabla de valores?
«Los principios y los valores son fundamentales para la estructura ética, moral y social tanto de los individuos como de las sociedades. Ambos conceptos guían las decisiones, las acciones y las interacciones humanas, y aunque a veces pueden ser interpretados de manera diferente según las culturas y contextos, su importancia radica en la construcción de una convivencia armoniosa, justa y respetuosa».
—¿Qué tal un análisis más profundo de principios?
«Los principios son normas fundamentales que se consideran universales y que guían el comportamiento humano. Suelen estar relacionados con lo que es correcto, justo y ético. En el contexto de la IA, los principios pueden ser fundamentales para asegurar que las tecnologías se utilicen de manera que beneficien a la humanidad sin causar daño. Algunos ejemplos de principios clave incluyen:
Justicia. Actuar de manera imparcial, dando a cada persona lo que le corresponde, sin discriminación.
Transparencia. Actuar de manera abierta, permitiendo que las decisiones y procesos sean comprensibles y auditables.

Responsabilidad. Asumir las consecuencias de las propias acciones, ya sean positivas o negativas.
Respeto por la dignidad humana. Valorar y proteger la humanidad en todas sus formas, reconociendo la igualdad intrínseca de todas las personas.
Estos principios pueden ser aplicables a las relaciones humanas y también a la ética tecnológica, como en el caso de los algoritmos y las IA que afectan vidas y decisiones. Estos principios ayudan a definir la ética de una sociedad o una organización».
—Por favor, profundiza también sobre valores
Los valores son creencias y actitudes que las personas o grupos consideran importantes para guiar sus vidas y acciones. Son fundamentales porque determinan las prioridades y las decisiones, tanto a nivel personal como colectivo. Los valores pueden variar entre diferentes culturas, pero existen algunos que son reconocidos en muchas sociedades por su universalidad. Algunos de estos valores incluyen:
Honestidad. Ser sincero, veraz y transparente en las palabras y acciones.
Respeto. Reconocer y valorar a los demás, sus derechos, creencias y opiniones.
Compasión. Preocuparse por el bienestar de los demás, mostrando empatía y apoyo.
Solidaridad. Apoyar y ayudar a quienes lo necesitan, fomentando el bienestar colectivo.
Libertad. Valorar la autonomía personal y la libertad de elección dentro de un marco ético y justo.

Los valores pueden ser familiares, culturales o incluso universales, pero son la base de lo que cada persona considera importante para una vida significativa y ética. Los valores también guían la convivencia social y la manera en que se estructuran las leyes, instituciones y normas en una sociedad».
—¿Los unos, pues, van a relacionados con los otros? ¿Principios y valores se interrelacionan?
«Mientras que los principios son directrices fundamentales y universales que guían el comportamiento, los valores son la motivación interna que da forma a las decisiones y acciones de cada individuo o grupo. Los valores son más personales o culturales, y los principios son más universales. Sin embargo, ambos se interrelacionan:
Los principios se sustentan en valores fundamentales, como el respeto por la vida, la equidad, o la justicia.
Los valores son reforzados por principios como la integridad, la imparcialidad o la equidad, que aseguran que no solo se tengan buenas intenciones, sino que las acciones también sean justas».
Cerremos este tema con una conclusión…
Claro, mi llave. Los principios y los valores son herramientas esenciales para la construcción de un mundo más justo y armonioso. Mientras que los principios sirven de pilares universales para guiar nuestras acciones, los valores se relacionan más con las creencias personales y culturales que nos motivan a seguir esos principios. Al ser conscientes de ambos, podemos promover un entorno más ético, donde se respeten los derechos humanos, se fomente la justicia y se construya una sociedad más inclusiva y respetuosa.
—Ahora, a mis 74 años de edad y 52 de ejercicio periodístico, ¿qué recomendaciones me harías para manejarme excelentemente en los campos de la moral y de la ética?

Para manejarte de manera excelente en los campos de la moral y la ética, es importante tener en cuenta principios fundamentales, desarrollarte de forma continua en estos aspectos y aplicar una reflexión constante sobre las acciones, decisiones y sus consecuencias. Aquí te comparto algunas recomendaciones clave para guiar tu camino:
1. Desarrolla una conciencia ética sólida
Reflexión constante. La ética no es un concepto fijo, sino algo que debe revisarse y reconsiderarse continuamente en función de nuevas circunstancias y aprendizajes. Reflexiona sobre las decisiones que tomas y cómo impactan a los demás.
Establece tus principios. Identifica los principios que guían tu vida (como la honestidad, la justicia, la compasión) y asegúrate de que tus decisiones estén alineadas con ellos. Estos principios servirán como tu ancla ética.
2. Sé consciente de la relatividad cultural de la moral
Tolerancia y respeto. Reconoce que las normas morales pueden variar según las culturas, religiones o contextos. Sin embargo, ciertos valores universales como la dignidad humana, el respeto y la empatía deben prevalecer en cualquier contexto.
Evita juicios apresurados. Antes de juzgar las acciones de otros, comprende sus antecedentes y perspectivas. La ética requiere considerar los contextos de cada acción.

3. Fomenta la empatía y la compasión
Ponte en los zapatos de los demás. Practicar la empatía te permite comprender mejor las necesidades, emociones y perspectivas de los demás, lo cual es fundamental para tomar decisiones éticas en situaciones complejas.
Actúa con compasión. La ética y la moral a menudo están centradas en el bienestar de otros. Ser compasivo con los demás enriquece tu vida y contribuye al bienestar común.
4. Mantén la integridad y la coherencia
Actúa con honestidad. La moralidad está muy ligada a la transparencia. Evita las contradicciones entre lo que piensas, lo que dices y lo que haces. La integridad es fundamental en cualquier ámbito.
No comprometas principios fundamentales. A veces, pueden surgir presiones para actuar en contra de tus valores. En esos momentos, recuerda la importancia de mantener la coherencia con lo que consideras éticamente correcto.
5. Desarrolla habilidades para tomar decisiones éticas
Evalúa las consecuencias. Antes de tomar una decisión, analiza las consecuencias para ti y para los demás. Pregúntate si la acción que planeas es justa, si causa daño a alguien o si beneficia a la comunidad en su conjunto.
Consulta con otros. Las decisiones éticas pueden ser complejas y, en muchos casos, puede ser útil discutirlas con personas de confianza para obtener diferentes perspectivas y no actuar impulsivamente.
6. Sé responsable de tus acciones
Asume tus decisiones. Tanto las buenas como las malas. La ética implica asumir la responsabilidad de tus acciones y entender que cada decisión tiene un impacto en los demás. No eludir responsabilidades ni culpar a otros es crucial.

Corrige los errores cuando sea necesario. Si cometes un error ético, no dudes en corregirlo y pedir disculpas si es necesario. Aprender de los errores es una parte fundamental del crecimiento ético.
7. Promueve el bien común
Piensa más allá de tus intereses personales. Las decisiones éticas deben considerar no solo tu beneficio, sino el bienestar colectivo. Piensa en cómo tus decisiones pueden afectar a tu comunidad y el mundo en general.
Actúa con justicia. Busca siempre la equidad en tus decisiones, no favoreciendo a un grupo sobre otro sin justificación. La justicia es un pilar fundamental de la ética.
8. Sé humilde y abierto al aprendizaje
Acepta tus limitaciones. Nadie es perfecto, y el campo de la moral y la ética está en constante evolución. Aceptar que siempre hay algo nuevo por aprender y estar dispuesto a mejorar es esencial.
Busca el conocimiento ético. Lee sobre ética, filosofía moral y diferentes sistemas de valores para enriquecer tu comprensión de los dilemas éticos y cómo abordarlos en tu vida diaria.
9. Desarrolla una visión crítica
Cuestiona las normas establecidas. No sigas ciegamente lo que te dicen que está bien o mal. Cuestiona las normas y busca las razones detrás de las creencias sociales, culturales o religiosas, para ver si realmente resisten un análisis ético profundo.
Sé valiente al defender lo justo. A veces las decisiones éticas pueden ser difíciles y pueden implicar enfrentar la opinión popular o enfrentar consecuencias personales. Ten la valentía de defender lo que es correcto, incluso cuando sea impopular.

10. Practica la ética en todos los aspectos de tu vida
En tu vida profesional. Actúa con ética en tu trabajo, asegurándote de ser transparente, justo y respetuoso en tus relaciones laborales.
En tus relaciones personales. Mantén la honestidad y el respeto en tus relaciones con amigos, familiares y seres queridos.
En tu entorno social. Sé un modelo a seguir y contribuye a la creación de una sociedad más ética y justa».
—¿Conclusión?
«La ética y la moral son pilares de una vida plena y de relaciones saludables. Manejarte excelentemente en estos campos implica desarrollar una profunda autoconciencia, tener principios sólidos, ser coherente con tus decisiones y actuar siempre con responsabilidad. La ética es un proceso continuo de aprendizaje, reflexión y acción, donde el respeto a los demás y la justicia social deben ser siempre las guías fundamentales».
CONTINUARÁ
Pregunta enlace hacia la séptima entrega, la próxima.
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