Y escribe Siervo Mora Monroy: «El vino lo llevó a una muerte tempranera a los cuarenta y siete. Cuando se fue, sabía que podía seguir cantando…». ¡Órale, José Alfredo Jiménez!
PERSONAJE
José Alfredo Jiménez
Por Siervo Mora Monroy
De su paso por la vida, queda en mi mente el recuerdo de un poeta que, hecho canción, voló al cielo en un remolino de romance puro. En verdad pienso que su fuente de inspiración fue la legendaria musa griega Erato, la de la poesía lírica, romántica, amorosa.
Su vida quedó repartida como aquel encantador vals del compositor austriaco Johann Strauss II, en su Opus 333, titulado ‘Vino, mujeres y canciones’. Le cantó al embrujo que regala en perfumes la Mujer, a la tierra querida donde uno nace y que alborota la sangre en las venas, y al licor que esconde en sus aromas el espejismo de ahogar las penas.
El vino lo llevó a una muerte tempranera a los cuarenta y siete. Cuando se fue, sabía que podía seguir cantando… partió con su voz enterita. Su musa Erato lo llevó de la mano a las eternidades del reino celestial. En cuanto a la Mujer, la nave de su alma apasionada no pudo encallar en el corazón de una sola. Y para componer canciones dedicó todo su quehacer, y lo hizo como nadie en todo México. Lo ha dicho repetidas veces Fernando Vallejo: “Las canciones de José Alfredo Jiménez me llegan al alma, es el mejor”. Lo dice el escritor que vivió más de 40 años en México y no aprueba casi a nadie, incluyendo a Gabo y Octavio Paz. José Alfredo Jiménez para dejarnos tan bellas canciones, no necesitó hacer ninguna especialización académica, solamente cursó estudios primarios en su natal Dolores Hidalgo.
Una de sus primeras canciones la escribió el 17 de diciembre de 1949 y la cantó al pie de la ventana de su novia Paloma Gálvez para pedirle matrimonio, la tituló ‘Paloma querida’, en parte dice así:
Por el día que llegaste a mi vida
Paloma querida, me puse a brindar
y al sentirme un poquito tomado
pensando en tus labios, me dio por cantar.
Yo no sé lo que valga mi vida
pero yo te la venga a entregar
yo no sé si tu amor la reciba
pero yo, te la vengo a dejar.
Desde entonces yo pienso quererte
con todas las fuerzas que el alma me da
desde entonces, paloma querida
mi pecho he cambiado por un palomar.
Este idilio no pudo sostenerse para siempre, pero nunca, nunca quiso dispararle a su querida paloma. Es inconcebible que una declaración de amor tan hermosa, pueda terminar como hoy terminan muchas de ellas. Cómo es posible que, en el primer trimestre de 2024, en México hayan ocurrido 184 feminicidios, ocupando el segundo lugar en América Latina, solamente superado por Brasil.
Afortunadamente, José Alfredo Jiménez nos sigue acompañando con su voz para deleitar nuestro espíritu, que siempre vuela tras una estrella del infinito.
Siervo Mora Monroy
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