Crónica que toca la injusticia contra Alfredo Gutiérrez en el Festival Vallenato y, con ‘Yuquita’, de Gusi —en Vallenato Social Club—, homenaje musical y reivindicación al legado del tri-rey.

‘YUQUITA’
Canción original de Gusi, una ‘contra’ a
la resistencia del Festival Vallenato de
homenajear al tri-rey Alfredo Gutiérrez

Por José Orellano
Si para aquella noche, cuando abril estaba por morir, la imparcialidad y el buen juicio hubieran estado dispuestos a sentarse a la mesa del jurado, Alfredo Gutiérrez habría amanecido, a la aurora de mayo, coronado como el primer ‘Rey de reyes’ del Festival de la Leyenda Vallenata.
“No van a dejar que Alfredo gane”, decía, multiplicada, la voz de Dios, que —en aquel 1987 como en el ahora— es la voz del pueblo. Y el pueblo no se equivoca.
Y es que el pueblo vallenato lo olía, lo intuía, lo sabía. Y lo coreaba entre esquina y esquina —ese día siempre se oía lo mismo—, especialmente por ‘la calle del Cesar’, por donde caminaba al lado de Alfredo y, rumbo al hotel Vajamar, él iba contándome pormenores de su decisión.

Antes del meridiano del día de la final del primer ‘Rey de reyes’ —el martes 30 de abril de aquella calenda— Alfredo se retiraba de la competencia porque sus desavenencias de vieja data con la Fundación del Festival de la Leyenda Vallenata, que era personificada, la verdad, por Consuelo Araujo Noguera, se habían agudizado. Y eso era un ‘noticionón’, una de esas noticias que no necesitan micrófonos ni titulares para expandirse como pólvora, esta vez por toda la comarca cesarense.
Eran tiempos en los que las ‘chivas periodísticas’ tenían relevancia, pero El Heraldo solo se actualizaba cada 24 horas. No como ahora, cuando la información debe basarse en la inmediatez. El retiro de Alfredo sonó como un bombazo y a ‘la chiva’ me la comí yo solito y debí esperar hasta el día siguiente —Día del Trabajo— para verla publicada, cuando ya la radio y la TV nos habían ganado. Desde entonces, la ‘chiva’ no es que sea mi preocupación profesional personal: prefiero las historias, como esta.
Aquellos, eran los tiempos en que el vallenato —sonando entre la salsa, el merengue dominicano y la música tropical—, era llamado “yuca”, no en tono elogioso sino como rótulo de “música corroncha”, poco refinada.
Hoy, con su nombre en diminutivo, esa raíz comestible —tubérculo ampliamente cultivado en América Latina, África y Asia—, no solo sigue figurando en la alimentación básica de muchas culturas del mundo, sino que, desde su acepción burlesca, ha inspirado un tema musical que le da un giro moderno y reivindicador a todo este asunto: ‘Yuquita’.
Es de la autoría del cantautor colombo-venezolano Andrés Acosta Jaramillo, conocido en el ámbito artístico nacional y allende las fronreras como Gusi, un joven pero prestigioso músico de academia que lo escribió especialmente como gancho de invitación a fin de que fuera interpretado en dúo —el compositor y el tri-rey vallenato— dentro del proyecto discográfico Vallenato Social Club, marca registrada.
Vallenato Social Club, con doce interpretaciones de igual número de cantantes —una idea original del creativo Gusi—, suena como una propuesta de peso, con identidad y respeto por la tradición, pero a lo mejor con toques y letras innovadores. Y que una figura de la talla de Alfredo Gutiérrez, ‘El monstruo’-o-‘El rebelde del acordeón’, como lo han llamado, esté involucrado en ese cuento, le da aval de autenticidad y jerarquía a la iniciativa.
—La gran virtud de Gusi en este primer álbum de Vallenato Social Club fue haber escrito una canción no solo para Alfredo Gutiérrez sino para cada uno de los 12 invitados —dice Víctor Silva Solano, amigo y compadre del artista, tras haberme hecho llegar, por WhatsApp, el video de ‘Yuquita’ la mañana del pasado viernes 14, cuando apenas el trabajo discográfico salía al aire. ‘La chiva noticiosa’ no me quita el sueño, el encanto lo encuentro en la historia. En esta que saco adelante.

Y así, pues, vayamos por partes, comenzando por el principio de esta crónica y precisando que el vallenato es historia, pero también es presente.
Y que, en esa línea de tiempo, ha habido nombres que han sido exaltados hasta la saciedad y otros que, inexplicablemente, han sido relegados por la oficialidad del Festival de la Leyenda Vallenata.
Es el caso de Alfredo Gutiérrez, no solo tres veces rey vallenato, sino un innovador y un original rebelde del acordeón, el primero en llevar ‘La yuca’ lejos de las fronteras. Él, precisamente, es uno de los grandes relegados, víctima de las ‘capricholandias’ en la Fundación del Festival de la Leyenda Vallenata, donde las decisiones, reglas o dinámicas parecen, en ocasiones, regirse —y la de Alfredo es una de esas ocasiones— por deseos antojadizos, sin lógica ni razón clara.
Por aquellos días de finales de abril de 1987, todo indicaba que Alfredo Gutiérrez se quedaría con el título de primer ‘Rey de reyes’, aunque no resultara de extrañar la magistral ejecución con que, por la noche del 30 de abril, se vendría Alejo Durán —quien, en un acto de honestidad y humildad, se auto-descalificó al momento de pelar un bajo, su especialidad—, como tampoco causaba extrañeza, era de esperar, el favoritismo del que gozaba Nicolás ‘Colacho’ Mendoza entre la élite vallenata. Finalmente ganó este y ‘Colacho’ reinó por años como primer ‘Rey de reyes’ del certamen valduparense.
Alfredo no solo enfrentaba a sus contendores, sino también a una dirigencia que nunca vio con buenos ojos el desparpajo y la osadía del acordeonero sabanero de ponerle, en lo comercial, su sello personal a las notas del folclor vallenato, que otra cosa era en competencia festivalera en la tarima ‘Francisco El Hombre’ de la plaza Alfonso López. Su salida del concurso, horas antes de la final, dejó una herida abierta que, hasta el sol de hoy, no ha sido sanada con un reconocimiento a la altura de su legado.

Mientras otros acordeoneros y cantantes, sin la epopeya de Alfredo Gutiérrez —merengue, paseo, puya y son en su autenticidad de rey por tres ocasiones: acordeón y voz— han recibido homenaje, edición tras edición, tanto en la tarima ‘Francisco El Hombre’ de la plaza Alfonso López como en la tarima ‘Colacho Mendoza’ del parque de la Leyenda Vallenata, el nombre de Alfredo Gutiérrez ha sido omitido sistemáticamente de los grandes tributos del Festival. ¿Es castigo por su rebeldía? ¿Por no plegarse a los círculos de poder festivalero? Preguntas sin respuesta, pero con una certeza: su aporte al folclor es incuestionable y no necesita del aval de ninguna Fundación para seguir siendo referente obligado del vallenato.
Afortunadamente, la música es más grande que cualquier olvido institucional. Y la reivindicación de Alfredo Gutiérrez, a sus 81 años de edad, ha llegado desde, la sensibilidad musical de Gusi, quien, en una jugada maestra dentro de su proyecto Vallenato Social Club, seleccionó solo a dos voces de la vieja guardia para acompañarlo: Alfredo Gutiérrez, el primero, e Iván Villazón, el último.
—Gracias a usted, por haberme tenido en cuenta —le dice Alfredo, con dejos de humildad, a Gusi, una vez terminada, en el video, la interpretación en dúo de ‘Yuquita’.
—Gracias por tu música, por tu legado, por todo lo que has hecho por nuestra música —le responde Gusi a Alfredo. Y enseguida, los dos se van con ‘La negra’. Un trocito del tema de Beto Murgas, el padre, grabado por ‘El rebelde del acordeón’ para Codiscos, en los albores del decenio de los 70.

Los demás invitados a Vallenato Social Club son protagonistas de la actual escena vallenata como Jean Carlos Centeno, Peter Manjarrés, Pipe Peláez, Luifer Cuello, Diego Daza, Elder Dayán, Karen Lizarazo —única mujer en la producción—, Rafa Pérez y José Martín.
Y es que ‘Yuquita’ no es solo una canción, es el reconocimiento que el Festival le ha negado a Alfredo Gutiérrez, así sea en su ausencia, si es que ‘El rebelde’ se rebela y lo rechaza; ¡Qué grandeza la de la Fundación! Un homenaje en vida, con acordeón y guitarra, con su esencia intacta, con su sello inconfundible. Porque mientras unos olvidan, la música se encarga de poner a cada quien en su lugar.
El acordeón y la voz de Alfredo siguen sonando y, con ellos, la memoria de un vallenato que se resiste a ser arrinconado. Porque, a fin de cuentas, los grandes como Alfredo no necesitan títulos para ser eternos.
Y ‘Yuquita’ —de papaya para hacerse exitazo en el Carnaval de Barranquilla— nos hace recordar que hubo quienes decían: “Nojoda, esa emisora está bien jodía, ahora solo pone pura yuca”, mofándose de la decisión de aquella estación de radio de programar solo vallenato, algo que en ciertos círculos no era bien visto. También era común en las verbenas o bailes populares pedirle al picotero un vallenato diciendo, en tono relajado o burlón: “Ajá, loco, ¿y qué? ¿Te pones una yuca?”.
Con el tiempo, la historia le dio la vuelta a esa percepción. El vallenato genuino se impuso como un género de peso, trascendió fronteras y hasta es reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Y por esa ruta puede que se cuele el vallenato moderno.

En aquellos años —lo reirero—, el término ‘yuca’ tenía tinte de menosprecio, una forma de restarle categoría al vallenato frente a otros géneros más ‘modernos’ o ‘urbanos’ de aquellos momentos. Hoy en día, el vallenato, girando entre la tradición y la evolución, fusionado con géneros como el pop, la música urbana y hasta el reguetón, con Silvestre Dangond, Elder Dayán y Diego Daza —según especialistas en el tema— en los primeros planos con un vallenato más moderno y comercial, y Churo Díaz y Fabián Corrales, entre otros, defendiendo quizás un sonido más tradicional; el vallenato, decía, es música de mucha presencia en las fonotecas privadas, en plataformas y en redes sociales.
En resumen, el vallenato actual es un reflejo de su tiempo: diverso, adaptado a las nuevas tendencias, pero siempre con su sello de nostalgia, amor y parranda, y recopilado en 12 números en Vallenato Social Club —con registro jurídico “porque ahora muchos querrán hacer lo mismo”—, puede encaminarse hacia el lleno de ese vacío que dejó la suspensión de la rcompilación discográfica anual ‘Fiesta Vallenata’ que circulaba cada diciembre: fueron más de 25 volúmenes, desde 1974 hasta 1998 sin interrupciones y en 2003 y 2005.
Se acabó tal fiesta, sí, alegándose, desde la vera de los productores, que antiguas y nuevas agrupaciones “no grababan, últimamente, canciones que estuvieran a la altura de la importancia de ‘Fiesta Vallenata’”.
—El sueño de integración del género que se había muerto desde que dejó de salir ‘Fiesta Vallenata’, se revive con este álbum —anota Víctor Silva Solano.

—¡Cipote de reto el de Gusi! —le digo a Víctor.
—Un batazo de jonrón con bases llenas —agrega Silva Solano.
Lo encomiable de Gusi no solo es haber podido armar un club vallenato con doce voces y escribir una canción para cada uno de los participantes sino hacerlas encajar, una por una, en cada estilo.
Todos, Alfredo, Iván, Jean Carlos, Peter, Pipe, Luifer, Diego, Elder, Karen, Rafa y José se identificaron con la canción creada por Gusi para cada uno de ellos, porque, en efecto, están concebidas bajo el respetivo sello interpretativo de cada quien.
—Dijeron que sí, de una vez —puntualiza Víctor Silva Solano.

Pues bien: este cronista se preparó con chicharrón y suero para sentarse a la mesa a degustar tal manjar con ‘Yuquita’ y mientras prestaba atención a la letra, reflexionaba: ¡Tremenda ironía! Lo que antes fue un término despectivo para llamar el vallenato, ahora, vuelto notas para acordeón, guitarra y dos voces, revindica no solo el aura del género, sino al maestro de maestros. Las críticas que encierra para las nuevas tendencias musicales —no vainazos, solo “vainitas”—, son contundentes. Y así las cosas, nada más apropiado que leer ‘La yuquita’ con detenimiento, porque ahora la yuca también se lee y se baila ‘oficializadamente’. Vamos, pues, a leer ‘Yuquita’ (¡y a bailarla!):

Qué vueltas, qué vueltas da el mundo, pa’ dónde es que va.
Que paren, que estoy que me bajo, o me voy a mareá.
Hoy siguen creyendo que avanzan y vamo’es pa’ atrás,
ya nada tiene fundamento en la actualidad.
Porque ahora es puro chispun chispun, tiktok tiktok, qué vaina los pelaos
que se olvidaron del son, paseo, merengue y puya, ahora sí están fregaos.
A mí me da tristeza cómo tienen el folclor abandonao,
qué diría Leandro Díaz, cómo se lo explicaría a su Diosa Coronada,
qué diría el compadre Alejo, triste va el guacharaquero con su cachucha bacana.
Hace falta una vainita,
sabrosa, sabrosa.
Cómo extraño una yuquita,
con suero, con suero.
Cantarle a una noviecita,
bonita, bonita.
¡Y que se forme un parrandón!
A lo moderno también se puede bailar ‘Yuquita’. Y en pleno Carnaval de Barranquilla, con sancocho de guandú con carnes salá, más sabrosa, aun, la ‘Yuquita’… de Gusi.
Imágenes y video de apoyo: Vallenato Social Club – Codiscos – Alfredo Gutiérrez-WhatsApp