¿Gobierna?

¿Gobierna?

Transcurridos un año, dos semanas de la asunción al poder del dúo Petro-Márquez, editorial de Evo Matrix para radiografiar ‘el cambio’… Nada de ‘paz total’ y corrupción e inseguridad crecen.

Imagen de portada: Cuadro uno: así ve El Muelle Caribe la Vida de la Vice —obvio que hay ostentación y despilfarro—, con helicóptero incluido… Cuadro dos: así interpreta Monokuko un diálogo de la Vicepresidenta con  Meghan Markle, durante un acto enmarcado en la visita del príncipe Harry y su esposa, una real visita casi real, a Colombia.

EDITORIAL

Entre inconsistencias y corrupción…
la ‘paz total’: ¡un canto a la bandera!

Por Evo Matrix

El gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez llegó al poder con la promesa de un cambio significativo en la política colombiana. Bajo la bandera del progresismo, se comprometieron a abordar problemáticas históricas como la corrupción, la inequidad social, la inseguridad y el conflicto armado. Sin embargo, después de un tiempo en el poder —más de dos años—, las expectativas de muchos ciudadanos se han visto frustradas, alimentadas por las inconsistencias, indecisiones y promesas incumplidas que han caracterizado esta administración.

Desde su campaña, Gustavo Petro se posicionó como un líder dispuesto a romper con el statu quo, atrayendo a una base de votantes ansiosa por un cambio real. Prometió un enfoque renovado en las negociaciones de paz, asegurando que se alcanzaría un acuerdo duradero con los grupos armados y se consolidaría la paz en el país. Sin embargo, la realidad ha demostrado ser mucho más compleja de lo que se anticipaba. Su anuncio de un ‘paz total’ solo ha sido un canto a bandera, simple anuncio sin consecuencias concretas.

Paz: esperanza frustrante

Uno de los pilares de la campaña de Petro fue la promesa de reiniciar y fortalecer las negociaciones de paz con los grupos armados, particularmente con el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Este proceso, sin embargo, ha estado marcado por una serie de inconsistencias y retrocesos. A pesar de los esfuerzos iniciales por reanudar los diálogos, las conversaciones han sido interrumpidas en varias ocasiones debido a desacuerdos fundamentales, tanto dentro del gobierno como entre los negociadores.

La falta de una estrategia coherente ha provocado que las negociaciones se estanquen, generando incertidumbre sobre el futuro del proceso. A esto se suma la percepción de que el gobierno no ha sido lo suficientemente firme en sus exigencias hacia los grupos armados, lo que ha llevado a un aumento de la violencia en algunas regiones del país. Este incremento de la inseguridad ha socavado la confianza de la población en la capacidad del gobierno para garantizar una paz verdadera y duradera, “total”.

Desafío persistente

Con apoyo en IA.

La inseguridad en Colombia sigue siendo una de las preocupaciones más grandes para sus ciudadanos. El gobierno Petro-Márquez prometió abordar esta cuestión de manera integral, atacando las raíces del problema, como la falta de oportunidades económicas y la presencia de actores armados ilegales. No obstante, los resultados han sido desalentadores.

A pesar de los esfuerzos por reformar las fuerzas de seguridad y mejorar la inteligencia, los índices de criminalidad han aumentado en varias ciudades y regiones. La percepción de inseguridad se ha incrementado, en parte debido a la incapacidad del gobierno para implementar políticas efectivas que reduzcan la violencia y el crimen organizado. Este panorama se ve agravado por la percepción de un Estado débil, incapaz de proteger a sus ciudadanos y de hacer cumplir la ley en todo el territorio nacional.

Vicio que persiste

Otro aspecto que ha generado desilusión es la lucha contra la corrupción. Durante su campaña, Petro prometió erradicar este mal endémico que ha afectado a Colombia durante décadas. Sin embargo, su gobierno ha sido sacudido por varios escándalos que involucran a altos funcionarios y personas cercanas al entorno presidencial.

Los casos más sonados han implicado a miembros del gabinete y asesores que, presuntamente, se han visto envueltos en actos de corrupción. Estos escándalos no solo han deteriorado la imagen del gobierno, sino que también han puesto en tela de juicio la capacidad de Petro para cumplir con su promesa de un gobierno transparente y honesto.

La respuesta del gobierno a estas denuncias ha sido criticada por su falta de contundencia. En muchos casos, las investigaciones han avanzado lentamente, generando la percepción de que la administración no está comprometida con una verdadera lucha contra la corrupción. Este sentimiento de impunidad ha minado la confianza pública y ha reforzado la idea de que, a pesar de las promesas, las viejas prácticas políticas continúan dominando en los niveles más altos del poder. ¡Corrupción a la derecha, corrupción a la izquierda, corrupción al centro, corrupción…!

Sin rumbo claro

Rostro editado de caricatura de novacolombia.com

La falta de coherencia en la toma de decisiones ha sido otra característica distintiva del gobierno Petro-Márquez. Las políticas públicas han estado marcadas por indecisiones y cambios bruscos de dirección, lo que ha generado confusión tanto dentro como fuera del país. Esta inestabilidad ha afectado la capacidad del gobierno para implementar reformas estructurales, como la reforma agraria y la reestructuración del sistema de salud, ambas promesas clave de la campaña.

El resultado ha sido una creciente frustración entre los ciudadanos que esperaban un cambio real. La percepción de un gobierno sin rumbo claro ha erosionado el apoyo popular, y ha generado dudas sobre la capacidad de Petro para llevar a cabo su agenda progresista.

El futuro ¿un cambio posible?

A medida que avanza su mandato, el gobierno Petro-Márquez se enfrenta a un desafío monumental: recuperar la confianza de la ciudadanía y demostrar que es capaz de cumplir con las promesas que lo llevaron al poder. Para ello, será necesario un cambio profundo en la forma en que se abordan las problemáticas del país, comenzando por una mayor coherencia en las políticas públicas y un compromiso real en la lucha contra la corrupción y la inseguridad.

Sin embargo, el tiempo corre en contra de ‘El mandato del cambio’. La paciencia de los ciudadanos se agota, y la ventana de oportunidad para implementar cambios significativos se cierra rápidamente. Si el gobierno no logra enderezar el rumbo, corre el riesgo de ser recordado como otra administración más que, a pesar de sus promesas, no logró cumplir con las expectativas de un pueblo que clama por un cambio real.

En última instancia, el legado del gobierno Petro-Márquez dependerá de su capacidad para enfrentar estas crisis con decisión y efectividad. Solo entonces podrán revertir la creciente desilusión y recuperar la confianza perdida.