Chao, amigo

Chao, amigo

La fraternidad está de luto. En La Guajira, Jorge Soto Daza, periodista y locutor, partió dejando eco imborrable en la memoria del gremio. Su voz y amistad trascienden la eternidad.

Imagen de portada: Dos de las fotos de Jorge Soto Daza que circulan en redes ilustrando la información sobre el fallecimiento del colega guajiro.

AL PARTIR JORGE…

En la mesa de la fraternidad,
una silla ha quedado vacía

Por José Orellano

La fraternidad está de pésames.

La bendita e inevitable Parca irrumpió —tras haber merodeado, fisgona, durante días— en casa de Jorge Soto Daza en San Juan del Cesar, La Guajira, y con su guadaña arrancó de los brazos de su hogar a un hombre bueno, fiel practicante de la amistad en el exacto sentido de la palabra.

Durante más de 20 años sostuvimos a la distancia presencial un abrazo sin tiempo, el cual se había entrelazado primigeniamente en el decenio de los 90, cuando llegué por segunda ocasión a El Informador y, en medio de noches samarias —después de las jornadas periodísticas del día a día—, le aplicábamos orfebrería a filigranas académicas que adornaban nuestra relación de cofradía sin condiciones.

Jorge Soto Daza, en uno de sus tantos pasos por emisoras de El Banco-Magdalena.

La Parca ha roto el lazo de la fraternidad con un colega que irrigó los tiempos de su profesión —era periodista y locutor de cálida voz— tanto en Santa Marta como en otros medios de comunicación del Magdalena y La Guajira y enumeramos a Radio Galeón, La Voz del Turismo, Radio Rodadero, en ‘La perla de América’, Radio Impacto Popular y La voz de la provincia, en San Juan del Cesar, de donde era oriundo, y Palomeque Stereo de El Banco, ‘Viejo Puerto’…  Impresos como La Libertad, El Informador y Hoy Diario del Magdalena también se nutrieron de su savia periodística, actividad de la cual era un apasionado.

Al recordar pinceladas de aventuras noctámbulas con Jorge —6 años menor que yo—, necesariamente tengo que recrear pasado con la presencia en aquellos momentos de Arnaldo Cotes Córdoba, otro colega que se nos adelantó en el tránsito hacia la Eternidad. Juntos los tres supimos robarle horas al sueño, desordenar por calles y avenidas de esa ciudad sin tranvía y parar madrugada en alguna esquina bajo faroles de tenue luz para dedicarnos a escuchar ‘América’ de Nino Bravo en la voz afinada de cantante aficionado sin aspiraciones de estrellato de Cotes Córdoba.

Me duele alma adentro que la fraternidad esté de luto, que a la confidencia se le haya truncado su continuidad y que la inconfundible voz de Jorge ya no vuelva a irrumpir en mi celular preguntándome que si El Muelle Caribe me daba para vivir.

Tarjeta luctuosa expedida por la ACPM.

—Compadre: El Muelle es solo amor al arte —le decía.

—Nojoda, pero sal a venderlo. Tú debes de tener muchas relaciones.

—No soy capaz de vender un billete de cien pesos por cincuenta —le decía.

—Sí puedes, es venta de cupos, de pautas, de publicidad para un buen medio como el tuyo. Inténtalo.

Y entonces, Jorge Soto Daza me sorprendía diciéndome que ya no estaba en Santa Marta, que había salido a asentarse en San Juan de Cesar, en Radio Impacto, y me pedía que le colaborara, desde Bogotá, con alguna nota. Lo complací un par de veces, pero aludiendo solo contenido de El Muelle Caribe.

A la distancia, percibo no solo lo compungido que se encuentra el gremio periodístico magdalenense y guajiro ante tan sensible acontecer, sino también la especial estima que podía generar esa ‘luz compartida’ que se apaga, tras más de medio siglo de comparticiones.

“Ha fallecido en San Juan del Cesar nuestro dilecto amigo, el periodista Jorge Soto Daza”, escribe, por ejemplo, el médico samario Alfonso Noguera Aarón. “Estudiamos juntos en el año 71 en el Colegio Agustín Codazzi, junto con su hermano Enrique, y una pléyade de jóvenes que cada cual fue peleando la vida hasta llegar a donde hemos llegado, después de haber dejado parte del pellejo en los avatares del destino”, agrega.

Diferente a otras fotos de Soto Daza que circulan en redes, esta del WhatsApp de Alfonso Noguera Aarón.

La antigüedad de esa amistad se manifiesta en el siguiente párrafo de Noguera Aarón: “Jorge y yo tuvimos una gran amistad que perduró hasta hace apenas 2 días cuando me llamó a consultarme sobre su delicada salud cardiovascular. Hacía unos días había padecido un pre infarto cardíaco en El Banco, Magdalena, de lo que no se logró recuperar del todo”.

Esta nota mía, alimentada con cucharadas del contenido de diversas publicaciones web luctuosas, se reviste de lamento profundo y se asocia al homenaje póstumo que se le ha rendido a Jorge en El Banco, hasta donde, en varias ocasiones, llegó a laborar. Y se une también al sentir de la tarjeta luctuosa que, frente al fallecimiento del colega, ha expedido la Asociación Colombiana de Periodistas del Magdalena, ACPM.

Entre quienes, codo a codo, compartieron periodismo con Jorge —colegas que le exaltan su profesionalismo y su calidez humana—, Tony Pérez Mier recuerda, en nota en Facebook, que laboraron juntos en Radio Rodadero, La Voz del Turismo y Hoy Diario del Magdalena y “cuando me hacía las vacaciones en El Tiempo”.

«En la mesa de la confraternidad, una silla queda vacía», diría algún librepensador. Allí ya no se sentará “mi ñía”, como solíamos llamarnos mutuamente. «Chao, mi amigo, en la Eterna nos veremos».

Bogotá, 30/03/2025