Gentío y Christopher

Gentío y Christopher

Colombia sigue mostrando fuerte dinamización en cifras del tráfico aéreo internacional, al tiempo que el cantante Christopher vuelve, pero con música-popular, y obliga a recordar un «¡Alto ahí, manos arriba!».

Un fotomontaje para evocar el éxito de Christopher ‘El hombre de la cima’

‘EL HOMBRE DE LA CIMA’

De vuelta, pero con música popular

‘Ve con él’, sí, y paséate por una historia con tres protagonistas —Ronald Ayazo, Christopher y José Orellano— y aquella conclusión policial: «¡Están limpios! Ni perico ni porro. ¡Nos jodimos!».

Por José Orellano

Ronald Ayazo, Christopher y José Orellano sueltos en trío por las calles del centro de Barranquilla hacia las 2 de la tarde de un viernes de 1977, forjaban un indiscutido centro tripartita de atención.

El actorazo monteriano —muchos lo creían barranquillero—, el negro inmenso sanandresano, cantante, y el reportero-coordinador de redacción de El Heraldo, soledeño, enano entre aquellos dos, iban cayéndoles bien a todo aquel que los miraban con su caminar de bacanes, pero no resultó igual para los dos policías que platillaban por entre negocios del sector aludido.

«Alto ahí, manos arriba», nos paró a los tres uno de los dos policías, el más alzadito.

—Agente, por favor: ¿Usted no conoce? —le dije—. Él es Ronald Ayazo, actor… Él es Christopher, cantante… Y yo, soy José Orellano, ‘Jefe de Redacción’ de El Heraldo —agregué, inflando un poquito el cargo. Para entonces, estaba ad portas de asumirlo en propiedad.

«Nada de nada», espetó el policía. «Contra la pared, que vamos a requisarlos».

Christopher y Ronald Ayazo, aquellos años… Aquel raqueteo de un alzado policía.

Con nuestras pintas nada convencionales: yines desteñidos y camisas de colorines, un afrito negro, una cabellera lacia con rostro barbado y bigote tupido y otra cabellera ensortijada, lo mínimo que podíamos proyectar ante los ojos de los policías era que integrábamos un trío de consumados viciosos consumidores. Eso era lo que ellos querían.

Y sí: nos esculcaron hasta los zapatos —las palmas de nuestras manos contra la pared y una carabina desplegada hacia los tres como intimidante—. Buscaban dosis de cocaína o marihuana, pero se jodieron, porque ninguno de los tres conminados —tenían huevos los uniformados—, iba a pasearse por ahí con tales sustancias encima.

«Están limpios», le secreteó el policía alzadito a su compañero de ronda… «Ni perico ni porro. ¡Nos jodimos!»

Para entonces, yo también trabajaba, por la mañana y al mediodía, en el radio-periódico que dirigía Gustavo Castillo García en emisoras ABC de Todelar, en la carrera 46 con calle 70. En la segunda emisión habían estado conmigo Ronald y Christopher en un encuentro periodístico y al concluir la entrega del noticiario decidimos tomar un taxi para bajar hasta el centro. Cuando nos acercábamos a nuestro destino, le dijimos al taxista que nos dejara en Murillo con 20 de Julio y comenzamos a caminar hacia las instalaciones de El Heraldo, localizadas en la calle 33 entre carreras 40 y 41, Calle Real, entre La Paz y Progreso. El propósito era el de mostrarnos entre los transeúntes y los negocios del tramo que cubríamos a pie, para llegar luego al periódico y hacer la entrevista.

Christopher, hoy.

Tremenda fue la silbatina que se llevaron los dos policías cuando el grueso de las voces de quienes los veían dándonos raqueta, los obligó, por fin, a creer que éramos quienes éramos. Seguidamente, una apreciable comitiva de curiosos acompañó nuestro rumbo hasta llegar a El Heraldo.

—Publica algo sobre este atropello —dijo Ronald, mientras entrábamos.

—Sí, Jose, publica algo —dijo Christopher.

—Vamos a publicarlo en ‘Al Oído…’, la columna del momento —anoté—. Pero con qué imágenes, además de la foto de ustedes dos, ilustramos el hecho.

Tito Vega —reportero gráfico, amigo y cómplice en más de una de mis rumbas en el Festival de la Leyenda Vallenata—, había aparecido en el camino, se unió al combo y, atento, escuchó el relato de lo que nos había ocurrido. De una, dio solución a la falta de ilustraciones: “¡Montemos una foto!”.

Un palo de escoba sostenido a modo de escopeta nos apuntaba a los tres sostenido por uno de los operarios del periódico, mientras dramatizábamos la escena real sucedida en Veinte de Julio entre las calles 37 y la 38, y actuábamos con gestos del rostro bien alterados, mirando hacia el operario.

El cuento se publicó y la foto ilustrativa propuesta por Tito Vega pasó la prueba sin tropiezo alguno. Aun hoy me pregunto: ¿Sí quedó bien montado aquel montaje sobre un hecho real?

Del palo de escoba solo se captó una puntica… El resto de la composición gráfica lo armábamos Ronald, Christopher y yo…

Christopher, ahora en la onda de la música popular, pero ‘siempre grande’.

Eran dos artistas en ruta hacia la consagración… Después, se había que escribir: Ronald Ayazo: protagonista de ‘El caballero de Rauzán’, ‘La pezuña del diablo’, ‘La saga’ y ‘Hato Canaguay’, entre otras producciones televisivas… Christopher: baladista, quien fuera la voz colombiana en el Festival de la OTI en 1972, actuación que lo catapultó a la cima; y éxitos como ‘Ve con él’, ‘El hombre de la cima’, ‘Volverás a mis brazos’, ‘Mamy blue’, ‘Ven sin temor’, ‘Lamento llanero’, entre otros.

Siempre exitoso, Christopher ha provocado, 46 años después, tremendo remezón en el relicario de mis recuerdos al regresar ahora al mundillo de la interpretación para ingresar a la música popular y de despecho con uno de los temas con que irrumpió, exitosamente, en la producción discográfica nacional en 1972: ‘Ve con él’.

Ricardo Bicenty ha aprovechado su participación en el grupo de WhatsApp ‘Gente Muelle Caribe’ y anuncia el retorno del sanadresano —Haldor Christopher García, su nombre de pila— al ‘Show business nacional’ y precisa que su trabajo en presente se ha desarrollado bajo la producción del maestro Carlos Franco, quién lanzó al estrellato a Jessi Uribe.

Con más de medio siglo de carrera musical, Christopher es, sin duda, “una de las grandes leyendas de la música en Colombia”, sostiene Bicenty.

Por siempre será ‘El hombre de la cima’.

Imagen de portada: simbolizando el tráfico aéreo internacional en el mundo, en el cual Colombia movilizó, durante 2023, 17.7 millones de pasajeros… Y el rostro de Christopher por su retorno.

BUEN COMPORTAMIENTO DE COLOMBIA

17.700.000 pasajeros movilizados
en 2023, en vuelos internacionales

El tráfico aéreo en Colombia movilizó a 17 millones 700 mil pasajeros en vuelos internacionales, entre enero y noviembre de 2023.

Tal cifra equivale a un incremento del 29 por ciento frente a lo registrado en el mismo periodo del año anterior. 

Son datos suministrados por la Asociación de Transporte Aéreo Internacional-IATA, que informa también que el tráfico aéreo internacional en el mundo se ubicó en un 5,5 por ciento por debajo del mismo mes de 2019, pero, en igual lapso, Latinoamérica presentó un crecimiento del 2 por ciento.

Buen comportamiento el de Colombia, que en noviembre de 2023 transportó un 51 por ciento más de pasajeros en comparación con el mismo mes de 2019.

 Paula Cortés Calle.

“Colombia sigue mostrando una fuerte dinamización en sus cifras del tráfico aéreo internacional al compararse con otras regiones, y esta tendencia ha resaltado a nuestro país como uno de los de más rápido crecimiento tras la pandemia”, dijo la presidenta ejecutiva de la Asociación Colombiana de Viajes y Turismo-Anato, Paula Cortés Calle.

Las cifras muestran, pues, que el tráfico internacional pasa por un buen momento en Colombia y reafirma que el transporte aéreo es un sector estratégico para las economías mundiales por cuanto hace converger al turismo de ocio con la generación de nuevos negocios en las diferentes industrias. Y así, se convierte en pieza clave para aumentar la confianza de los consumidores.  “Este comportamiento nos permite asegurar que en el 2023 puede presentarse un nuevo récord para el tráfico aéreo internacional en Colombia”.