Segunda y última entrega de la crónica sobre un antes y aun ahora de la toponimia de Soledad, recreada por el pintor, poeta y cronista Fernando Castañeda García. Loable soledeñismo.
Por Fernando Castañeda García
Retomo mi crónica sobre la toponimia soledeña y sigo indicando las calles, carreras y sitios a los que se les ha borrado su nombre original por acción de la nomenclatura y las nuevas construcciones, especialmente en esas esquinas que, de una u otra forma, eran románticos referentes para la gente del pueblo, de mi Soledad.
Esto es, pues, hacer soledeñismo, en aras de propugnar por el sentido de pertenencia.
Tumba techo
Hoy conocemos esta carrera por su nomenclatura que la sitúa como la número 23. Pero ella también está poblada de historias. En la esquina de la calle 18 con esa carrera, a mediados del siglo XX, el señor Ángel Niebles montó una piladora eléctrica para trillar maíz y bautizó el sitio con el nombre de ‘El pilón moderno’. En esas cuatro esquinas, y diagonal a esta tienda, vivió el político liberal Luis De la hoz Baca, quien fuera diputado a la Asamblea del Atlántico.
La tienda ‘El pilón moderno’ se caracterizaba porque allí no sólo vendían el ‘maíz pilao‘ y demás víveres, sino también hondas o caucheras, trompos y pita para volar cometas, entre otros productos propios para la recreación infantil y de la adolescencia. También expendían artículos para la actividad agrícola, la cual apasionaba a don Ángel.
Frente a la casa del diputado De la Hoz, el señor Antonio Niebles —hermano de Ángel— también montó su tienda, pero ‘El pilón moderno’ siguió siendo el referente de ubicación. Hoy, en esa esquina, hay una tienda de descuentos ‘ara’, que es el nuevo referente de mis conterráneos.
‘El callejón de las Fuentes’.- En la esquina de la calle 18 —‘Santander’ o ‘La carretera’—, con la carrera 21, aún existe la casa de la familia Fuentes, popular en su época de esplendor porque allí alquilaban capuchones de carnaval. Esta actividad hizo famosa a esa familia y por ende al callejón, por donde, en épocas de invierno, pasa desde siempre un torrencial arroyo.
En aquel entonces era nuestro punto de referencia y aún sigue siéndolo cuando entablamos conversaciones entre amigos, nativos de Soledad, lógico. La fuerza de la actividad comercial, en muchos casos, va desplazando símbolos de identidad cultural y esta esquina no ha sido la excepción, porque la expansión del servicio bancario también llegó a ese antiguo callejón; allí, frente a la casa de la familia Fuentes, conocimos otro personaje de esa época: ‘Marcha’. Este fue un llantero que tuvo ahí su taller en una vieja casona de bahareque y techo de enea que desapareció con el tiempo para dar paso a otro concepto comercial.
Desde la nueva construcción realizada en ese lugar, hoy el referente no es permanente porque la toponimia de esa carrera cambia de acuerdo con la razón social de la nueva entidad que en tal local establezca sus oficinas. Sin embargo, los nativos los seguimos llamando ‘La esquina de las Fuentes’ y ‘El callejón de las Fuentes’.
Avenida 13 de Junio y sus referentes
‘La Avenida 13 de Junio‘ fue nombrada así en honor a la fecha del Santo Patrono. Al parecer, fue inaugurada y bautizada con ese nombre el 13 de junio de 1955, siendo alcalde el señor Rafael Orozco Cuello, como una vía en asfalto, que empalma con la calle 30, o ‘la carretera al aeropuerto’, como le decíamos en nuestra pubertad y adolescencia, que también era en asfalto y de dos carriles.
En una de sus aceras se levanta el cementerio viejo del pueblo, bautizado como ‘Gabriel Escorcia Gravini‘. Allí descansan los muertos del pueblo desde tiempos bien lejanos y a esos “muertos canta el búho su triste elegía”, según un verso del vate autor de ‘La gran miseria humana’ y cuyo nombre da nombre al antiquísimo camposanto soledeño.
Esta es la actual carrera 19, y en unas de sus esquinas —en ‘la carretera’, calle 18— existieron dos lugares icónicos de nuestro municipio, por ser puntos obligados; uno de ellos, para tomar el bus que nos conduciría a la ciudad de Barranquilla, era la farmacia de Eliseo De la Hoz, porque en ese lugar estacionaban los buses. Esa casa, construida posiblemente a mediados de la primera mitad del siglo veinte, aún existe, es la que está ubicada frente al Banco AV Villas, dividida en locales comerciales donde funcionan almacenes de ropa.
Y el otro sitio icónico en esa avenida lo fue el famoso billar ‘American Bar‘, propiedad de Mario Ucrós. Famoso desde su inauguración allá por la década de los años cuarenta, principio de los cincuenta, y es muy probable que ese haya sido el primer club de billar —así los llamaban antes—, que existió en Soledad.
Esta casa fue arrasada por el comercio y capitales emergentes que se instalaron en el municipio. En su lugar construyeron una mole de concreto que afea el paisaje urbano, donde funcionaron los juzgados. Del American Bar, hay muchas historias y anécdotas para contar, porque muchos de los personajes que la frecuentaban eran reconocidos por la población de ese momento.
La esquina ‘El son del mambo’
También ubicada sobre la ‘calle Santander’, corresponde a la actual carrera 18. Era un billar que quedaba frente a las actuales oficinas de la empresa ‘air-e‘, misma que nos mata con las altas tarifas de energía eléctrica sin que, pareciera, exista poder ni control sobre ella. En la antigüedad, a esa carrera, le llamaban ‘El camino real’ y conducía al municipio de Galapa. Esta es la misma ruta que trazó el sabanalarguero, cartógrafo y miembro de la Academia Colombiana de Historia profesor José Agustín Blanco Barros, para sustentar que el capitán Antonio Moreno de Estipulan utilizó esa ruta cuando llegó a Soledad y construyó los primeros bohíos y corrales para la cría de cerdo, en el año de 1598, y que llamó ‘Porquera de San Antonio’. La esquina ‘El son del mambo’ continuó siendo un referente hasta el día que decidieron tumbar la antigua casa de ladrillos y techo de enea, para cederle ese título a la también desaparecida oficina de la Electrificadora del Atlántico: ‘La esquina de la Electrificadora’, era.
El callejón del Idema
Recuerdo haber comprado, durante el decenuio de los sesenta, en la sede del Idema (Instituto de Mercadeo Agropecuario), una especie de tienda oficial del Estado que vendía los productos básicos de la canasta familiar a precios cómodos con el propósito de que la población tuviera acceso a ellos.
Situada en la ‘calle Santander’ con carrera 16, la casona fue construida en la década de los treinta en un estilo propio de la arquitectura de esos años, la cual, equivocadamente, a decir de los expertos, llamamos “republicano”, supuesta modalidad arquitectónica que, en definitiva, no existe. El Idema, por cualquier circunstancia de índole política o administrativa, dejó de funcionar. Entonces, a comienzos de la década de los setenta, la casa pasó a convertirse en un afamado bar-discoteca de maricas. Sí, de maricas, como les decíamos antes de que a los de tal género los llamaran gais. ‘El bufón’, era el nombre del establecimiento. Y fue otro referente de ubicación —“amigo conductor, déjeme en ‘El bufón’”—, muy efímero, por cierto.
El puente de ‘Las locos’
Cuando niño me llenaba de inquietud y surgían muchas preguntas para encontrar una respuesta lógica a esa confusión de género, por qué, los mayores le llamaban ‘El puente de las locos’.
Después entendí la razón, cuando mi señora madre, Eufrosina García, la famosa ‘Mona’ que vendía comida en las afueras del teatro Colón, me explicó que cerca a ese puente vivía una familia donde hombres y mujeres no eran muy normales. Hoy lo conocemos como ‘El puente del Club de Leones’, en la entrada del barrio La Esperanza, antigua cancha de fútbol ‘Montearriba’.
Hay otros puntos de referencia ubicados sobre ‘la calle Santande‘, como son los casos de la tienda ‘El niño Dios’, de José Catalino Parejo, a quien le dicen ‘Niño Dios’ por el nombre de su tienda, ubicada en esa calle, la Santander —la 18, ‘La carretera’—, con carrera 32, barrio Porvenir, y la tienda ‘Blanca mar’, en la misma calle y barrio con carrera 35.
Calle ‘Nueva’.- Actualmente es la calle 19, y tiene la particularidad de que en ella nacieron cuatro ilustres personajes de este municipio: el poeta Gabriel Escorcia Gravini (1891-1920), autor de ‘La gran miseria humana’, poema que fue dado a conocer en el extranjero por el poeta Porfirio Barba Jacob, allá por los años 30, lo que convierte al vate Escorcia Gravini en el primer soledeño por quien el nombre de Soledad se conoció más allá de las fronteras patrias. También nacieron en ella Francisco Pacho Galán, creador del merecumbé; el compositor Rafael Campo Miranda y el cantante Alci Acosta.
Calle ‘Cantarrana’.- Por nomenclatura corresponde a la calle 20 y su nombre original proviene de los charcos de agua que, por la topografía de esa vía, eran criaderos de ranas y sapos que por las noches armaban su sinfónica y ambientaban musicalmente el nocturnal de ese sector soledeño. Eran genuinos “coros de ranas y sapos”, frase que el cantante argentino Leonardo Favio inmortalizó en la canción ‘Milagro de amor’, que en lo concerniente dice que “cuando la luna se extienda sobre mi campo, le harán su canción de cuna coros de ranas y sapos”. No podía ser ‘cantasapos’, más bonito es ‘cantarrana’… La calle ‘cantarrana’.
Calle ‘Cocosolo’.- La calle 21, cuyo nombre oficial es ‘calle Nariño’. Cambió su nombre porque, según los mayores, al comienzo de esa calle había una casa que resaltaba a la distancia por un palo’e coco que tenía sembrado en el patio. En esa calle vivió, hasta los doce años de edad, el famoso compositor Rafael Campo Miranda.
Calle ‘Las flores’.- su nombre deriva de la creación de viveros, en los cuales estallaba el colorido de variedad de flores, como emprendimiento familiar. Por nomenclatura, es la calle 22.
Calle ‘La esperanza’.- Es la 23. Recibe el nombre por una finca, propiedad del señor Heberto Martínez. Estaba ubicada en la manzana diagonal al cementerio Viejo —hoy ‘Gabriel Escorcia Gravini’—, sobre la carrera 19 o ’Avenida 13 de junio’, hasta la carrera 21. Abarcaba el territorio de una de las dos etapas del barrio El carnero. Esta calle se prolongaba hasta la cancha de fútbol ’Unión Juventud’, que corresponde a la etapa del barrio Centenario, comprendida entre las carreras 25 y 26.
‘El camino de Palma’.- Allá por la primera mitad del siglo veinte, el visionario empresario soledeño Ángel María Palma, asociado con homólogos suyos de Barranquilla, decidieron dotar de un hipódromo al municipio de Soledad. Iba a ser construido en los terrenos de propiedad del señor Palma, cerca de la calle Santander, entre ‘El camino de los gatos’ y la actual carrera 30 del barrio Hipódromo.
Pensaban levantar el escenario para la hípica en la actual calle 20, en el mencionado barrio, entre las carreras 27 y 30. El Hipódromo no cristslizó, pero quedó el camino, mandado a construir por el señor Palma en asfalto, hasta la calle 30 o ‘Carretera nueva’, y la gente lo bautizó con el nombre de ‘El camino de Palma’, hoy carrera 30, barrio Hipódromo.