Asalto a la escuela

Asalto a la escuela

Alonso Ramírez Campo ofrece un análisis crítico sobre cómo el poder y la sociedad moldean la educación y enfrentan la escuela a exigencias imposibles y desafíos históricos. Constructiva reflexión profunda.

Imagen de portada: Una escena de la pelicula ‘Atrapado, sin salida’, protagonizada por Jack Nicholson, título con el cual se puede ironizar la actual situación de la escuela —las prácticas escolares— en Colombia.

Educación y poder

Alonso Ramírez Campo

Como en la película clásica, ‘Atrapado, sin salida’, podría titularse la historia reciente de la escuela. Tal vez no exista un lugar más asaltado en nuestra sociedad que la escuela, y no precisamente por el robo de los ladrones callejeros, sino por el poder, el Estado y la sociedad.

Como bien dijo el pedagogo norteamericano Michell Aple, “la escuela se encuentra atrapada, sin salida. Por una parte, debe producir agentes para un mercado laboral jerárquico y un capital cultural de conocimientos técnico-administrativos. Por otra parte, nuestras instituciones educativas deben legitimar ideologías de igualdad y movilidad social, y hacer que la visualicen positivamente tantas clases como grupos sociales sea posible”.

Esta situación que se vive cotidianamente en la escuela hace que en sus prácticas escolares se produzca una especie de demandas contradictorias por la presión de agentes externos. Una demanda contradictoria es una contradicción en los términos como cuando decimos “el hielo frito”, o algo difícil de cumplir como la petición que le hace el marido a la mujer cuando le exige que sea madre y amante al tiempo.

La mujer en la era medieval: mitad sirvienta y mitad florero: esplendida, radiante, tenía que servir el trago en las reuniones sociales y atender a quien lo requiriera.

Como afirmé en ‘Pedagogía del deseo.2012.pg.47’, “a la escuela le está pasando lo que le ocurrió a la mujer en la edad media cuando se la consideraba mitad sirvienta y mitad florero: por un lado, tenía que servir trago en las fiestas sociales, atender a cuanto caprichoso invitado demandara algún servicio y, por otro lado, lucir esplendida, radiante, bellísima, como reina de la casa”. Así como el hielo frito —una contradicción en los términos— era vista la mujer en esa época. ¿Será que ahora el turno le llegó a la escuela?

Desde luego, la escuela simula la democracia desde que se estableció la democracia participativa en la constitución del 91 y la figura del gobierno escolar en la ley 115 del 94, pero ¡vaya sorpresa!, como en el ‘Chapulín colorado‘, no contábamos con su astucia y saltó la liebre y lo que se estableció por ley, más que una participación es una participadera todos los años por parte de los actores educativos sin convicción, sin propuestas claras por un problemita que no solo se vive en la escuela: la  democracia  no se decreta, se construye todos los días: la Constitución —que desde luego es mejor tenerla que no tenerla— es un libro la sociedad no; la sociedad es de carne y hueso, que vive y siente, pero la democracia no se vive ni se siente .

Lo que se vive, por ejemplo, en las elecciones de los estudiantes es casi un reinado de belleza y, una vez consumada la elección de la reina y las virreinas, estas no aparecen por ningún lado, salvo excepciones que confirman la regla.

Pero el problema no está en la escuela, está en el Estado y la sociedad que, culturalmente, no ayudan a profundizar la democracia; en los políticos que tenemos, que todos los días la invocan pero no la practican, porque tienen oído para su propia voz cuando pretenden hablarle al pueblo que siempre es el invitado cuando en realidad es una silla vacía.

Invocan, pero no practican: políticos.

Aunque mi lenguaje suene duro y molesto, prefiero hacerlo en lugar de dulcificar las cosas con eufemismos que encubren los hechos y no llaman las cosas por su nombre, colocando palabras para que suene mejor, porque uno comienza por ceder en las palabras y termina por ceder en las ideas, y ya no piensa, sino en lo que suena bien y sea bien visto. Eso es lo que hacen algunos funcionarios del ministerio y de las secretarias de educacion cuando aparecen bajo los reflectores de los medios de comunicación: mandan mensajes que suenan bien y son bien vistos a los ojos y oídos de la opinión pública.

Ahora bien, es preciso reconocer que el actual gobierno, en cabeza  de Gustavo Petro, sí está hablándo a la población, recogiendo sus necesidades e intereses y está invitándola a empoderarse , a organizarse en torno a auto proyectos comunitarios de distintos órdenes. Sin embargo, en materia de educacion más allá de la cobertura y la financiación de la universidad pública, la sensación que queda es que en educacion básica se está haciendo muy poco, es como si no existiera voluntad política al respecto y lo que presiento es que no hay claridad al respecto.

Mas allá de las invitaciones que llegan por parte del ministerio y las secretarias de educacion a docentes y estudiantes fraccionadas unas de otras, nos gustaría sentarnos con los funcionarios en condiciones de igualdad no ya para oírlos decirnos qué hay que hacer, sino para diseñar de veras las coordenadas de una navegación educativa seria, que se sostenga en el largo plazo para asegurar una era de paz, para potenciar la vida desde la educacion básica. Solos no podemos hacerlo, necesitamos que la alta política se imbrique con las prácticas pedagógicas para jalar el carro en la misma dirección.

En Finlandia, en Noruega, en Japón y en Alemania eso fue lo que hicieron para poder tener una educacion de calidad. Si el sistema educativo no se imbrica con el sistema escolar, estaremos dando palos de ciego.

No basta que nos convoquen como maestros y después nos interpelen como simples hacedores. Nosotros los docentes llevamos tallada la historia de la escuela en la piel antes que los textos de la historia de la educación.