En Opinión-El Muelle Caribe, dos hechos: la corrupción simbolizada en carros-tanque ‘adquiridos’ por la UNGRD para llevar agua a La Guajira, agua que nunca llevó, y la final-FPC Bucaramanga-Santa Fe.
OPINIÓN
El dolor de ‘La Dama Guajira’
Metido el ojo en sitios confiables de difusión de noticias, se aprecia que La Guajira ‘resplandece’ como foco informativo en el cual destacan, por encina de todos, hechos cuyo hilo conductor es su perpetuo enemigo —tanto externo como interno—, ese que ha frenado el desarrollo de la península y eterniza el sufrimiento de una inmensa mayoría de sus habitantes: ¡su majestad la corrupción!
La desafiante figura que es como la cabeza de Colombia que, en gesto libertario acuchilla, como engreída, desde siempre y para siempre, al mar Caribe —‘La dama guajira’—, se convierte cada vez más y más en objeto de la codicia humana. Y en presa impotente de la corrupción.
Avaricia, angurria, apetito desmesurado, ansias de acumulación… Ese deseo desmedido e insaciable de poseer riquezas, bienes materiales o poder, sin que importen los modos como se logren, no ha escatimado posiciones sociales ni jerárquicas en la administración pública —que en la esfera privada también—, para extender sobre el departamento una descomunal manta de irregularidades corruptas que involucran a numerosos funcionarios que se han paseado por los mismísimos aposentos del alto poder en inmediaciones de la Plaza de Bolívar del Distrito Capital y a otro tanto de menores rangos que, en territorios desérticos y semidesérticos, se despachan, en algunos casos desde una calurosa y apretujada oficina de cuyo techo cuelga ronroneante un perezoso abanico impulsado a ratos por la sostenida intermitencia de a-ire*.
Allí está La Guajira con sus vastas riquezas naturales, históricas y culturales y su sed perpetua, con afluentes desviados de su cauce natural, con su vientre hecho trizas socavado por las explotaciones de carbón y gas —entre otros minerales—, enfrentando, estoica, una perenne situación de crisis social, de inadecuadas condiciones de vida, de pobreza extrema, incluso de hambre, como resultante de la corrupción sistemática y galopante que permea todas las esferas de la administración pública.
Aristas de lo más alto del poder destilan corrupción, en el puro epicentro guajiro, mediante la compra de carros-tanque para mitigar la sequía guajira —algunos de los vehículos proyectaron la imagen difuminada del presidente Petro, después se borró—, corrupción en los contratos de emergencia por el fenómeno de ‘El niño’, corrupción en los proyectos de vivienda de interés prioritario, corrupción en los sistemas acuapónicos para seguridad alimentaria, que en ollas comunitarias de multimillonaria inversión se sazonó y cocinó corrupción, fétido plato que también se ha servido en la ejecución de la planta de tratamiento de agua en Uribia, para señalar solo algunos de los casos más recientes con participación de sujetos del alto gobierno, con poder decisorio para contratar y ordenar el gasto del erario, y la lucrativa complicidad de funcionarios del entorno guajiro con cero en conducta.
El caso más fresquito se ha titulado ‘Denuncian presuntos sobrecostos e irregularidades en proyecto del ministerio de Agricultura en La Guajira’ —https://emisoraatlantico.com.co/— y tiene que ver con la compra de 600 carneros para 68 familias indígenas por valor total de 1600 millones de pesos. Es decir: cada carnero, de acuerdo con el denunciante Indalecio Dangond, registra un costo de 2 millones 400 mil pesos cuando el valor real por ejemplar si acaso sobrepasa los 400 mil pesos.
Que entre otros ejemplos con sello de corrupción que han afectado el desarrollo y bienestar de La Guajira, hay que mencionar al Programa de Alimentación Escolar-PAE, al Hospital San Rafael de Albania, a la adecuación de la vía Riohacha-Maicao, a la educación en Maicao, al proyecto de optimización de colectores sanitarios en Riohacha, con un subrayado especial nuestro al proyecto de la Planta de Tratamiento de Agua Potable en Uribia, porque, con una inversión de 3799 millones de pesos, sus gestores no encontraron por rincón alguno del desierto el recurso hídrico apto para su explotación.
Pretende ser esta, pues, una breve ilustración de la persistencia de la bien sustentada subcultura de la corrupción que, cada vez más, acrecienta el dolor de ‘La Dama Guajira’, la cual, impotente, asiste a una perniciosa negativa de desarrollo para su territorio y de bienestar para sus habitantes… Que a lo mejor muchos de ellos, gracias a la corrupción, pueden estar ostentando, impunemente, poder y abultada billetera.
*a-ire: la empresa de energía eléctrica que presta un servicio plagado de interrupciones.
Crédito foto: https://www.agenciapi.co/
LA FINAL DEL FPC
¡Arriba Bucaramanga!
Se llega a la final del I semestre 2024 del Fútbol Profesional Colombiano-FPC, y El Muelle Caribe le apuesta al Atlético Bucaramanga y hasta expresa su extrañeza —y por supuesto su rechazo— ante las declaraciones del director técnico de Millonarios Alberto Gamero demeritando el paso del equipo de Dudamel a la disputa del título de la Liga Bet Play.
Porque si de un buen equipo hubiera que hablarse entre los integrantes del cuadrangular B para que merezca estar ubicado en tal instancia, finalista, había que señalar sin duda alguna a ‘Los leopardos’, que ni siquiera al Junior, nuestra divisa de siempre y para siempre.
Los cuatro del grupo B con 8 puntos —Millonarios, Bucaramanga, Junior y Deportivo Pereira—, pero pundonor y enjundia, mística, y hasta mejor futbol en conjunto, en el de Santander. Más el punto invisible, la indiscutible, aunque de pronto envidiada ventaja sobre los otros tres.
Es nuestro favorito —por el cual este sábado, y el que viene más arriba, gritaremos y vitorearemos y hasta de amarillo nos vestiremos—, deseosos de que 75 años después de su debut en el futbol rentado colombiano, Atlético Bucaramanga logre el título de la liga Bet Play-I/2024, que habrá de resultar más que muy bien merecido.
Es, de pronto como entrometidos en lecho ajeno, nuestro sueño de hoy, “el sueño de todos”, como denomina Rafael Dudamel el momento actual que dinamiza el Atlético Bucaramanga entre santandereanos y colombianos en general: que corone, que se corone campeón.
Antes de cerrar este comentario, vale decir que, hasta hace algunos días, éramos gameristas. Al margen de sus enfrentamientos con Junior, hacíamos fuerza por el otrora ‘ballet azul’ dirigido ahora por el samario, el ‘Millos’ de Klinger y el de ‘El cobo’ Zuluaga, ‘Los embajadores’ de Willington Ortiz, que también, antes del decenio de los 50, el Millonarios de Alfredo Di Stefano y el de Néstor Rossi. Éramos gameristas a morir, pero nuestro amigo peló el cobre al haber dicho que de no haber sido por el punto invisible que había ganado Bucaramanga en franca lid, Millonarios sería finalista junto a Independiente Santa Fe. Ese argumento, y ni siquiera el triunfo ante Junior, sustrae a Millonarios de su debacle y la mediocridad de su fútbol en los últimos tiempos. Por nada del mundo se merecía estar en la final, que de haberse dado sería como “pelea de tigre —en este caso león—, contra burro amarrado”.
Esta es la segunda vez que Bucaramanga protagoniza una final en el fútbol profesional colombiano. La primera fue hace 27 años en el Torneo de Adecuación, una competencia especial que se jugó entre julio y noviembre de 1997, y que sirvió para poner a rodar el sistema de desempates por medio de cobros desde el punto penal.
Comenzando este sábado 8 de junio de 2024, Atlético Bucaramanga tiene que salir a jugar bonito y a meter goles y al tiempo evitarlos en su contra, para no dejarse del Independiente Santa Fe… Leopardos, pues, a avasallar al león. A pasar airosos la primera mitad de la faena de 180 minutos en el Alfonso López de Bucaramanga, para redondearla con estocada certera el próximo 15 en ‘El campín’. ¡Coraje, Leopardos!
¡Arriba Atlético Bucaramanga!
Crédito por foto: https://www.vanguardia.com/