Del 31/X al 2/XI

Del 31/X al 2/XI

Evo Matrix adapta un cúmulo de ideas de Edgar Caballero Elías que revelan origen y transformación de Halloween hasta el ‘Día de los angelitos’ y el ‘Día de los difuntos’.

Imagen de portada: ilustración de IA, una evocación de aquellas mañanas del 1 de noviembre: las calles llenas de angelitos pidiendo “limosnas pa’nosotros mismos”. Nostalgia y alegría que caracterizan una desgastada tradición en numerosas zonas colombianas.

Ángeles y brujas, santos y difuntos

Adaptación de Evo Matrix
Basado en un cúmulo de ideas de Edgar Caballero Elías

El origen de la fiesta del 31 de octubre —que en 2024 ya pasó— es algo confuso, según los estudios de algunos investigadores. Se dice que se remonta a dos mil cuatrocientos años, cuando las tribus celtas —considerados ‘filósofos naturales’ que enseñaban la inmortalidad— realizaban rituales. Eran una especie de casta intocable que practicaba sacrificios, consultaba a los dioses y habitaba en lo que hoy conocemos como Irlanda y Gran Bretaña, y, posiblemente, en otros territorios europeos.

Durante el año celebraban grandes fiestas, especialmente el 2 de noviembre, día de los muertos, propicio para que ellos se comunicaran con los espíritus, en ceremonias dirigidas por sacerdotes que practicaban la brujería y por las mujeres mayores y sabias, conocidas como brujas.

En esta otra ilustración de IA se capta una visita masiva al cementerio en el Día de los Muertos. Muestra el ambiente de recogimiento, respeto y celebración que caracterizan esta fecha tan especial: 2 de noviembre.

Esta festividad de origen celta es la más importante del período pagano en Europa, donde los antiguos pueblos practicaban o enseñaban una vida de orden religioso antes de su conversión al cristianismo.

La noche del 31 de octubre al 1 de noviembre marcaba el fin de la temporada de cosechas en la cultura celta y el inicio del ‘Año nuevo celta’, que comenzaba con los meses de octubre y noviembre. En la mitología celta, ellos patrocinaban las Fiestas de los Muertos, y esta celebración incluía la comunicación con los espíritus de los difuntos que, en esta fecha, recibían permiso para caminar entre los vivos, permitiendo a las personas reunirse con sus antepasados.

Para mantener a los espíritus contentos y alejar a los malos de sus hogares, los celtas dejaban comida fuera, una tradición que se transformó en la actual costumbre de los niños pidiendo dulces de casa en casa. Con los años, y tras varios cambios culturales, esta tradición se fue deformando. Los ingleses la llevaron a Estados Unidos, donde se la conoció como Halloween (en español, ‘Víspera de todos los santos’, también llamada ‘Noche de brujas’ o ‘Noche de muertos’). Los estadounidenses hicieron de esta festividad algo propio, añadiendo las calabazas como símbolo principal y disfrazando a los niños de brujas, hadas, héroes o villanos para pedir dulces cantando “Triqui, Triqui Halloween”, una adaptación del “Trick or treat” que significa “me das un dulce o te hago una maldad o magia”.

Imagen que recoge una parte de todos los santos, fiesta que se celebra el 1 de noviembre.

Con el tiempo, esta fiesta se popularizó en todo el mundo, y cada cultura la adaptó con sus propias tradiciones. En Colombia, llegó como la ‘Fiesta de los niños” o de ‘los angelitos’, una celebración nuestra que terminaba al amanecer del primero de noviembre, día de ‘Todos los santos’ en el calendario católico, dedicado a la inocencia y alegría de los niños. En esta fecha, al alba, los niños salían en grupos por el vecindario, riendo y cantando el sonsonete popular: “¡Ángeles somos, del cielo venimos, pidiendo limosnas pa’ nosotros mismos!” Las familias receptivas les abrían las puertas y, entre risas, ofrecían a los niños dulces y confites, incluyendo trozos de la caña de azúcar, monedas y conservitas de leche. Si en alguna casa no recibían nada o no eran bien recibidos, los niños respondían con la rima que simbolizaba su descontento: “Esta casa es de espinas, donde viven las mezquinas”, o “¡Esta casa es de ají, donde viven las cujís!”. Pero en la inmensa cantidad de casas que visitaban, cantaban “esta casa es de rosas, donde viven las hermosas”. En ellas había sido complacida su petición.

Hoy, esta tradición folclórica casi ha desaparecido. La promoción comercial de Halloween, con todo su espectáculo y algarabía, ha tomado más importancia. Como bien lo menciona don Alfredo de la Espriella en su libro ‘Dimes y diretes’, ahora el estribillo de moda es: “¡Halloween!… ¡Halloween!… ¡Triki, triki… triki, tra!… ¡Ya está!”.

Una aterradora bruja que, a lo mejor, ya no intimida.

La fiesta de Halloween, originalmente de brujos y brujas, ha perdido su conexión con los rituales de satanismo o hechicería, y ha tomado fuerza por el encanto del disfraz y la celebración. Ahora es una festividad de grandes proporciones con disfraces de todo tipo, adaptada no solo para los niños sino también para adultos, en clubes y discotecas, lo cual se aparta de nuestras tradiciones. Ciertamente, hoy los niños salen de noche, disfrazados, a pedir dulces; también se celebran fiestas infantiles, aunque estas ocurren de día. Pero el 31 de octubre sigue siendo la ‘Noche de los dulces’, en la cual los niños tocan a la puerta en nombre de los ángeles.

Dejémosles esta fiesta a ellos, y permitamos que los niños sean niños, llenando con su inocencia y alegría esos momentos que los hacen felices.