$1904, ¡pa’tras!

$1904, ¡pa’tras!

De nuevo Evo Matrix y un análisis sobre el acuerdo entre transportadores-camioneros y el gobierno nacional para levantar el paro que nos mantuvo en vilo durante más de cinco días.

LA POSICIÓN DE PETRO

Fin del paro, tras ‘patraseo’


Por Evo Matrix

En la madrugada de este viernes 6 de septiembre de 2024 y tras una intensa jornada noche-madrugada de negociaciones entre el gobierno nacional, los gremios de transportadores y representantes de los transportadores independientes, se alcanzó un acuerdo que permitió el levantamiento del paro camionero que afectaba diversas rutas del país. La discusión, en buenos términos —tenso pero productivo diálogo—, logró desactivar la protesta.

Horas antes, el gobierno había tenido que recurrir a la fuerza pública —escuadrones de la Unidad de Diálogo y Mantenimiento del Orden-Undmo, antes Esmad— para disolver bloqueos en el mismo interior del Distrito Capital y en importantes vías nacionales, debido a que estaban impidiendo el ingreso de víveres, medicinas y otros insumos necesarios para la vida, así como el libre desplazamiento de los ciudadanos, a muchos de los cuales no solo se les afectaron su deberes laborales sino que se vieron abocados a ir al trabajo y regresar a sus casas tras cubrir largos tramos a pie.

Imagen de portada: caricaturización, con apoyo en IA, del valor inicial del incremento, a 31 de agosto, del precio del ACPM —¡un billetón!—: $1904 cada galón y que pusieron a protestar a los camioneros… Al final se les reconoció que tienen razón, que el palo no estaba para cuchara.

El punto más álgido de la negociación giró en torno al incremento del precio del diésel o ACPM, el principal combustible utilizado por los camioneros. La propuesta inicial del gobierno contemplaba un primer ajuste del ingreso al productor del ACPM en el país, incrementando en 2000 el galón, lo cual se reflejaba en un incremento levemente menor en el precio de venta al público: 1904 pesos, público del cual hacen parte en gran escala los camioneros. Este aumento inmediato encendió las alarmas entre los transportadores y el fuego que se avivó cuando tanto el ministro como el presidente Gustavo Petro —y otros ministros— anunciaban, reiteraban y seguían repitiendo que tal cifra no sufriría el más mínimo reajuste hacia abajo.

La cifra decretada por el Gobierno para el galón de ACPM fue vista como insostenible para la mayoría, especialmente los transportadores base e independientes, quienes advirtieron que tal aumento golpearía fuertemente sus márgenes de ganancia y encarecería el costo del transporte de mercancías en todo el país. Y afectaría la vida digna de sus hogares.

Finalmente, el acuerdo logró reducir significativamente el aumento previsto: se pactó una rebaja inicial que deja el incremento en solo 800 pesos —1104 pesos menos—: 400 pesos en un primer ajuste a partir de la firma del acuerdo, con un segundo ajuste programado también en 400 pesos para el 1 de diciembre. Lo restante será en 2025, sobre concertaciones en mesas de trabajo.

Esta medida fue bien recibida por los transportadores, quienes, si bien consideraron que la lucha continúa, reconocieron que el acuerdo representa un alivio temporal para sus finanzas.

 El ministro de Hacienda Ricardo Bonilla y las ministras de Transporte y de Trabajo María Constanza García y Gloria Inés Ramírez Ríos, respectivamente: el gobierno en las discusiones que llegaron a feliz término.

Los empresarios del sector también participaron activamente en las conversaciones, reconociendo que un alza abrupta del diésel afectaría no solo a los camioneros, sino a toda la cadena logística. Este compromiso entre las partes muestra una apertura para seguir dialogando sobre posibles ajustes futuros que no comprometan la competitividad del transporte terrestre en Colombia.

El levantamiento del paro permite la reactivación de las actividades de transporte a nivel nacional, asegurando el abastecimiento de productos en las principales ciudades del país. A pesar de las diferencias, la voluntad de mantener las rutas abiertas prevaleció, demostrando que el diálogo, aunque difícil, sigue siendo la herramienta clave para resolver las tensiones en el país.

En las reuniones del acuerdo —tras intensos desacuerdos— el presidente Petro estuvo representado permanentemente por las ministras de Transporte y de Trabajo María Constanza García y Gloria Inés Ramírez Ríos, respectivamente, y el ministro de Hacienda Ricardo Bonilla, quien finalmente tuvo que retractarse de su insistente negación a la posibilidad de una rebaja al incremento que había decretado.

Los colombianos esperan que —sobre la base de su anuncio del miércoles 4— el presidente Petro se refiera este viernes, en una alocución presidencial, al tema del paro de camioneros y el acuerdo a que se llegó para que fuera levantado.

Debe hacerlo, tras el monumental ‘patraseo’ del decreto de Minhacienda y Minminas que ajustaba, a partir del sábado 31 de agosto, en 1.904 pesos el precio de venta al público del galón de ACPM. De acuerdo con el gobierno, lo decretado no tenía vuelta atrás.

El paro en retrospectiva

El paro camionero llegó a alcanzar momentos críticos y de alta tensión este jueves 5.

La estación Transmilenio calle 187 estuvo cerrada por largas horas.

Sus efectos negativos se expandieron en el ámbito económico y social —casi billonarias son las pérdidas que deja—, mientras crecían las expectativas sobre una respuesta contundente por parte del gobierno. Sin embargo, en medio del pico de la crisis, el presidente Gustavo Petro ofreció una alocución que sorprendió a muchos, no por su enfoque en la problemática camionera, sino por dirigir la atención hacia la supuesta compra en 2021 del programa de inteligencia Pegasus.

Posición presidencial inesperada

En un contexto donde la sociedad esperaba una respuesta rápida y concreta sobre el paro camionero y sus repercusiones, la intervención del presidente Petro la noche del miércoles 4 generó desconcierto.

La nación, afectada por la escasez de alimentos, el alza de precios de productos de la canasta familiar, la agudización de las afectaciones en la prestación de los servicios de salud y la paralización de las actividades económicas, aguardaba una solución o al menos un pronunciamiento detallado sobre los planes del gobierno. En lugar de eso, Petro dedicó su alocución a hablar sobre la adquisición del programa de espionaje Pegasus, comprado —según un informe que supuestamente le fe fue enviado— durante la administración Duque, desviando la atención del paro hacia una discusión sobre una presunta violación de sus derechos civiles cuando era candidato.

Este cambio de rumbo dejó a muchos colombianos perplejos. No porque el tema de Pegasus carezca de importancia, sino porque el país atravesaba una emergencia nacional y la prioridad, al menos en el corto plazo, era abordar el paro y sus efectos devastadores. Petro llegó a mencionar que el paro camionero no sería una prioridad en su agenda sino por allá por “el jueves o el viernes”, posición que aumentó la frustración entre los ciudadanos y sectores afectados por la protesta, especialmente los transportadores rasos que protagonizan el movimiento.

En solitario, la moto de la Policía Nacional como custodia del orden en la Autopista Norte. Después intervino la Unidad de Diálogo y Mantenimiento del Orden-Undmo, antes Esmad, y el servicio de Transmilenio-edstación 187, se normalizó.

¿Distracción o desconexión?

La decisión de hablar sobre Pegasus en el clímax del paro ha sido interpretada por algunos analistas políticos como una maniobra de distracción, un intento por desviar la atención de un conflicto nacional que está afectando directamente la estabilidad económica y social. Otros, en cambio, lo ven como una muestra de desconexión con las realidades urgentes del país, en especial con aquellos sectores más vulnerables que dependen del transporte de carga para su sustento.

El paro camionero no es solo un movimiento impulsado por los grandes gremios, sino por los transportadores más modestos que han visto cómo los aumentos en los costos operativos y del combustible han erosionado sus ganancias. Estos trabajadores esperaban respuestas inmediatas y, en lugar de eso, recibieron un mensaje diferido que pospuso la atención del gobierno para después.

Consecuencias

Esta desconexión ha profundizado el sentimiento de abandono entre los manifestantes y la ciudadanía en general. Las declaraciones de Petro, en las que señaló que al paro se referiría “jueves o viernes», aumentaron la sensación de desprotección. Los transportadores, quienes están en el centro del conflicto, vieron en esta postura una falta de urgencia por parte del gobierno, lo que podría haber exacerbado las tensiones y prolongado la protesta.

En cuanto a los efectos sociales y económicos, las palabras del presidente alimentaron la incertidumbre, con empresarios, agricultores y comerciantes, y el pueblo en general, preocupados por las consecuencias a largo plazo del paro. La seguridad alimentaria sigue siendo uno de los puntos más críticos, ya que la escasez se agravaba en las zonas urbanas —murieron pollos y cerdos, se botaron inmensas cantidades de leche y de productos agrícolas—, mientras la inflación, producto de la falta de transporte de productos esenciales, parecía no tener un freno a corto plazo.

La posición de Petro

El presidente Gustavo Petro durante su alocución del miércoles 4, cuando no profundizó sobre el paro.

El manejo de la crisis camionera por parte del gobierno de Gustavo Petro ha dejado importantes interrogantes. La aparente desconexión entre las prioridades de los ciudadanos y la agenda presidencial, evidenciada en la última alocución, ha causado una reacción negativa en sectores que esperaban liderazgo y acción decisiva. Mientras los colombianos lidiaban con las consecuencias del paro, el mensaje presidencial sobre Pegasus pareció un tema fuera de lugar, relegando el problema del transporte a un segundo plano.

El tiempo apremiaba, y la falta de soluciones inmediatas solo profundizarían la crisis económica y la social. Petro, cuya administración se ha destacado por su enfoque en la justicia social, enfrentaba el reto de reconciliar sus discursos con las demandas urgentes de la población. Su promesa de atender el paro “el jueves o viernes” puede ser vista como una oportunidad para rectificar, pero si la respuesta no es contundente y efectiva, el daño a su imagen y la confianza en su gobierno podría ser irreparable.

Por lo menos, aunque sin presencialidad en las negociaciones, lo atendió el jueves. Por ahí va cumpliendo. Solo resta su alocución televisiva de viernes, aprovechando que puede programarse para el intermedio de los dos partidos de futbol que Colombia afronta este viernes 6 de septiembre: 5:00 p. m., ante México, mundial femenino Sub-20, y 8:00 de la noche ante Perú, por las eliminatorias al mundial de mayores.

Transportadores y gobierno reunidos en busca de soluciones. Y estas fueron encontradas. Y el paro fue levantado.