Nota sobre ‘La bacanal de ideas’ que eso será la tertulia ‘Las mil y una noches’, este jueves 24 en el Halal Carnes Restaurante, de Bogotá: mundo mágico, historias cautivadoras.

TERTULIA DIFERENTE
Este jueves 24: 60 contertulios para
‘desmenuzar’ a ‘Las mil y una noches’…
Por El Muelle Caribe

En este octubre llega, por fin, la noche bogotana para ‘Las mil y una noches’.
La noche de este jueves 24, que tendrá inicio a las 6:30 de la tarde en el Halal Carnes Restaurante, avenida carrera 15 No. 104-10 de Bogotá.
Una noche para acoger a ‘Las mil y una noches’ a modo de tertulia —“tertulia diferente”— con participación de destacadas figuras de las letras, el arte y, en general, la cultura colombiana.
El evento —muy original, por cierto— congregará, por lo menos, a sesenta cerebros dispuestos a participar, en medio de un ambiente distendido y ameno, de una ‘bacanal de intercambio de ideas’ en torno a ese antiquísimo compendio de historias mágicas de oriente, relatos cargados de misterio, amor, sabiduría y fantasía: ‘Las mil y una noches’.
Ambiente distendido, pero muy oriental: música y danza árabe, y, a lo mejor, alguna caracterización de personajes de tales cuentos, que pueden ser 200 como también pueden llegar a 1000, de acuerdo con las ediciones de la colección y sus tiempos.
De tales relatos, cuentos o historias, recordemos diez: ‘Aladino y la lámpara maravillosa’, ‘Ali Babá y los cuarenta ladrones’, ‘Simbad el marino, ‘El príncipe Ahmed y el hada Pari Banu’, ‘La historia de los tres manzanas’, ‘La historia de la mujer desmembrada’, ‘El pescador y el genio’, ‘El caballo encantado’, ‘La historia de los tres príncipes de Serendip’ y ‘La historia del mercader y el efrit’. De todos ellos, los más renombrados son ‘Aladino y la lámpara maravillosa’, ‘Ali Babá y los cuarenta ladrones’ y ‘Simbad el marino’.

El escritor y abogado barranquillero Jairo Mejía Cuello, desde su condición de gestor, impulsor y sostenedor del programa ‘Leer es un placer’, ideo la realización de esta “Tertulia diferente” en una noche de esta metrópolis que en alguna ocasión llegó a ser considerada como ‘La Atenas de Suramérica’, y todo indica que será un exitazo…
Un exitazo en ‘La Atenas de Suramérica’, calificativo dado y reiterado para la capital de Colombia —según el periodista Bernardo Vasco, en nota para el Archivo de Bogotá— por los intelectuales Miguel Cané, diplomático argentino; Pierre d’Espagnat, viajero francés; Ramón Menéndez Pidal, filólogo español; Marcelino Menéndez Pelayo, erudito ibérico, y Eliseo Reclus, geógrafo francés, entre otros. Una de las razones, el quehacer gramatical de la Academia de la Lengua en América, que fue inaugurada en 1871, y que “impulsaba las tertulias, que eran vistas como herramientas para ‘humanizar y civilizar’”, civilizar, desde su acepción de introducir cultura, conocimientos y educación.
Nos hemos puesto de acuerdo con Mejía Cuello para recrear una nota breve, pero en profundidad, sobre la célebre colección de cuentos originarios del Oriente Medio y el sur de Asia, que nos transporta “a un mundo mágico, lleno de historias cautivadoras, desde las cuales la imaginación y la narrativa entrelazan culturas, fantasía y sabiduría ancestral”.
Compilada durante la era medieval, ‘Las mil y una noches’ reúne relatos de origen persa, indio, árabe y egipcio, entrelazados por la excelsa narrativa asumida por la astuta y valiente Scheherazade.
Noche bogotana, pues, para ‘desmenuzar a ‘Las mil y una noches’.
Algo sobre ‘Las mil y una noches’
Hablar de ‘Las mil y una noches’ es viajar en el tiempo, montados sobre alfombras voladoras, recordando la frase “Ábrete Sésamo” o tratando de seguirle el paso a ‘Simbad el marino’ o, por qué no, anhelar una lámpara maravillosa y que de ella surja un genio que sea capaz de concedernos lo que deseemos.

Aunque pase el tiempo, hoy, más de diez siglos después de su nacimiento, las historias de ‘Las mil y una noches’ aún nos siguen estimulando la imaginación cuando las leemos en cualquier parte del mundo. Grandes escritores y críticos literarios la han tenido en cuenta para esparcir sus letras sobre ellas, manteniéndolas vivas y no como simples recuerdos. Hasta grandes compañías cinematográficas han llevado a la gran pantalla muchas de sus historias, fascinándonos como niños, aunque seamos adultos y es porque la fascinación de esta obra se suele explicar apelando a su portentosa magnitud narrativa o a su gran importancia histórica en la formación de la identidad del mundo árabe.
Esta fantástica obra, que no es otra cosa que la compilación de muchas historias, no hace sino recordarnos que al ser humano le ha fascinado desde siempre oír cuentos, escuchar historias y cuando éstas son contadas por una mujer —en este caso, por la maravillosa Scherezade, quien es el personaje y narradora principal—, nos sume en un grado de éxtasis que no culmina sino hasta pretender saciar nuestra curiosidad.
El arte de contar es, diría yo, el gran tema de este libro. En la prodigiosa historia de historias que es ‘Las mil y una noches’, las narraciones, productos del ingenio y de la sensibilidad, son el arma principal para convencer, asustar, intimidar, manipular, conmover y estremecer hasta los corazones más duros. Siendo extremistas, los cuentos y las narraciones compran vidas y su precio es igual al de ellas. Pero, la obra no es exclusiva de las narraciones como patrimonio único de la mujer, también diría que es profundamente democrático, pues ya, desde el primer relato, el mercader y el efrit, cuando los sheiks quieren que el genio maligno perdone la vida de su condenado, le ofrecen a cambio cuentos. El genio está dispuesto a romper la ley sagrada del ojo por ojo, pero solo si los cuentos son buenos. Y es que, como se dice en un prólogo escrito por Santiago Roncagliolo, junto con la promiscuidad de los cuerpos, ‘Las mil y una noches’ nos enfrenta a la promiscuidad de los cuentos. Sus narraciones se tocan, se mezclan, se engendran unas de otras, se prohíjan y se contaminan, hasta que resulta difícil determinar cuál es la madre o la pareja de cual otra.
Y es que la propia obra ‘Las mil y una noches’ es una hija sin padres conocidos. Los críticos y filólogos literarios aún discuten si es árabe, persa, india y hasta china. Y mucho menos sabemos si es el trabajo de un compilador o el fruto de una creación colectiva. Tampoco está claro si surgió tal como la conocemos, o engordó a lo largo de los siglos de tradición popular agregándose nuevas historias como a un imperio se anexa nuevos territorios. Hasta Alejandro magno entra en una de estas historias y hasta se dice que fue uno de los que ordenó recopilar estas historias, pues no es un secreto que dicho personaje era un amante de la literatura y que además de dormir con ‘La Ilíada’, también le robaba el sueño en las noches, las historias de ‘Las mil y una noches’.

Hablar y/o escribir sobre ‘Las mil y una noches’ daría igualmente miles de páginas, todas repletas de historias inundadas de especulación literaria y algo más. Qué maravilla es poder aún soñar con sus historias, embarcarnos en callejones llenos de aceitunas, frutas exóticas, especias y alfombras, ésta es, pues, una bacanal narrativa que nos hace celebrar el gozo de los sentidos, pero también el del intelecto. Los temas de estas historias, en general, son los mismos que encontramos en Shakespeare o en Cervantes: el poder, la aventura, los viajes, la traición. Pero los dos grandes ejes que recorren sus páginas son las relaciones entre sexos y literatura. Mientras ambas cosas sigan existiendo, ‘Las mil y una noches’ seguirá deslumbrándonos con su ingenio y picardía y si algún día dejaran de hacerlo, a los seres humanos no nos quedarían muchas razones para continuar sin ellas.