Instantes

Instantes

Mañana de último día de mes y afloramiento de instantes-bogotanos mientras se caminan calles capitalinas… Encuentro Medina Rendón-Romero Salamanca-Orellano Niebles y una nota para degustar: Esthercita Forero, en tales instantes.

Imagen de portada: selfie… un trío amigo —de colegas—: Guillermo Romero Salamanca, Jorge Medina Rendón y José Orellano Niebles en su costumbre casi mensual de reunirse a botar corriente. Y esta vez, a recrear sueños y algún proyecto en torno al nombre de Esthercita Forero.

Cola pa’l mototaxi, ‘Perfidia’ y…
Esthercita Forero, un proyecto

Por José Orellano Niebles

La cita estaba prevista para las 10:30 de la mañana, en Unicentro, al nororiente del distrito capital.

Llegamos puntuales, cada uno por su lado —veníamos de nuestras respectivas residencias—, y coincidimos en la entrada principal del afamado centro comercial, el primero de su género en Bogotá y Colombia.

Éramos tres —o mejor, somos tres—: Guillermo Romero Salamanca, Jorge Medina Rendón y quien cuenta, y este miércoles 31 de enero le dábamos cumplimiento, una vez más, a algo que ya hemos vuelto costumbre nuestra: reunirnos cada mes —a lo mejor un poquito antes, a lo mejor un poquito después— a tomar café, merendar, de pronto almorzar, y a hablar. ¡Hablar!

La itinerancia… En la plaza de mercado ‘La concordia’, en inmediaciones de ‘La candelaria’, el trío de amigos y colegas, durante una de sus reuniones en 2023… Posaron con Ruca, vendedora de artículos comestibles, en el centro abastecedor.

Gustamos de hacer itinerancia por sitios distantes uno del otro y del otro, nos alojamos durante dos, tres, cuatro horas en ‘oficinas-express’ —cafeterías, con preferencia en centros comerciales— para dedicarnos a garlar sobre la situación del país, del periodismo, de nuestros respectivos sitios web, de colegas, la familia, los amigos y hasta uno que otro inconveniente personal…También evocamos pasado gratificante, pero nunca hay agenda que determine alguna puntualidad de temas.

El trío se compenetra. Hasta el momento —lo transcurrido después de la pandemia— no ha habido polémicas ni desacuerdos, porque en lo que conversamos reina el consenso, la cordialidad. Y es que, tácitamente, hemos acordado no darnos ‘mala vida’ cayendo en discusiones que pueden terminar siendo bizantinas, inútiles.

Tras cubrir en Transmilenio el tramo que va desde la estación Calle 187 hasta la 127, Autopista Norte, bajé del articulado y comencé a andar por la 125 rumbo a la carrera 19, por donde había de doblar en busca de la 127 para tomar esta calle y seguir derecho hasta el punto de encuentro acordado para esta vez. Como ya está dicho, Unicentro, en la carrera 15 N°124-30.

Cubrir este tramo a pie —tanto de ida como de vuelta— era obligatorio para mí, por cuanto existe un compromiso asumido conmigo mismo: por asuntos de salud, sumar 15 mil pasos o más diariamente. Aunque, lo confieso, hay un par de días a la semana durante los cuales prefiero quedarme en casa, convertido en prolongación del sillón reclinable habilitado en la sala para ver películas, documentales, partidos de fútbol, en especial los de Junior-‘Tu papá’ y la Selección de Mayores, Noticentro 1 CM&, y hasta para dormir cuando el sueño intima. Y vence. Entonces, duermo películas o partidos o noticiero.

Estricto orden en la cola para abordar el transporte masivo del moto-taxi.

Ese trayecto —una mañana que insinuaba día soleado— me dio la oportunidad de vivir dos hechos a los cuales titulé ‘Instantes bogotanos’ y que me motivaron a grabarlos en mi iPhone con el propósito de intentar otra entrega de ‘El cuento es así’: Uno.- El impactante estricto orden guardado por un grupo de mortales de edades variadas para hacer cola con el propósito de tomar el moto-taxi, transporte masivo, que los acerque a su destino del día, en ruta hacia la Séptima, más rápido y económico que en SITP o en taxi, y Dos.- Brigitte emitiendo excelentes sonidos musicales a través de una flauta traversa, en concierto recaudador de ingresos para ella que no era que hiciera detener a mucha gente. Pero la función valía la pena.

Como eran instantes —mucho miedo ante la posibilidad de que me raponearan el iPhone—, quise abstenerme de profundizar reporterilmente en los hechos, pero me decidí a preguntar un par de cosas a los pasajeros y a algún representante de los mototaxistas, pero tanto aquellos como cuatro de los conductores —como nerviosos-temerosos— se negaron, mientras que a la flautista solo le pregunté su nombre durante una pausa en su concierto de larga duración: en el mismo sitio volvería a verla, descansando, cuando, casi tres horas después, yo estaba de vuelta, mientras en mis oídos seguían vibrando sus compases de ‘Perfidia’, de la autoría de Alberto Domínguez Borrás, inmortalizada por el trío Los Panchos y que también interpreta el polifacético italiano Andrea Bocelli.

En la calle 125, entre Autopista Norte y la carrera 19-Bogotá, Brigitte brinda un hermoso concierto. En este instante para la fotografía, interpretaba ‘Perfidia’.

Este día —y por lo menos durante los 20 previos— me sentía como caminando por calles de Barranquilla bajo un sol intensamente brillante y la sensación de que mi rostro y ropaje eran rozados por los vientos alisios-brisa decembrina, clásico ambiente de la capital del Atlántico para esta época del año. Pero… mientras andaba mis pasos, el color bogotano cambio en un santiamén: de dorado pasó a gris. El cielo se encapotó y sobre mí cayeron un par de gotas de lluvia. Las nubes se habían tragado, literalmente, al astro rey. Y después, en horas de la tarde, en diversos sitios capitalinos se vendrían los aguaceros, con granizo incluido.

Un tercer instante de esta mañana —la última de enero/2024—, instante extendido, había de ser el encuentro Medina Rendón-Romero Salamanca-Orellano Niebles. Las dos horas y media que nos llevamos esta vez habían de situarnos, gracias a lo que conoce Guillermo sobre su ciudad natal, en un agradabilísimo, acogedor lugar para departir a pesar de lo movido que es: la cafetería-restaurante de Éxito en el CC nombrado.

Y en esta nota sobre instantes voy a colar un resaltable cuarto instante de este día, gracias a una cosa de esas que solo me pasan a mí: había de ‘endulzar’ mi latte con sal, pues al tomar las que creí dos bolsitas de edulcorante no me di cuenta de que lo que contenían era NaCl. Al percatarme gustativamente del ‘insuceso’, compartí el caso para las carcajadas con Guillermo y Jorge y pretendí degustar latte salado. No pude, no lo soporté, y decidí ir a contarle el cuento a la despachadora y pedirle un nuevo servicio. Así lo hizo ella —“hay señores que piden sal y no azúcar”, me dijo— y, muerto de la risa, me fui a pagar. Mientras sacaba la billetera, enteré a la cajera de lo ocurrido y al final no me cobró: ella había de justificar su fina atención como si fuera un cambio obligatorio.

Frente a ‘La bomba del muñeco’ y en el Gran Malecón, dos sitios barranquilleros, estatuas para Esthercita Forero y Shakira, respectivamente. Lo ideal sería que la de Esthercita fuera a compartir espacio con la de Shakira. Tanto la una como la otra, destacadas en sus actividades artísticas.

Repuesta la bebida, comenzó la reunión: Petro… La muerte del procurador Carlos Mario Molina… El Muelle Caribe, La Gran Noticia, Pantallazos, Los incendios forestales… La Guacherna del pre-Carnaval de Barranquilla y, estando en estas, Esthercita Forero y el lamentable final de su vida… Yendo un poquito más allá, Shakira y su exitosa carrera sin comparaciones.

Esthercita y Shakira, dos barranquilleras figuras de la canción con composición —cada quien en sus respectivos género musical, estilo y época—, unidas en estos precisos instantes por un detalle que va más allá de la expresión artística que las proyectó: ambas tienen estatuas en su terruño Barranquilla, elaboradas por un mismo escultor: Yino Márquez, el consagrado artista plástico al que, por un descuido, lo apellidaron Marques en la placa de la obra escultórica de la reina de ‘El swing de caderas’, más espectacular que el de la inolvidable Tongolele, la actriz, bailarina y vedete norteamericana del cine mexicano.

El monumento a Shakira, develado a finales de 2023, se levanta en el Gran Malecón y el mundo entero lo aprecia conmocionado a orillas del afluente al que le cantó Estercita: ‘Río Magdalena’, mientras que el de ‘La novia de Barranquilla’ se enclava, abandonado desde 2003, cuando fue descubierto, en un parquecito que lleva el nombre de la artista y se sitúa en la calle 74 entre carreras 43 y 43 B, frente a ‘La bomba del muñeco’ en la capital del Atlántico. Por estos días está ocupado por una feria artesanal, lo cual dio al traste con la celebración, en ese sitio —el más indicado para tal instante— de un acto conmemorativo de los 50 años de la Guacherna que había sido programado para la víspera del evento.

Fotos cortesía de Emisora Atlántico que muestran el parquecito Esthercita Forero ocupado, para los 50 años de La Gacherna, por una feria artesanal.

Barranquilla le debe mucho a Esther Forero, no hay duda —su estatua debe ser traslada al Gran Malecón y las autoridades correspondientes no deben pensarlo dos veces—, y el tratamiento del tema durante la reunión del trío el miércoles 31 de enero de 2024 dejó en ellos, en el autor de esta nota, en Guillermo y Jorge, mucho en qué pensar y, de pronto, ideas que proyectar y cristalizar.

Muchos pueden ser los instantes de un día —¡ni más faltaba!—, pero no todos han de alcanzar la dimensión de relevantes.

Fuentes y fotos complementarias: ‘Canciones para el recuerdo’-YouTube, ulianamolano.wixsite.com, Edgardo Caballero, Emisora Atlántico, elpais.com-Madrid, Facebook.

Así es el cuento…